Daniel Luque, con ganas de pelea
Talento y autoridad del torero de Gerena con el toro más difícil de lo que va de Sa Fermín. Corrida muy desigual y de pobre condición de Domingo Hernández. Pasajes primorosos de Juan Ortega, que debutaba en Pamplona. Discreto papel de Talavante
Barquerito (Colpisa)
Pamplona
Viernes, 12 de julio 2024, 10:43
Venía embalado San Fermín -abundancia de toros monumentales, cinco corridas de interés- y de pronto un pinchazo inesperado. Una corrida cuatreña demasiado desigual de hechuras ... de Domingo Hernández. No hubo ni dos toros parecidos. Ninguno que llegara a emplearse o a romper en serio, pues el cuarto, con diferencia el de mejor aire de los seis, pronto y codicioso, resentido de los cuartos traseros, perdió las manos más de la cuenta. El quinto, cornalón y veleto, fue el toro más complicado de lo que va de feria: por su genio agresivo y revoltoso, por su sentido también.
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Por su desigualdad justamente, no debió de ser sencillo enlotar la corrida. El beneficiado fue, en todo caso, Talavante, porque, además del brioso aunque feble cuarto, se llevó del sorteo el toro más simplón y sencillo de todos, un colorado con muchas carnes que no llegó a descolgar pero fue y vino. De toros de esa condición decía Juan Pedro Domecq que eran «toros medios», que suelen entrar de relleno en cualquier corrida. Y «medios», más o menos, y más menos que más, fueron los tres restantes: el segundo, de muy poquita vida, flojito, del que Luque sacó partido a base de recursos y un pulso perfecto; y los dos de Juan Ortega, un tercero que reculó y se frenó pero sin llegar a defenderse y un sexto de mercurial carácter que arreó de partida y punteó mucho engaño.
La faena de Luque al difícil quinto fue la mayor intensidad y mejores logros. Las embestidas topando y los gaitazos y derrotes del toro, que se metió por detrás en casi todas las bazas parecieron estimular a Daniel, una de cuyas virtudes relevantes como torero es justamente su capacidad para superar carreras de obstáculos, y esta lo fue. No importó que el toro metiera la cara entre las manos amenazadoramente cuando apenas iniciado el trasteo pareció a punto de someterse o rendirse. La porfía de Luque, la muleta por delante, ni un tirón, compuesta la figura en los momentos de cuerpo a cuerpo, fue de una autoridad muy notable. Como fue toro cornalón, los méritos se doblaron. Antes de la igualada, un péndulo en prueba de arrogancia y un desplante antológico, desafiante. El desplante auténtico de fondo, no un adorno convencional. Un pinchazo, una estocada y un descabello.
Lo sacaron a saludar al tercio, que en Pamplona no es poco premio porque, después de arrastrado un toro, si no hay orejas, no suele haber nada. Daniel vino a Pamplona con ganas, como si sintiera que ahora empieza otra temporada distinta y con mucho en juego. Prueba de su ambición fue su rica faena primera, entorpecida por golpes de viento, de grave factura y sin demasiado eco, hasta que en el remate optó por una tanda de bernadinas o manoletinas -mezcla de las dos- que no se parecieron a las habituales. Por el ajuste y la ligazón. Se tiñó de sangre la taleguilla de un terno celeste y oro probablemente de estreno. Esa tanda final fue una sacudida y llamada de atención. Venido abajo, al toro le costó igualarse. La estocada hizo guardia y el palco no atendió la petición de oreja.
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Por poder y cabeza, Luque. Por primor, Juan Ortega, que debutaba en Pamplona, firmó los muletazos de más cadencia de la tarde, hizo méritos sobrados para volver a San Fermín y fue capaz de llamar la atención de todos, del sol también, cuando dibujó en sus dos turnos toreo de particular calidad, de trazo distinguido y diferente, el encaje perfecto, sueltos los brazos. Seguro con los dos toros aunque no redondeara faena porque el sexto, protestando, lo desarmó dos veces y el tercero fue toro afligido en cuanto se pudo plantar en tablas.
Ficha del festejo
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7ª de San Fermín Lleno. 19.720 almas. Ventoso, soleado. Dos horas y cinco minutos de función.
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Ganadería Seis toros de Domingo Hernández (Concha Hernández Escolar).
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Toreros Talavante, silencio y saludos. Daniel Luque, saludos tras aviso en los dos. Juan Ortega, silencio y ovación.
La apertura de faena de Talavante con el cuarto -de rodillas en el platillo, de largo, una tanda gateando- fue impropia y la acusó el toro a lo largo de una faena algo caótica con apenas una tanda lograda con la mano izquierda, un puñadito de muletazos sueltos y hasta una arrucina mal lograda. Una estocada precipitada al encuentro soltando el engaño. Al primero de corrida se le pasó muy despegado y sin darle importancia. La corrida de Domingo Hernández batió la marca de velocidad en la carrera del encierro. Siquiera eso.
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