Nace una plataforma vecinal en la Estación Arroyo-Malpartida para exigir «un barrio digno»
El colectivo, que se desmarca de la asociación de vecinos de esta pedanía que depende de Cáceres, quiere una línea regular de bus y que se asfalten las calles que aún están en tierra
Las farolas que salpican la Estación Arroyo-Malpartida, barriada pedánea situada a 17 kilómetros de Cáceres, están forradas de carteles en las que una nueva ... plataforma vecinal se da a conocer entre los residentes.
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Se llama Villa Hispana Gertrudis de la Fuente y acaba de echar a andar. «Se ha creado entre varios vecinos una plataforma vecinal con la única finalidad de defender y promover los intereses de nuestra pedanía (...). Nos pondremos a dar caña lo antes posible», se puede leer en la hoja, donde se detalla además que se trata de una organización sin ánimo de lucro, sin estatutos y sin cuotas. No lo pone en el papel, pero esta plataforma se desmarca completamente de la asociación de vecinos de la pedanía. Inicia un camino en solitario para exigir un barrio «digno».
«Hemos creado esta plataforma con el único objetivo de reivindicar los derechos de la pedanía. Somos una plataforma sin jerarquías. Somos apolíticos. No cobramos ni cuotas ni tenemos estatutos. Nos vamos a dedicar a reivindicar y a luchar porque en esta barriada se haga justicia y sea un barrio digno como los demás barrios de Cáceres», cuenta a modo de presentación Mari Ángeles Tajuelo Catalán, que ejerce como portavoz. En estos momentos, la plataforma, que echó a andar el pasado 23 de septiembre, cuenta con 20 integrantes. En el barrio hay unos 80 vecinos.
Tienen claras sus reivindicaciones. No son problemas nuevos, precisan. Por un lado, demandan una línea regular diaria de autobús urbano con, al menos, dos frecuencias. Existió hasta 2016. En julio de ese año la Estación Arroyo-Malpartida perdió la conexión con Cáceres por la retirada de la empresa que cubría el trayecto diario. En estos momentos, el servicio funciona bajo demanda. Tienen que avisar con antelación y deben subirse, al menos, dos viajeros.
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Reclaman por otro lado más iluminación a la entrada del barrio y un paseo con farolas desde el cruce de la antigua EX-207 hasta la entrada de la población.
Este colectivo ha solicitado una reunión con el alcalde, Rafael Mateos, para presentarse y elevarle sus demandas. «Entendemos que con el diálogo se pueden solucionar muchas cosas», asegura Mari Ángeles Tajuelo. El pasado jueves los vecinos recibieron la visita de Belén Fernández, portavoz del PSOE.
El listado de peticiones incluye una solución al vertido de aguas fecales que van a parar al regato que cruza la población. La plataforma está preocupada, además, por la proximidad de la planta solar que se ve desde la Estación y que se ubica en el término municipal de Malpartida de Cáceres. Quieren hablar sobre su extensión con su alcalde, Alfredo Aguilera. «No queremos que se nos arrimen mucho», señala la portavoz en referencia a las placas. Asfaltar el camino que une esta localidad con la Estación es otra de las reclamaciones.
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Calles de tierra
María Ramos tiene 69 años y su casa está ubicada junto a la avenida de los Chopos. Es una vivienda de planta baja con abundantes macetas en la puerta. La calle es de tierra, está sin asfaltar. Esta también es otra de las grandes reclamaciones de estos vecinos, que todas las vías tengan un pavimento adecuado.
«Yo pago mis impuestos: mi agua, mi luz, mi alcantarillado... No voy a pedir ni más ni menos que nadie, pero por lo menos vivir en unas condiciones dignas», asegura Alejandro Moreno García, el marido de María. Junto a su casa hay una vivienda en estado ruinoso que Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias) tiene a la venta por 10.000 euros. «Está llena de ratas», añade Moreno.
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Su mujer recuerda el pasado de este poblado ferroviario, cuyos orígenes se remontan a finales del siglo XIX. Ella, María, vivía en una finca próxima e iba a pie todos los días hasta la Estación para acudir a la escuela. «Aquí había dos colegios: uno de niños, que es donde está la sede ahora mismo, y el colegio de las niñas, que estaba un poquito más abajo. Entonces la estación tenía vida, hoy no la tiene. Había bares, había tiendas... Tenías el tren que lo cogías aquí y te ibas a Cáceres. Esta estación era la segunda más importante de España. Aquí teníamos un depósito de máquinas. Llegó a haber 1.100 habitantes», agrega.
Los residentes de toda la vida conviven en la pedanía con los recién llegados, que también los hay. La incorporación más reciente es la de Raquel Búrdalo Bachiller, de 36 años, que llegó hace diez meses. Compró una casa por 21.000 euros que pertenecía al banco. No ha necesitado hacer reforma. «Yo quería vivir en Malpartida, pero era muy caro. Encontramos una casa aquí a buen precio y nos vinimos. A mí me gusta mucho el campo, pero claro, lo veo un poco todo desaliñado», señala esta integrante de la plataforma sobre la Estación.
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Entre los veteranos del poblado está Roberto Ríos, de 47 años. Sus padres, cuenta, compraron la casa antes de que él naciera. Y aquí sigue.
La vida transcurre tranquila en Arroyo-Malpartida. Ya no hay ni bares, ni tiendas, ni los colegios de los que habla María. Una furgoneta reparte a diario el pan y, de vez en cuando, pasa otra con melones y sandías. Las vías siguen en uso. Aquí para el tren regional procedente de Valencia de Alcántara.
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