Para encontrar tesoros en Extremadura, con «pelos y señales»
Desde la Moto de Papel ·
A lo largo del tiempo hubo gente que buscó tesoros dentro del verraco de Segura de Toro, en las Peñas del Tesoro de Los Barruecos, en 'La Casa del Tesoro' de Cáceres, e incluso Ramón J. Sender, en su libro 'El verdugo afable'.Durante unos días estuvimos riéndonos del buscador de tesoros Salvador Guinea.
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–Oye –le dijo una vez Caridad–. ¿No serás tan bruto como el que ... en la época de la Segunda República pensó que dentro del verraco de Segura de Toro había oro, y no se le ocurrió otra cosa mejor que destrozar al pobre animal de piedra?
–Guinea –le decía yo– ¿Por qué no buscas en las Peñas del Tesoro que están en Los Barruecos? ¿Omejor en La Casa del Tesoro de Cáceres, la que está pegada al edificio del Ayuntamiento? En esa casa vivieron ricos judíos que se asegura escondieron en ella mucho oro cuando fueron expulsados en 1492. El investigador Publio Hurtado compró la casa y no encontró nada de oro, pero cuando sus descendientes la vendieron en 1987 al empresario Julio Simo, indicaron que lo hacían con la condición de que si se encontraba el tesoro, la mitad era para ellos.
–Chispacero –volvía a la carga Caridad– ¿Por qué no buscas el tesoro que Roso de Luna le prometió a Valle-Inclán para alimentar a sus cinco hijos? Ramón J. Sender habla de él en su novela 'El verdugo afable' (1952). Igual en la novela da alguna pista de ese tesoro que al final Roso de Luna no le dio, ya que tuvo una revelación en la que vio que el brillante escritor no iba a hacer un buen uso de la riqueza.
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El fotógrafo nos sonreía cuando le hacíamos estas chanzas, y con aire de autosuficiencia nos decía: «ríe mejor el que ríe el último», y se enfrascaba en unos papeles que escondía en su mochila.
Durante unos días me estuve riendo del alocado buscador de tesoros, hasta que me encontré por la calle a María Jesús Santiago, la directora de la Biblioteca Pública Rodríguez-Moñino/María Brey, y me preguntó:
–¿Te ha gustado el libro de Rodríguez-Moñino que te envié por correo electrónico?
–¿Qué libro?
–El que publicó en 1942. El titulado 'Los tesoros escondidos. Pelos y señales para encontrarlos según un curioso manuscrito de 1601'.
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–No he visto ese correo.
–Pues te lo mandé. Cuando te lo dije ya vi que no me prestaste mucha atención. No como el fotógrafo Guinea, al que los ojos se le hacían chiribitas mientras te hablaba del manuscrito en el que se indican los sitios en los que hay tesoros escondidos en Extremadura.
Fui a la Redacción. Me metí en mi correo y vi que la directora de la Biblioteca me había enviado el correo, pero no le había prestado atención porque figuraba como leído. Luego fui a la mochila de Guinea y allí estaba el libro fotocopiado.
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–¿Qué haces andando en mis cosas? – me dijo el fotógrafo quitándome el libro de las manos.
–No. ¡¿Qué haces tú cogiendo cosas de mi correo personal?! Qué sepas que es un delito y te puedo denunciar. –Le advertí.
–Bah. Con lo que voy a encontrar tendré un buen abogado y la denuncia no va a ir muy lejos.
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Ante tal comportamiento, no se me ha ocurrido mejor escarmiento que publicar los lugares de los tesoros, más o menos identificables, que aparecen en el manuscrito de hace más de 400 años; para que, de existir, los encuentre antes un buen lector que el ambicioso chispacero. Aquí van las pistas:
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«En el castillo alto de Santibáñez, a la entrada de el, contra el norte, hallaras una señal, y ollando al mediodía tres pasos, mucho aber».
«Junto al río Alagón está un caballo hecho en una piedra, y enfrente del hocico un poste o marco, y entre uno y otro, hai mucha riqueza».
«En la Sierra de Jalama, en la mezquita, se hallarán cinco tinajas de oro molido y una tinaja de solimán dentro».
«En la falda o Sierra de Jalama se encontrará un caballo pintado, y enfrente una calzada y debajo una pila llena de monedas de oro».
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«En la Sierra de Jalama, junto a San Blas el Biejo, está un gato hecho a pico en una piedra pequeña, y a nuebe pasos adelante acia el oriente, a la profundidad de un hombre, está un gran tesoro».
«En lo alto de Jalama esta una fuente, y a seis pasos de ella esta un carro de oro a dos estados y medio».
«En el norte y oriente de dha. Jalama hay una silla hecha enteriza en una piedra, con un respaldo y sus descansaderos para poner los codos, y en medio una losa pequeñita que hace división en el respaldo, y en el asiento hai otra losita embutida sutilmente, y debajo una gran porción de oro».
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«En lo alto de la sierra que mira al río Rubioso de la parte de lusitania, encontraran principiada una plaza, principiada a cercar, y en medio de ella un tesoro».
«En Mirabel, en la fuente del balle bueno, esta un peñasco que tiene un guijarro blanco. Sirbe de tapa, dentro tiene mucho oro. En el mismo límite esta un peñasco abujerado y para la parte de poniente estan 150 saquines de oro».
«Por bajo de la Zerca del Castillo dho Mirabel, en la fuente que corre al naciente del sol que va a tenel al valle del rivero, delante de la fuente para el río, está un cajón de monedas de oro».
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«En el termino de Trebejo está la piedra de la zorra, y a dos pasos de ella esta una caja llena de plata batida».
«En la Sierra de Erjas, junto al castillo arruarino pª la parte de abajo, esta una piedra con un buraco en el medio, y tiene mucho oro en bolas dentro de la piedra. Con una tapa».
«En el río Alagón, en un cerro, a el pie esta el pozo Airon, el que tiene el brocal quasi enterrado y de la misma peña picado, y es de un estado de alto aunque embebido en el suelo. El pozo es de seis estados de ondo, y abayo es al modo de sala quadrada, y en el medio hai un becerro de oro como de tres años. En el rincón de arriba, a la derecha hai una cama de oro con quatro hombres de los mismo y mastiles o pies, al redor hai colgadas muchas armas de oro y plata, piedras preciosas, diamantes, esmeraldas, topacios, jacintos y rubines».
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Bueno, ya está la venganza hecha. Como escribió Antonio Rodríguez-Moñino, en las primeras líneas de su libro: «A quien Dios se lo dé, San Pedro se lo bendiga».
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