Cánovas, cuartel general de los 'riders' cacereños
La cercanía del céntrico jardín con restaurantes y supermercados llena este punto de repartidores, la mayor parte de latinoamericanos, un oficio que aumenta
Cuesta juntar para una foto a los 'riders' que han hecho de la parte superior de Cánovas su particular cuartel general, el sitio en ... el que se pasan las horas a la espera de las notificaciones de sus plataformas de entrega de comida a domicilio o la compra del súper. No es que no quieran salir, es que el trasiego es permanente y, literalmente, vuelan. Llegan, se saludan, miran el móvil y muchos se van para cubrir en patinete el trayecto entre el establecimiento de comida rápida o de productos de alimentación y el domicilio. Un ir y venir permanente del que se cobijan en el refugio climático que es el jardín del bulevar central de la ciudad, donde las plantas hacen que la temperatura baje varios grados y que está cerca de todas partes, el verdadero motivo por el cual este punto se ha convertido en una oficina al aire libre en el que puede haber decenas de hombres de mochila amarilla.
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Una legión de hombres jóvenes ha hecho del reparto de comida su sustento vital. La mayoría son población migrante y viven en Cáceres desde hace varios años. Felipe Izquierdo, que procede de Colombia, Jhorman Díaz, Claudio Rincón y Anthony Márquez, de Venezuela, aguardan el 'beep' del móvil sentados en un banco y muy cerca de la fuente ornamental. A un lado están sus patinetes y las bolsas térmicas, sus dos herramientas de trabajo. «Hay muy pocos españoles en esto, somos sobre todo de América Latina o Centroamérica», van desgranando entre todos. Tienen las claves de por qué solo ellos, que luchan por abrirse paso en un país diferente, aceptan este trabajo duro, hecho de kilómetros y conducción de riesgo en mitad de la trama urbana. «Trabajamos de 10 a 12 horas todos los días de la semana», y ese dato es suficientemente contundente como para entender que resulte poco atractivo.
ganan entre 1.000 y 1.200 euros al mes trabajando de 10 a 12 horas diarias de lunes a domingo
Se trata de la única salida para la mayoría de ellos en una ciudad pequeña y con poco músculo económico. Pero es legal y garantiza que puedan seguir avanzando en el itinerario para hacer sólido su vínculo con el país y alcanzar la soñada residencia. Aunque el perfil mayoritario es este, también algún 'rider' que tienen otro trabajo, pero que echan alguna hora «por sacarse un sobresueldo», indican estos jóvenes.
Inversión
Empezar a trabajar para plataformas como Uber, Justeat o Glovo supone una considerable inversión previa. Hace falta comprarse el patinete o el transporte, el casco y la mochila térmica, que cuesta 35 euros. La mayoría de los que están en Cánovas llevan la amarilla, la de Glovo, pero eso no impide que trabajen con otras plataformas.
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¿Cómo funciona? Cuentan que Glovo les ofrece una cantidad por cada servicio. Suele oscilar entre los cuatro y los seis euros brutos de los cuales tienen que descontar el IRPF y el propio uso de la plataforma. Casi todos estiman que después de las maratonianas jornadas pueden llegar a ganar alrededor de los 1.200 euros mensuales, poco más del salario mínimo. Librar es una especie de lujo para estos jóvenes, porque día no trabajado, día no cobrado. Las cuentas tienen que salir.
La conocida como Ley Rider, que se aprobó en 2021, establece que los repartidores no deben ser falsos autónomos, sino asalariados de dichas compañías, un sistema que ha hecho que plataformas como Glovo se hayan tenido que enfrentar a multas. «Supondría tener un sueldo, pero nos conviene más estar así, somos nuestros propios jefes», reflexionan.
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«Tienen sus días buenos y sus días malos, pero tienes que estar muchas horas en la calle, no hay una media, un día puedes hacer diez, otro cinco, otro día no te sonó nada...», explica Claudio, que lleva en Cáceres poco más de un año. En su caso salió de Venezuela por la situación política y por la pobreza. «Lo echo de menos, sobre todo por mi familia».
¿Qué pide la gente? El producto estándar, el que más llevan, son hamburguesas del Burger King y del McDonalds. También triunfa Taco Bell, la franquicia de comida mexicana que abrió hace unos meses en la avenida de Antonio Hurtado.
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Estos jóvenes son un verdadero termómetro de los hábitos sociológicos en la ciudad. El verano en el que nos adentramos es la mejor época. El buen tiempo hace que la gente prefiera salir a comer fuera, y julio y agosto es tiempo de vacaciones y la ciudad se vacía considerablemente. Las horas nocturnas son los picos de más trabajos y también con partidos de fútbol destacados. «Sobre todo cuando juega el Madrid», cuentan. La Eurocopa va a dar trabajo, presumen.
Reúnen entre todos un inventario de anécdotas. Sí, también a ellos les han pedido, como un mensaje de un 'rider' que se hizo viral, que les tiren la basura al irse. «Pero es siempre el mismo cliente, un señor mayor que no puede». Les ha salido a recoger el pedido gente en paños menores y, ilustra uno de ellos, un hombre literalmente desnudo, como vino al mundo. «Aquí la gente es mucho más liberal que en nuestro país», cuentan entre risas sin dejar de mirar el móvil.
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