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Paco Ponte en su quiosco de Carolina. LUIS GUTIÉRREZ

Paco, el cuponero que canta fados

Antes era panadero pero ahora se gana la vida en su quiosco de San Fernando

LUIS GUTIÉRREZ CARRERO

Jueves, 18 de agosto 2022

Francisco Ponte Veredas, 60 años, nació en el municipio portugués de Elvas. Hubo una época que trabajó como panadero pero ahora es cuponero de la ... ONCE y canta fados «desde muy pequeño».

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Dice Paco que durante su infancia fue un joven tímido, pero hace dos años y medio, un día lluvioso y nublado con las calles vacías, empezó a cantar fado en el quiosco de la avenida Carolina Coronado.

La acústica del establecimiento le encantaba y poco a poco empezó a soltar su voz. «Cuando cierro la puerta del quiosco se genera una sensación de intimidad que me ha facilitado que suelte mi voz».

Ese primer día de fados una señora se le acercó preguntándole si quería un micrófono y él le comentó que no le hacía falta.

Empezó a cantar en el coro de la ONCE en 2013, aunque con la pandemia lo tuvo que dejar. Ahí cantaba lírico, recuerda que le encantaba cantar en latín durante la misa de Santa Lucía, patrona de los invidentes.

Con la pandemia dejó el coro, pero no su afición. Cuando siente que su voz está a su gusto, incluso se atreve a cantar lírico en su establecimiento.

Ya su padre tenía dificultades en la visión, sus hermanas también. Paco padece un problema hereditario que se agrava con el paso del tiempo. Se operó en 2001 de cataratas pero no salió como esperaba y a partir de ese momento comenzó a notar que la pérdida de visión era más rápida.

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«El hecho de que cante fados quizás aumente la venta de boletos por curiosidad», admite. Aunque en ocasiones hay clientes con prisa que lo interrumpen pidiéndole el cupón. Una vez que lo vende, se arranca de nuevo con el fado, «A veces llevo media hora con el fado, me interrumpen y vuelvo a empezar».

Paco cuenta entre bromas que en su casa no quieren que cante. Lo han escuchado demasiadas veces, pero él no lo puede evitar.

Pero en el quiosco es distinto. Valoran su voz y la suerte que reparte. Ha entregado muchos premios desde que entró en la ONCE desde hace ocho años, aunque el más gordo fue el que repartió de un millón de euros hace dos años y medio. Cuando él entrega los premios, siente satisfacción y orgullo por su trabajo.

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Paco tuvo una infancia normal en la que usaba gafas. Su visión ha empeorado mucho pero su día a día no es tan complicado como pudiera parecer, al no ser una ceguera de nacimiento, la pérdida de visión ha sido lenta y eso le ha dado la oportunidad de adaptarse a su nueva situación.

Hasta la llegada de la pandemia estuvo en el coro de la ONCE, donde disfrutaba cantando en latín el día de Santa Lucía

En estos momentos el cuponero ve bultos cuando el contraste es fuerte. Un color oscuro sobre un fondo blanco, o al revés, un color claro sobre un fondo oscuro. De pequeño nunca veía bien del todo, pero mucho mejor que ahora.

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A diario los hijos de Paco recogen a su padre en el quiosco para evitar que pueda sufrir algún accidente. El último fue el año pasado en el barrio del Gurugú, donde residía él, le pegaron y le querían robar los rascas. «Había un chaval que le robó un rasca y se marchó corriendo», relata su hijo.

Paco, junto con su hijo. LUIS GUTIÉRREZ

Hasta el momento, el único invidente en su familia es él. En casa viven con naturalidad la discapacidad del cuponero, Francisco reconoce todos sus rincones con facilidad.

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En estos momentos trabaja en el barrio de San Fernando, concretamente en la avenida Carolina Coronado, donde está su quiosco. También es frecuente verlo en la librería Asterix, que está próxima.

Por la suerte que da y el salero que desprende a diario con sus fados, son muchos los vecinos del barrio que deciden comprar en su quiosco. Lo definen como una persona agradable y buena. «Casi siempre me da una pizca de suerte», dice Puri, vecina del barrio. «Yo cuando lo escucho cantar me encanta, y es que siempre vengo a este quiosco a por suerte», concluye Mari Carmen, otra clienta encantada de tenerlo cerca.

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