Cuando Vargas Llosa conoció el Carnaval de Badajoz por su hija
En 2001 el premio Nobel viajó a Extremadura para visitar una exposición de fotografías de esta fiesta que incluía varias de su hija Morgana
Una niña mira con ilusión mientras alguien le coloca estrellas brillantes en la cara, a modo de maquillaje. La fotografía se llama 'Sueño de Carnaval'. Muestra una escena común en la fiesta pacense, probablemente una joven comparsera cuya madre prepara para el desfile. Esa imagen, sin embargo, logró que un premio Nobel conociese el Carnaval de Badajoz.
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La imagen la captó Morgana Vargas Llosa, la hija del escritor, que es fotógrafa. Fue en 2001, cuando ella tenía poco más de 20 años y comenzaba a publicar fotos en medios como El País. Su trabajo la llevó dos años al Carnaval de Badajoz y varias de sus imágenes fueron reconocidas y expuestas en el Meiac.
La sorpresa llegó cuando en 2001 se estrenaba una exposición en este museo y Mario Vargas Llosa viajó a Extremadura para estar entre el público como un padre orgulloso acompañado por su mujer, Patricia Lima. El viaje causó gran revuelo porque acababa de publicar 'La fiesta del chivo', que vendió medio millón de ejemplares en solo unos meses. Además, hacía poco que Fujimori, el dictador contra el que se presentó a la presidencia de Perú, había abandonado su cargo, por lo que el escritor era una gran figura mundial en esos momentos.
Vargas Llosa fue recibido por el presidente de la Junta de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, que le enseñó Mérida. Durante el paseo, Vargas Llosa recordó que su familia paterna, los Vargas, proceden de Trujillo y que cuando era joven estuvo en Cáceres, donde curiosamente participó en un concurso de baile. «Yo soy muy mal bailarín y nos llevamos un cuarto premio, de manera que los otros debían ser muy malos también», contó en su visita a la región.
Por la tarde estuvo en el Meiac, entre el público, para visitar la exposición en la que participaba su hija. Trató de ser discreto, pero al terminar la inauguración fue asediado por el público que le pidió autógrafos. Ya era una estrella aunque aún faltaban nueve años para que le diesen el Nobel.
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