El patrimonio en papel de la Catedral de Badajoz
Más de siete siglos de historia ·
Teodoro López y Tomás Pérez reúnen en un libro las joyas del archivo catedralicio, desde cartas reales a bulas papalesLa Catedral de Badajoz es monumento histórico-artístico desde 1931. Conocido es su coro de madera de roble de las Indias, su retablo mayor barroco, ... su lámpara hecha para el Congreso de los Diputados, sus tapices flamencos o los tesoros de su museo, pero en la calle Obispo hay 15.000 papeles que, aunque menos conocidos, son un patrimonio cultural y artístico de primer orden.
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Así lo reivindican Teodoro A. López, archivero capitular y director de los archivos eclesiásticos del Arzobispado de Mérida-Badajoz, y el historiador Tomás Pérez Marín, quienes han recopilado en un libro las joyas documentales del archivo catedralicio.
La publicación 'El archivo de la Santa Iglesia Catedral de Badajoz', editada por la Fundación CB, la presentaron ayer sus autores, de la mano del cronista oficial, Alberto González, y contó con la presencia del arzobispo, Celso Morga, entre otras autoridades.
En 600 páginas han reunido las joyas de un archivo que abarca, relata Teodoro López, «desde el año 1255 a 2015, custodiado en la Catedral hasta 2006 cuando se traslada a la sede de los archivos eclesiástico del Arzobispado, en la calle Obispo».
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En ese patrimonio de papel, que no se salvó del saqueo de Wellington, hay desde privilegios reales a bulas papales, pasando por los expedientes de limpieza de sangre, las cuentas del cabildo o los procesos criminales. En resumen, más de siete siglos y media de historia no solo de la Catedral, sino de la ciudad.
El legajo más antiguo son las cartas del rey Alfonso X. La primera está datada en 1255, fecha que coincide con la creación de la Catedral, en la que dona las tierras que tomó a la Orden de Alcántara en el término de Badajoz. La Catedral conserva 388 documentos reales desde Alfonso X a los Reyes Católicos, la mayoría son para otorgar privilegios o confirmar los privilegios concedidos por monarcas anteriores, pero también hay cartas eximiendo a los centros religiosos de determinadas obligaciones o tasas.
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Compitiendo en valor están los documentos que conserva la Catedral de Badajoz que están firmados por los distintos papas. La mayor parte, explica Tomás Pérez, «son bulas de nombramiento de los obispos de la diócesis. Se conservan los de casi todos los obispos desde el siglo XVI hasta la actualidad. De hecho, los documentos más recientes del archivo que recoge el libro son la bula de Juan Pablo II dirigida a Antonio Montero por la que le designa obispo de Badajoz en 1980 y la del papa Benedicto XVI nombrando a Celso Morga, arzobispo de Mérida-Badajoz en 2015».
Estos documentos, destaca Pérez, comparten su valor artístico, más allá del histórico, por la caligrafía empleada. «Formalmente los diplomas pontificios son muy bonitos, destaca la bula de Pío IX nombrando obispo de Badajoz a Manuel García Gil. Está escrita con llamada letra de San Pedro, que era tan difícil de entender que normalmente se acompañaba de un documento adicional donde se reproducía el mismo contenido con letra legible».
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De importancia para reconstruir la historia de la ciudad son, cuentan los autores, los libros de actas que recogen las reuniones del cabildo catedralicio. «Tienen una importancia capital porque proporcionan información de los acontecimientos que han ocurrido en la ciudad. Hasta los años 40 del siglo XIX, a parte de una entidad que regía la moral, la conducta y la vida religiosa, la Iglesia tiene un gran influjo desde el punto de vista económico y social» .
Entre los legajos curiosos sobresalen, dice López, los expedientes de limpieza de sangre, que eran las investigaciones que encargaba el cabildo para certificar que quienes iban a ocupar un cargo en la Iglesia e incluso en alguna institución civil no tenían antepasados judíos ni árabes. «Hay una relación muy extensa de expedientes de este tipo desde 1530 hasta 1836. La Catedral de Badajoz fue la primera de España que aprobó los expedientes de limpieza de sangre, 19 años antes que la de Córdoba y 37 que la de Toledo».
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El libro también recoge las cuentas y propiedades del cabildo, los procesos criminales o el fondo mundo musical. Un patrimonio más accesible ahora para los investigadores, porque como reivindica Pérez: «Para conocer el pasado hay que consultar los documentos, no podemos reducirlo a las manifestaciones artísticas».
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