Homenaje al erudito que salvó el Tesoro de Aliseda
Se cumplen 50 años de la muerte de Miguel Ángel Orti Belmonte, que fue director del Museo de Cáceres y ayudó a identificar la momia de Enrique IV
En este 2023 se cumplen cincuenta años de la muerte de Miguel Ángel Orti Belmonte, y la Asociación Fraternal San Jorge de Cáceres ha ensalzado ... su figura el pasado miércoles, a las siete de la tarde, con una mesa redonda en la que han participado como ponentes: Fernando Jiménez Berrocal, cronista oficial de Cáceres; Concepción Orti Alcántara, hija del investigador que ahora se recuerda; y Alonso J. Corrales Gaitán, investigador y biógrafo de Miguel Ángel Orti.
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Nacido en Córdoba el 8 de septiembre de 1891, Orti Belmonte llegó a Cáceres en el año 1916, al obtener por oposición la cátedra de Historia de la Escuela de Magisterio.
Director del Museo de Cáceres desde 1921 hasta 1943, fue un magnífico investigador y divulgador de los valores de la provincia de Cáceres, que realizó una veintena de publicaciones. También fue cronista oficial de Cáceres. «Es imposible investigar sobre el pasado de Cáceres y no citar la fuente documental de Don Miguel», señala Corrales Gaitán, que destaca lo importante que fue su actuación para que no se perdiera el Tesoro de Aliseda. El erudito cordobés afincado en Cáceres lo contó así:
«El día 20 de enero de 1920, señala un hito importante en mi vida profesional y cultural. Cavando para sacar tierra con objeto de hacer tejas en un terreno comunal del Ayuntamiento de Aliseda (Cáceres), se encontró el hoy llamado Tesoro de Aliseda. Quienes lo encontraron fueron a Cáceres a venderlo. Un alumno mío –hijo del secretario del Ayuntamiento– me habló sobre ello y un platero al que habían visto me dijo que eran alhajas de Ceclavín o de Torrejoncillo. Con las referencias que me daban yo pensé que el hallazgo era antiguo y tenía positivo valor. Como se había encontrado en el terreno propiedad del Ayuntamiento pudiera ocurrir que fuese vendido y cobrar el secretario del Ayuntamiento los atrasos de los pagos que se le adeudaban.
Yo le indiqué que presentaran una denuncia en el juzgado y así lo hicieron. Me entrevisté con el juez, quien me enseñó las alhajas entregadas y, como no apareciera el resto, el juez dijo al platero comprador de las alhajas que lo pasearía por Cáceres con las manos encadenadas. Al día siguiente un religioso franciscano entregó bajo secreto de confesión el resto de las alhajas».
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Orti analizó en el juzgado las numerosas joyas, que tenían un peso total de un kilo y 100 gramos de oro y dos kilos y medio de plata. Él fue el primero en destacar la importancia del hallazgo. Avisó a su maestro José Ramón Melida, que estaba dirigiendo las excavaciones del Teatro Romano de Mérida, y con su intervención se declaró al tesoro propiedad del Estado Español, y se llevó al Museo Arqueológico Nacional. El tesoro se valoró en 15.000 pesetas, la mitad correspondía a los obreros que lo encontraron y la otra mitad al dueño del terreno.
Corrales Gaitán, que en 2003 escribió la biografía de Orti, destaca también la importancia de su intervención para encontrar la momia de Enrique IV, hermano mayor de Isabel La Católica, que fue rey de Castilla desde 1454 hasta su muerte en 1474. El director del Museo de Cáceres sabía que los restos del rey estaban en el Monasterio de Guadalupe, pero se desconocía el lugar.
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La relación de él con sus alumnos debía de ser estrecha, y gracias a uno de ellos pudo reconocer los restos del rey. El alumno era hijo del médico de Guadalupe, y en 1945 le dijo que se habían encontrado dos ataúdes. Belmonte fue inmediatamente a Guadalupe y verificó el hallazgo, dando cuenta del mismo a la Real Academia de la Historia, que mandó a Guadalupe una comisión en la que estaba el doctor Gregorio Marañón.
Una momia de 1,70 metros
A los investigadores les llamó la atención que la momia de Enrique IV medía 1,70 metros. Como la comisión aseguró que la momificación disminuye la talla del vivo unos 12 centímetros, calcularon que el rey llegó a medir más de 1,80 metros. Una altura considerable para la época.
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La otra momia era de la madre del monarca, sospechando que había sido envenenada. Vieron que para acomodar el cadáver en el féretro, algo reducido, le habían cortado las piernas.
Gaitán destaca que Belmonte identificó en Cáceres el pasadizo de la Victoria, por donde entraron los caballeros cristianos que reconquistaron Cáceres. Además, en una caja en el fondo un armario encontró los restos de Sancho Paredes Golfín (1467-1546), que fue camarero de Isabel la Católica.
En 1950 Orti Belmonte, con su mujer de Almendralejo y sus siete hijos cacereños, tuvo que irse de está ciudad para ser director de la Escuela Normal de Magisterio de Córdoba. Allí murió su mujer el 8 de enero de 1973 y él dos días después.
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