La dueña de 'Bouquet', la floristería más antigua de Cáceres, se jubila: «Me voy feliz»
La florista María Luisa González se despide este mes de su clientela tras permanecer 40 años al pie del cañón
A María Luisa González Jiménez (Cáceres, 1958) le quedan días para jubilarse pero en el interior de la floristería 'Bouquet', situada en la avenida ... de España de Cáceres, la actividad no se detiene. El teléfono no para de sonar. Atiende los últimos encargos de una trayectoria de cuatro décadas en la que, afirma, ha sido feliz. Tras el escaparate de su establecimiento, con vistas a Cánovas, se ve la vida pasar. Hace tiempo que colgó el cartel de traspaso y, según indica, puede que el negocio siga abierto porque hay una persona interesada en dar continuidad a la tienda.
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–¿Cuándo se despide de su clientela?
–Mi último día de trabajo es el 21 de junio.
–¿Cuánto tiempo lleva con el negocio?
–Yo 40 años. Te voy a contar la historia de esta floristería. Esto era de un señor que se llamaba Ángel Sánchez. Originalmente, se llamaba 'El Quiosco' porque en un principio estaba en el bulevar de Virgen de la Montaña y era un quiosco. Pero luego este señor alquiló este trocito de jardín –dentro del recinto del chalé de los Málaga, actual sede de Cajalmendralejo–. Estaba él aquí con una empleada. Vendían flores y helados Camy. Mi padre era el distribuidor de helados Camy en Cáceres. Y esta era la tienda que más helados vendía de toda la ciudad. Cuando este señor dijo que se iba a ir mis padres no querían quedarse sin este punto de venta. Mi madre se hizo cargo de la floristería. Y después me quedé yo, aunque hubo un tiempo en el que estábamos las dos.
–¿Es la floristería con más solera de Cáceres?
–Sí, sin duda.
–¿Qué antigüedad tiene?
–Siete décadas, contando la época en la que fue un quiosco.
«Solo nos han rechazado las flores dos veces: por un tema de acoso y por un enfado»
«A las plantas no hay que hacerles demasiado caso; cuanto menos, mejor»
–¿Traspasa el negocio? ¿Ha encontrado ya a alguien interesado?
–Estamos en ello. Si no consigo traspasarla, lo que haré en los últimos días será una liquidación porque no puedo llevarme todo esto a mi casa.
–¿Qué balance hace de estas cuatro décadas?
–Superpositivo. He estado muy a gusto en todos los aspectos. Es un sitio donde se compran cosas amables y tengo clientes muy buenos que he conservado durante mucho tiempo. Hay hijas que vienen a encargar su ramo de novia porque su madre se lo hizo aquí. Hay historias muy bonitas. La gente pasa por aquí, entra y saluda. Por otro lado, desde el punto de vista artístico, es un trabajo que me ha satisfecho mucho. He aprendido mucho en los cursos y he seguido reciclándome. Hay modas y es muy interesante ir viendo las tendencias.
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–¿Les ha afectado el comercio electrónico?
–Muy poco. A la gente le gusta venir o llamar. Y a la mayoría le gusta ver. Siempre hemos tenido el servicio de Interflora, que en realidad ha sido como un precursor del comercio a distancia. Yo recibo pedidos de cualquier parte del mundo para repartir en Cáceres. La flor no viaja. Lo que viaja es el mensaje.
–Ha atesorado muchas historias...
–Es muy especial la unión que tienes con las novias. No es solo cosa de un día. Hay que elegir y asesorar mucho y, al final, acabas cogiéndoles cariño.
–Durante mucho tiempo ha sido la encargada de poner las flores a la Virgen de la Montaña.
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–Sí. Nosotros éramos proveedores durante todo el año. Las flores que se ponen en el Santuario las colocan las camareras de ornato pero cuando la imagen venía a Santa María, que es mucho más trabajo, las ayudábamos. Normalmente hacíamos el trono de la Virgen y las ánforas grandes de los pasillos.
–Dicen que la de jardinero es una de las profesiones más felices que existen. ¿La de florista también?
–Sí. Pero tiene un aspecto muy físico. Las cajas que recibimos de flores pesan hasta 40 kilos. Y movemos muchos cubos de agua. Esa es la parte que no se ve. Esa parte es dura. Y hay otra que es el tema de las vacaciones. Cuando la mayoría está descansando es cuando más trabajamos nosotros: en Navidad, en Semana Santa y en verano con las bodas. Yo 'veraneo' en febrero. Hay fechas muy marcadas en las que se concentra mucho el trabajo: el día de los enamorados, el de la madre, los Santos...
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–¿Cuál es el día en el que más flores se venden?
–Yo diría que el día de la madre. Últimamente, al menos en Cáceres, hay mucho hijo que no está aquí porque trabaja fuera y que le manda flores a su madre.
–¿Las flores son un regalo seguro? ¿Siempre se acierta?
–Solo nos las han rechazado dos veces. En una ocasión fue por un tema de acoso. Vino incluso la Policía a preguntar porque ella –la destinataria– lo denunció. El asunto no llegó a nada. En el otro caso, la receptora se había enfadado con su pareja y tiró las flores en la papelera de las escaleras.
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–¿Cuál es su flor favorita?
–La rosa amarilla.
–¿Qué consejo da para mantener bien las plantas en casa?
–A las plantas no hay que hacerles demasiado caso; cuanto menos mejor. Hay que regarlas, pero se mueren más por exceso de agua que por defecto.
–¿Se va contenta?
–Sí. Me ha costado trabajo tomar la decisión. Pero me voy tranquila, contenta y feliz.
–¿Qué planes tiene?
–Cero. De momento no tengo planes.
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