Pablo Rivero en el juicio en la Audiencia Provincial. HOY
Sucesos de Extremadura

Condenado a 15 años de cárcel por asesinato el autor del crimen de Miajadas

Además tendrá que indemnizar con 424.634 euros a los familiares de la víctima

R. H.

Cáceres

Jueves, 14 de marzo 2024, 13:31

La Audiencia Provincial de Cáceres ha condenado a 15 años de cárcel a Pablo Rivero Solís por el asesinato de José Antonio C. S en ... Miajadas en diciembre de 2921. Además, tendrá que indemnizar con un total de 424.634 euros a cinco familiares de la víctima. Así consta en la sentencia emitida este jueves por el tribunal, después de que un jurado popular declarase al acusado culpable el pasado 7 de marzo.

Publicidad

La sentencia considera que se trata de un delito de asesinato, y no tan solo de homicidio, al existir dolo. "Quien apuñala a otro con un arma blanca que penetra en su abdomen puede prever las posibles consecuencias de su conducta, en lo cual consiste el dolo eventual de la misma", indica el tribunal. La pena impuesta es, sin embargo, inferior a los 19 años de cárcel que solicitaba la Fiscalía y a los 22 que pedía la acusación particular.

La Audiencia considera probado que Pablo Rivero, mayor de edad y sin antecedentes penales, y José Antonio S. C. habían mantenido una relación de amistad desde tiempo atrás. En fecha no determinada el acusado, junto a un amigo vendieron a una mujer cien euros de marihuana. Como la droga no estaba en buenas condiciones, José Antonio, que también era amigo de la compradora, le entregó marihuana en buenas condiciones, y después reclamó al acusado y a su amigo que le abonaran a él los cien euros que les habían pagado por la marihuana.

El amigo entregó a José Antonio 50 euros, pero no así el acusado, a quien la víctima reclamó que le entregara los otros cincuenta euros. Entre el 1 de octubre de 2021 y el 2 de diciembre del mismo año, José Antonio realizó varias llamadas telefónicas al teléfono móvil del acusado reclamándole el dinero.

Publicidad

En la tarde-noche del 2 de diciembre de 2021, José Antonio, utilizando el teléfono de otra persona, llamó al acusado reclamándole una vez más el pago de la deuda. Se daba la circunstancia de que José Antonio debía ingresar en prisión al día siguiente para el cumplimiento de una pena, y le dijo al acusado que debía pagarle los 50 euros ese mismo día.

Después de aquella llamada, la víctima y un amigo suyo se dirigieron al domicilio del acusado, donde estuvieron llamando a la puerta de la casa, sin que este abriera. Otra persona les dijo que no se encontraba en casa sino en el bar que regentaban los padres de Pablo, por lo que José Antonio su amigo fueron allí y pidieron a los padres del acusado el pago de los 50 euros. La madre de Pablo, llamó por teléfono a su hijo para preguntarle si era cierta la deuda y el acusado respondió que no y les dijo que no le dieran el dinero; si bien ante la insistencia de José Antonio y dado que su conducta empezaba a incomodar a los clientes del bar, los padres del acusado decidieron entregarle los 50 euros que reclamaba.

Publicidad

Mientras tanto, Pablo Rivero había avisado a la Guardia Civil cuando advirtió la presencia de José Antonio y su amigo en la puerta de su domicilio, acudiendo una pareja en el vehículo oficial. Al llegar los agentes, el acusado les dijo que José Antonio le había amenazado reclamándole cincuenta euros por una marihuana en mal estado que Pablo había vendido a otra persona. Los agentes le invitaron a que acudiera al cuartel a presentar una denuncia, pero que entendían que reclamarle ese dinero no era una amenaza y que ellos, sin denuncia, no podían hacer nada.

Ante esa respuesta de los agentes, el acusado se alteró y les dijo que si ellos no iban a hacer nada «tendría él que pegarle dos puñaladas y así acabar todo». Al escuchar esa frase, uno de los agentes salió del vehículo y le dijo a Pablo «¡quieto, león!», para que se tranquilizara.

