«Quiero ver a mi madre»
Familiares de mayores de La Granadilla exigen que se reanuden las visitas diarias
«Las familias tenemos dos miedos. Uno potencial y que todavía no hemos padecido, que es que entre el virus, y el miedo real y que estamos padeciendo de que el aislamiento al que están sometidos nuestros mayores les provoque un deterioro físico y psicológico que afecte a su salud».
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Esta es la situación que están viviendo los familiares de los mayores de la residencia de La Granadilla que desde mediados de julio tienen vetado el acceso al centro por la incidencia de los rebrotes de la covid en Badajoz. La describe Adrián García, que tiene a su abuela en la residencia, y que se ha puesto al frente de la plataforma de familiares, organizada para exigir que se reanuden las visitas diarias y se faciliten las videollamadas que les permitan retomar el contacto con sus mayores.
Frente a las puertas de la residencia, se concentraron este martes por primera vez con pancartas en las que podía leerse: 'No los mata el covid, mueren de tristeza', 'No al aislamiento de nuestros mayores', 'Necesitan nuestro cariño, abridnos las puertas' o 'Quiero ver a mi madre'. Están dispuestos a repetir la protesta cada semana hasta que se atiendan sus reivindicaciones que pasan por unas visitas «dignas». Este calificativo lo han puesto después de que la dirección del centro llamara el lunes —cuando ya estaba convocada la protesta– a algunos familiares informándoles de que iban a permitir las visitas durante quince minutos una vez a la semana. Un tiempo, a su juicio, «insuficiente y más restrictivo que en otras comunidades como Cataluña donde el riesgo de infección es mayor y sin embargo están teniendo visitas diarias de 45 minutos».
«Me da miedo que un día me llamen y me digan que a mi abuela le ha llegado su hora y que no hayamos podido acompañarla»
adrián garcía, portavoz de la plataforma
En La Granadilla, donde según el dato facilitado por la Consejería de Sanidad hay ahora mismo 111 residentes y no ha tenido casos de coronavirus desde que se declaró la pandemia, las visitas de familiares están prohibidas desde mediados de julio. A lo que se añade el blindaje del centro durante todo el estado de alarma. En la práctica son cinco meses y medio en los que las visitas a sus mayores las pueden contar con los dedos de una mano y en los que han dependido de la generosidad de los trabajadores para que puedan verlos a través de la pantalla del teléfono móvil. «Queremos poder seguir visitándolos y trasmitirle nuestro afecto. Me da miedo que un día me llamen y me digan que a mi abuela le ha llegado su hora y que no hayamos podido acompañarla en sus últimos momentos. Eso nos da más miedo ahora que el virus», reconoce García, que considera que el aislamiento no se puede prolongar indefinidamente porque siga habiendo rebrotes. «Cerrar la residencia es la solución fácil y barata, el virus no va a desaparecer tienen que dotarla de medios para que pueda haber visitas».
La Consejería de Sanidad mostró ayer su respeto a la protesta. «Sabemos por lo que están pasando sin haber podido ver a sus seres queridos tanto como quisieran». Asegura que desde la semana pasada están autorizadas las visitas a La Granadilla de una hora, un solo familiar y como máximo dos veces a la semana aunque –matiza– «el centro puede ajustarlas según la situación de los pacientes y la demanda de visitas».
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