Juan Miguel Arroyo en el interior de su tienda de antigüedades, que está a punto de abrir sus puertas en la calle Donoso Cortés de Cáceres. M. J. T.

Juan Miguel Arroyo: «Soy un ecléctico de la vida y no me quería morir sin abrir mi tienda de antigüedades»

Conocido en Cáceres por su faceta de cocinero, cumple uno de sus grandes sueños y monta un negocio donde vende piezas únicas con siglos de historia muy cerca del Museo Helga de Alvear

Martes, 14 de octubre 2025, 07:38

Juan Miguel Arroyo Lozano está detrás del nuevo negocio que acaba de recalar en la calle Donoso Cortés de Cáceres, junto a Roso de Luna, ... en la zona de influencia del Museo Helga de Alvear. Se trata de una tienda de antigüedades en la que objetos de arte chino comparten espacio con tapices franceses del siglo XVIII, sofisticadas tablas procedentes de retablos y retratos ingleses.

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Con esta apuesta –el establecimiento se llama Arroyo de Loza y prevé abrir sus puertas en dos semanas–, Juan cumple uno de los grandes sueños de su vida. Más conocido por su faceta de cocinero –formó parte del equipo de La Cacharrería y desde 2023 regenta el restaurante La Vieja–, admite que siempre ha llevado un anticuario dentro. Los locales por los que pasa llevan un sello personal decorativo que da fe de su pasión por las piezas singulares.

Cosecha del 83, se ha criado a caballo entre Zafra y Huelva. Llegó a Cáceres con 17 años para estudiar en la universidad. «Tenía muy claro que quería Historia del Arte. Era una cosa que siempre la había querido. Me movía entre Historia del Arte, Bellas Artes, Restauración... una cosa así era lo que a mí me gustaba», asegura desde el interior de la tienda, que tiene un amplio escaparate al que la gente se asoma para contemplar la novedad. Ya tiene casi todo listo. Solo le falta, comenta, marcar los precios de los artículos en las etiquetas.

«Siempre hay que tener una buena pieza en casa; si al final todo lo compras en Ikea es superaburrido»

«Mi padre fue la primera persona que me hizo conocer el arte, amar el arte y amar las antigüedades; es a quien le debo todo esto»

Le cuesta encontrar una definición para presentarse a sí mismo. «Soy un ecléctico de la vida, un loco sin criterio. Me gusta todo lo que está relacionado con el arte, todo lo que es bonito y me gusta trabajar. He sido un trabajador incansable toda la vida», señala.

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Y, a continuación, apostilla: «Dentro de mí, antes que la cocina, va la profesión de Historia del Arte. Lo que pasa es que hoy en día vivir de ello es muy complicado. O te ciñes a ser un funcionario más, que eso no entra dentro de mis planes, o no te da para vivir. Te da para apoyarte, pero no para vivir. Hay algunos que sí tienen la suerte, pero esto es como los artistas famosos. De todos los que cantan bien, que son muchos, solo cuatro o cinco triunfan», expone.

Su amor por el coleccionismo y las antigüedades, revela, se lo debe a su padre. «Es a quien le debo todo esto, se ha encargado desde pequeño de instruirme en este tipo de cosas». «No concibo la vida sin la educación de mi padre. Fue la primera persona que me hizo conocer el arte, amar el arte y amar las antigüedades», evoca. Y recuerda a modo de anécdota los madrugones en Huelva para salir a buscar fósiles. «Tengo una colección espectacular», ilustra.

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Hay otra figura, apunta, que le ha influido mucho en sus conocimientos sobre las antigüedades. Habla de una tienda que había junto al Parador de Zafra y de su dueña. «La llevaba una señora que se llamaba Maravilla, una señora guapísima, con mucha clase. Cada vez que salía de clase, le pedía a mi padre si, por favor, me podía quedar una hora en la tienda y mi padre habló con la señora Maravilla. Aprendí mucho. Desde pequeño empecé a meterme en el mundo de las antigüedades. No las he dejado nunca. Hay que reconocerlo. Yo siempre he estado comprando, coleccionando e intentando vender cosas que ya no quería o no me gustaban», relata.

La hostelería se cruzó en su camino y, hasta ahora, ha hecho de los fogones su profesión. Pero nunca se ha desvinculado del todo del mundo que tanto le apasionaba. «Esto es una ilusión», admite sobre su nuevo negocio. «Lo he intentado hacer tres veces y esta vez lo he conseguido. Es una cosa que tenía dentro y que además no quería morirme sin abrir mi tienda. Puede que no funcione, pero me da igual».

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«Me emociona»

«Es una cosa que a mí me emociona», agrega. Y, a continuación, precisa: «No quiero decir que la cocina no me emocione, claro que sí. Y, además, el hecho de tener un restaurante y trabajar en un restaurante me ha hecho relacionarme con gente maravillosa, me ha hecho abrirme las puertas a todo Cáceres», reconoce. Se puede decir que es un chef autodidacta. No ha pasado por ninguna escuela de hostelería y en su cocina aplica los conocimientos que aprendió en su casa.

Tranquiliza a sus clientes y afirma que seguirá al frente de 'La Vieja', restaurante situado en la calle Roso de Luna, a escasos metros de la tienda de antigüedades.

A modo de consejo, recomienda tener en casa una pieza distinta, que tenga una historia que contar detrás para compartir cada que se reciban invitados. «Siempre hay que tener una buena pieza, que se salga un poco de lo usual. Si al final todo lo compras en Ikea es superaburrido. Las casas a día de hoy están muy estandarizadas. Y tienes que diferenciarte un poco», zanja.

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