Antonia, la 'chica del cable' cacereña de 100 años
María Antonia Alvarado recibe un homenaje de Telefónica por trabajar desde el año 1942 hasta 1983 en la compañía, que celebra su centenario
El día que nació María Antonia Alvarado, el 28 de agosto de 1923, el médico de Alcuéscar que atendió a su madre le dijo que ... se despidiera de ella, que la niña no iba a durar. Nació junto a un mellizo, un hermano vigoroso al que María Antonia ya ha sobrevivido casi cinco décadas.
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Esta mujer no solo ha logrado ser una plusmarquista de la longevidad, sino toda una pionera, una trabajadora de Telefónica en tiempos en los que la mayor parte de las mujeres estaban relegadas al hogar, sin más opciones que la casa y la crianza. «Trabajaba por necesidad, pero me gustaba», explica en su domicilio de Cáceres, una casa llena de recuerdos y fotos en la que hace unos días recibió el homenaje de la que fue su empresa. El director de Territorio Sur de Telefónica España, Joaquín Segovia, le llevó hace unos días un diploma en agradecimiento a su trayectoria en la compañía, que este año celebra su centenario.
La serie 'Las chicas del cable' recreó el mundo de las trabajadoras de Telefónica en los años 20 y 30. María Antonia lo fue un poco más tarde –su primer contrato lo firmó en el 42, con 18 años– cuando empezó de telefonista en Sevilla. «Estuve allí conectando las llamadas alrededor de tres años, después pedí traslado a Cáceres en donde fui vigilante del tráfico, ponía las conferencias con Madrid y Barcelona, entonces no había casi teléfonos en las casas y todo el mundo llamaba a una centralita para que le pusiéramos con su familia», explica con voz firme y envidiable salud. Nada fue regalado, porque tuvo que presentarse a una oposición en la que salieron 60 plazas para la capital andaluz. Una de ellas fue para la joven María Antonia.
La automatización hizo que esta mujer se pasara a las oficinas comerciales, en donde se dedicó hasta su jubilación a tramitar la instalación de los teléfonos, entre otras tareas. Pasó por distintas sedes, desde Gran Vía a Reyes Huertas, en donde se jubiló con 60 años para atender a su marido, que enfermó.
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Sí siente que ser independiente en esos años no era lo habitual. «En esa época en cuanto tenías un poco de bien parecer la madre decía: ¿mi hija a trabajar?, pero yo era la quinta y todos mis hermanos tenían carrera ya». Lo que tenía muy claro es que no le apetecía ser maestra por las duras condiciones de la época para ejercer la docencia.
Madre de dos hijos tuvo que conciliar trabajo y vida para sacarlo todo adelante. Dice que no hay secretos para la longevidad, pero su hija Cuca, a su lado, apostilla que su madre «nunca se enfada», que tiene un estupendo carácter y que, a día de hoy, sigue cultivando la amistad.
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Pese a que lo suyo fue lo puramente analógico se ha hecho bien con la tecnología: 'wassapea' con emoticonos incluidos, lee con e-book y ve películas en dispositivo móvil. Una 'chica del cable', sí, pero del siglo XXI.
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