Publicidad

Como quiera que el acusado estaba preocupado porque José Antonio iba camino del bar de sus padres y temía que pudiera hacer algo contra ellos, los agentes le indicaron que ellos se pasarían por el bar para asegurarse de que no había problemas.

Una vez que los agentes de la Guardia Civil se marcharon, el acusado entró en su casa, cogió un cuchillo de la cocina (de los conocidos como «fileteros», de 22 cm de longitud, mango de madera y 10 cm de hoja) que guardó en un bolsillo y se fue, junto dos amigos al bar en busca de José Antonio, con el fin de tratar de evitar que este, al pedirle el dinero a sus padres, les dijera también que se dedicaba a vender marihuana.

Publicidad

Cuando el acusado llegó al bar vio a José Antonio en la puerta y se dirigió hacia él con paso apresurado, increpándole, diciéndole a voces «¡maricona, por qué estás haciendo esto!», y se abalanzó sobre José Antonio con el puño en alto, llegando a golpear a José Antonio en la cara. En respuesta, José Antonio le dio un guantazo en la cara al acusado.

En ese momento el acusado sacó el cuchillo que llevaba guardado y, «despreciando la vida de José Antonio», según señala la sentencia, se lo clavó en la zona abdominal, volviendo a ocultar el cuchillo de inmediato. Dado lo rápido de la acción del acusado, José Antonio no pudo apercibirse de la intención de Pablo, ni pudo por tanto reaccionar en forma alguna frente a dicho ataque. Los testigos que se encontraban presentes en aquel lugar, tampoco llegaron a ver cómo el acusado sacaba el cuchillo y se lo clavaba a José Antonio.

Noticia Patrocinada

El acusado fue agarrado y separado por su amigo, mientras, que José Antonio lo fue por el suyo quien, al ver que José Antonio echaba espuma por la boca, se ponía rígido y convulsionaba, lo dejó en el suelo. En ese momento llegó la pareja de la Guardia Civil que antes había hablado con el acusado en la puerta de su domicilio quienes, al ver el estado de José Antonio avisaron al 112.

El acusado abandonó el lugar instantes después de clavarle el cuchillo a José Antonio y se deshizo del cuchillo arrojándolo por encima de un muro a una parcela abandonada situada a unos 20 o 30 metros del lugar de los hechos, de donde pudo ser recuperado por la Guardia Civil al día siguiente

Publicidad

José Antonio fue evacuado del lugar por una ambulancia, falleciendo pocos minutos después, en torno a las 22.00 horas como consecuencia de la lesión provocada por la cuchillada que le había dado el acusado, que penetró en la zona abdominal paraumbilical y que, además de causar perforación de vísceras huecas y asas intestinales, así como lesión de vasos mesentéricos, le seccionó la vena cava, lo que provocó un shock hipovolémico posthemorrágico y una asfixia al aspirar la sangre que se había acumulado en su estómago, que ascendió y entró en los pulmones.

El cuchillo, tras atravesar la ropa de José Antonio (llevaba puestas tres prendas), profundizó nueve centímetros en su abdomen. Dadas las características del cuchillo (de hoja estrecha y afilada) así como de la zona de la herida (tejidos blandos del abdomen) no resultó necesario que la cuchillada fuera realizada empleando una fuerza muy intensa para alcanzar esos nueve centímetros de profundidad.

Publicidad

Si la herida, por su localización y su trayectoria, no hubiera seccionado la vena cava, el fallecimiento de José Antonio podría no haberse producido si hubiera recibido una adecuada atención médica de inmediato, apunta la sentencia.

El día 4 de diciembre de 2021, con ocasión del registro de su vivienda, el acusado entregó a los agentes la ropa que llevaba el día de los hechos, y les facilitó el PIN de acceso a su teléfono móvil. Dos días después, el 6 de diciembre, encontrándose detenido en la Comandancia de la Guardia Civil de Cáceres, el acusado reconoció a los agentes que él era el autor de la cuchillada que había provocado la muerte de José Antonio.

Publicidad

La sentencia no es firme, por lo que cabe recurso ante el Tribunal Superior de Justicia de Extremadura.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Primer mes sólo 1€

Publicidad