Las comunidades con calefacción central colocan repartidores de costes

Este paso está obligado por el Gobierno, salvo para aquellas comunidades donde técnicamente sea imposible. Son, por tanto, muchas las comunidades de este tipo que se han reunido este verano o tras las vacaciones para votar su instalación y contratar los equipos. Las empresas los ofrecen por unos 20 euros en venta cada uno o se pueden alquilar por menos de medio euro al mes por unidad. A esto se añade el coste de la lectura, que puede rondar los 30 céntimos por dispositivo al mes.

Se trata de un aparato que se instala sin obra en cada radiador y que mide el consumo efectivo de cada radiador. Esto no implican reducir el consumo, pero sí saber cuánto gasta cada uno y pagar en función de ello. El Gobierno pretende informar del gasto en calefacción de gas por zonas y códigos postales para que cada ciudadano sepa si consume más o menos que su entorno. El objetivo es concienciar para ahorrar energía.

La decisión de su instalación, como se ha indicado antes, se toma en junta de comunidad. Pero cada propietario puede también instalar válvulas térmicas, que sí pueden hacer que cada vivienda ahorre el consumo de gas o de gasóleo.

Estas válvulas se colocan también en cada radiador y se pueden programar con la temperatura a la que se quiere tener la estancia. Esto hace que, una vez que la habitación alcanza los grados, corte la emisión del radiador. La desventaja que tienen es que son más caras que los repartidores de coste y, de momento, no son obligatorias.

Estas válvulas pueden ser una solución para pisos con habitaciones que no se usan. O para regular el calor en aquellas viviendas de alturas bajas. En bloques de calefacción comunitaria es muy común que el vecino del segundo tenga que estar a temperaturas muy altas para que la calefacción llegue de forma correcta a las últimas plantas del bloque.

«Esto es cuestión de que nos mentalicemos, controlemos el consumo cada uno de nosotros y que el Gobierno también tome medidas. De lo contrario, se va a pasar muy mal», zanja Teresa Lechado, presidenta del Colegio de Administradores de Fincas en Extremadura.