Diego Barriga es el programador de la sala Boogaloo de Hernán Cortés. JORGE REY

Los 2.500 conciertos en 14 años de la sala Boogaloo de Cáceres

Música en vivo. El club de Hernán Cortés es uno de los pocos de la región que mantiene un programa constante de música en vivo

Cristina Núñez

Cáceres

Domingo, 19 de febrero 2023, 09:58

Es una mañana de febrero y en el Boogaloo, el club –así les gusta llamarlo a sus dueños– inaugurado en Hernán Cortés por Diego Barriga ... y Trini Sánchez hace 14 años no se para. Reciben suministros, ordenan, colocan y aparece un señor de una empresa de residuos que asesora sobre cómo hay que reciclar el vidrio.

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Hay mucho más trabajo del que se ve en la gestión de un local que para un buen puñado de cacereños es la sala de referencia a la hora de disfrutar de conciertos fuera de lo 'mainstream', una de las pocas en Extremadura que sostienen una programación de música en directo abundante y durante prácticamente todo el año, excepto los meses de modorra veraniega.

Bandas internacionales, nacionales y locales se alternan en un programa que en muchos casos arranca el miércoles y se extiende hasta el domingo.

Al frente de esa programación está Diego Barriga (Cáceres, 1966). Se enamoró de la música cuando de pequeño su tío Pepe Márquez le empezó a por cassetes y vinilos en su equipo de alta fidelidad (Status Quo, Police, Dire Straits, Doctor Feelgood). y desde entonces no se ha alejado de ella, desde muy distintas trincheras. En Boogaloo ha cumplido, de alguna forma, su sueño de hacer un templo donde honrar a sus ritmos favoritos. «El rock and roll, el soul, el funky, la psicodelia, el punk rock...», detalla. «Yo quería tener una sala de conciertos y un club de copas de buena música, de referencias de calidad de todos los géneros, sobre todo afroamericanos, pero fuimos abriendo el campo y por el conocimiento mío y estar metido en este embrollo durante más de 30 años fui viendo cómo programan algunas salas, yo quería que todos los fines de semana hubiera jaleo, que todos los jueves hubiera una jam sesion, todos los viernes un concierto, los sábados a veces hay dos conciertos».

Concierto hace unas semanas del grupo de garage rock neerlandés de 'The Tambles' en Boogaloo. hoy

La sala suma ya 2.500 citas celebradas. Hay grupos populares, otros de culto. Internacionales como los neerlandeses 'The Tambles', los estadounidenses 'Cheetah Chrome', 'The Loons' o los británicos 'The dustaphonics' han pisado el escenario del Boogaloo y también formaciones nacionales como 'Sex Museum', 'Killer Barbies', Morgan, Rubén Pozo o, recientemente, 'Los Deltonos'. ¿Cómo se consigue? «Nos conocen muchas oficinas, tenemos muchos contactos con promotores, saben que el funcionamiento de los conciertos es bueno, que la taquilla es buena, el sonido». Barriga analiza bien las propuestas. «Revisamos los géneros, aunque ninguno sobra, valoramos también las visitas que tienen en redes, las fechas, actualmente hay que tener en cuenta muchos factores».

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Pagar entrada

Es ya una especie de mantra de la ciudad decir que aquí las cosas de pago no funcionan, ni tampoco la cultura 'delicatessen', pero Barriga se siente satisfecho por contar con una minoría que sigue degustando la programación de la sala. «Tenemos un aforo máximo de 150 personas, pero solemos meter entre 100 y 120, la ciudad es pequeña, hay muchos artistas que no son conocidos y en una ciudad grande se llenarían, pero lo de las entradas es una cosa tan relativa...», señala. Para él es un éxito que haya «un rango de 80 y 100 personas que son habituales a ese tipo de conciertos, es un público suficiente». Los precios de la entrada oscilan entre «los tres euros de un grupo local que no tiene gastos de infraestructura, hasta los 15 euros, 20 como excepción».

Barriga no quiere entrar demasiado a valorar el tema de las ayudas públicas para cultura. «No quiero llorar ni pedir nada», señala, «pero es verdad que no hay». Normalmente camina solo y no le va mal, criticando, de alguna forma, cierta cultura de lo gratis. «No todo puede serlo».

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Los Reyes del K.O. actuaron en la sala de la calle Hernán Cortés en el año 2010. HOY

Aunque la música en vivo es su santo y seña en Boogaloo también hay «presentaciones de revistas, de libros, de discos, humor performance de teatro». Y copas. Hay una parte de su público que es a lo que va. «A partir de cierta hora esto se convierte en una discoteca», señala Barriga, que diluye la idea de que son los maduritos los que copan la sala. «Si tu vienes un fin de semana después del concierto que empieza la música de baile un día pinchamos house, funky, un dj muy jovencito y viene su entorno, de madrugada, a partir de las 12 hay mezcla de edades, entre 20 y 45-50, de ahí para arriba hay pocos, la media ronda los 30».

Hay una línea roja que no se sobrepasa en Boogaloo casi bajo ningún concepto. «No se ponen radiofórmulas ni reggaeton, que es la peor radiofórmula que hay». Solo levanta un poco la mano en Navidad. «Puedo pinchar canciones conocidas dentro de la buena música, puede haber pachanga, pero de buena calidad», define Barriga.

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