«El Príncipe es un gran desahogo para Aguas Vivas, un balón de oxígeno»
EL PRÍNCIPE, EL PARQUE QUE NOS UNE ·
Este grupo de amigas y residentes en Aguas Vivas añora sus tardes de juegos y meriendas en la sede vecinal de un barrio ligado al parqueA sus 89 años Lali Solís es la veterana de un bien avenido grupo de amigas y vecinas de Aguas Vivas, el popular barrio de Las Lavanderas cacereñas, fundido prácticamente con el parque del Príncipe, y con un lugar destacado en la historia de la ciudad por el relevante papel que tuvieron las fuentes del acuífero del cauce del que toma su nombre.
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La pandemia ha dejado a Dori Barra, María Josefa Díaz, Rosa Valle, María Josefa Espadero y la propia Lali, sin sus partidas de juegos, meriendas y reuniones en la sede vecinal. «Si estamos todos los mayores vacunados, ¿por qué los centros de mayores están cerrados y los bares sí están abiertos?, no lo entendemos», se quejan indignadas las mujeres. «Algo debería hacer el Ayuntamiento para abrirnos un local y entretenernos un poquito porque, ¿dónde vamos los mayores?», plantean.
«Con la niña he venido a recoger piñones desde que nació. Como era una huerta, había peras, manzanas, nueces...»
VECINA
Algunas llevan residiendo décadas en Aguas Vivas. Lali media vida. Desde que casó en 1966 y se estableció en la calle Belchite. En la cercana Calatayud abrió un bar que regentó hasta que se jubiló. «Cuando llegué esto era un río de agua con un pilón del que llenábamos los baños de zinc para lavar», rememora Lali, que a su edad está conectada con su grupo de amigas y con su familia a través del whatsapp de su móvil. «Lo aprendí enseguida. Mis nietos me mandan fotos y ahora mi yerno me ha regalado una tablet».
Quien les ha enseñado a todas a dominarlo es María Josefa Díaz, 'Pepi, la italiana'. «He trabajado 35 años con un ordenador delante, haciendo facturas y albaranes... con las nuevas tecnologías yo tenía ya manejo», dice este torbellino de mujer que se casó con un milanés y regresó desde una de las capitales mundiales de la moda al Aguas Vivas en el que se crió, hace 14 años. «Con 23 años fui a Italia con una familia de Milán que me invitó. Él era ingeniero en el pantano de Alcántara y en su mismo bloque vivía mi marido. Me invitó a salir con sus amigos y de ahí ¡nos enganchamos!», evoca Pepi, que aunque se quedó a vivir en Milán no dejó de venir en verano a la casa familiar.
«No han contado con los vecinos en los carriles bici; van a hacer un destrozo en el parque de Aguas Vivas»
VECINO
«El parque para nosotros es un gran desahogo donde ir, donde andar, donde socializar... un balón de oxígeno. Con la niña he venido a recoger piñones desde que nació y como esto era una huerta, había peras, manzanas, nueces... de todo», recuerda la italiana.
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«Conozco bien esto, antes no era parque, eran terraplenes y huertas. Y a la gimnasia he venido durante muchos años», señala María Josefa Espadero.
Dori Barra cambió la calle San José por Aguas Vivas hace 20 años y expresa así su felicidad: «Estoy contenta no, contentísima, parece que la vida me dio un vuelco. Tengo patio por detrás y por delante. Unas amigas maravillosas, jóvenes y mayores. En invierno y en verano mi marido y yo venimos mañana y tarde. El parque es de lo mejorcito de Cáceres».
La que vive por temporadas en el barrio es Rosa Valle, que tiene fijada su residencia en Cataluña, «Cada vez que puedo me escapo para acá. El parque es una maravilla. Mi hijo estuvo hace dos año y se fue encantado», relata.
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Con lo que no están tan contentas es con el carril bici en proyecto. Creen que pondrá en riesgo la seguridad en su apacible barrio. «Va a ser un peligro para los mayores, no podremos salir a la calle», critica el grupo, que ha entregado 20 hojas de firmas al Consistorio. «No han contado con nosotros, estamos en contra porque van a hacer un destrozo en el parque de Aguas Vivas», denuncia Rubén Fernández, residente desde hace 15 años.
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