'Brutalismo Badajoz' es una de las piezas que más llama la atención de los visitantes. :: J. V. Arnelas

El Meiac muestra la visión urbana del brasileño Marlon de Azambuja

La exposición se enmarca en la serie del museo para dar a conocer la obra de artistas contemporáneos del otro lado del Atlántico

A. GILGADO

BADAJOZ.

Domingo, 27 de octubre 2019, 09:32

En la ciudad siempre hay algo misterioso. Bullicio ciego que te pone en alerta.

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A Marlon de Azambuja un amigo que viajó por el Amazonas le contó que al entrar en la selva oyes a los animales y los sientes cercas, pero jamás los ves. De hecho, si te los encuentras ya es demasiado tarde.

Algo parecido le ocurre a Marlon con la ciudad y la arquitectura urbana. Y con esa reflexión trae su propuesta creativa al Meiac hasta el 25 de enero. Azambuja nació en Porto Alegre, Brasil, en 1978. En 2005 llegó a Madrid y allí vive desde entonces.

«La música ya suena, yo solo subo el volumen. Se trata de ver algo que ya existe»

Para el comisario José Jiménez este ir y venir entre dos mundos tiene presencia en la serie que presenta en Badajoz. Las referencias artísticas de Marlon siguen en su país de cuna. Allí se formó y estudió, pero asume la experiencia migrante en su creación. En un principio, recuerda, Madrid le cerraba puertas, pero luego se las abrió. «Todo fue diferente».

Insiste, no se trata de estudiar y analizar la arquitectura urbana, sino vivirla y responder de forma intuitiva. Por el itinerario que se ha diseñado en la tercera planta del MEiac, el espectador transita por un viaje en el que se identifican formas que no se ven a simple vista. Once series y tres obras específicas. Hay, por ejemplo, una instalación de 263 dibujos a partir de plantillas de arquitectura. «La música ya suena, yo solo subo el volumen. Se trata de ver algo que ya existe».

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En el suelo ha plantado varias cajas de madera forradas de plastilina. 'Pensamientos' las ha titulado. Arquitectura mental. Diferentes tipos y tamaños dispuestas como la maqueta de una ciudad en miniatura.

El espacio en el que se generan las ideas es como un piso, sentencia. Con sus puertas, sus ventanas y los traumas escondidos en los cajones.

Y para sorprender un vídeo. 'Pangea choco'. El principio del mundo estaba reflejado en un Cola Cao. Pangea era el supercontinente que emergió antes de que la tierra se partiera en continentes. Y a Marlon le sugería esa idea cuando se hacía un Cola Cao. Un fondo blanco de leche que se mueve por la gravedad (de la cuchara) sobre el que emerge una pieza de chocolate disgregándose en pequeñas islas.

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En la pared destaca una fotocomposición de gran formato, tipo muro, de la fachada del Museo Whitney de Nueva York que se inauguró en 2008.

La figura final tras aplicarles filtros y repintarla a mano recuerda mucho a los documentos tipo Autocad de los planos. Lo habitual es proyectar para luego construir. En este caso coge lo construido para traerlo al proyecto. Su particular apuesta por repensarlo todo.

A De Azambuja le sugirió esta idea sobre el año 2008. Junto antes de la crisis. Percibía entonces en los poderes políticos una obsesión por la ampliación de los grandes museos.

Se hablaba mucho del edificio, de la fachada, pero muy poco de lo que habría dentro. La arquitectura como relevante sin importar demasiado el contenido.

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Por eso no extraña que alguien que dialoga tanto con lo urbano repare en la obra de los alemanes Bernd y Hilla Cecher. Famosos porque se pasaron toda la vida retratando la arquitectura industrial. Libros y libros de naves, silos, torres o almacenes de las periferias quedaron documentados. Los Cecher los veían como algo obsoleto. Preveían que este tipo de arquitectura desaparecería y se entregaron a la causa con empeño.

Los huesos de la ciudad

Marlon presenta en el Meiac una pieza con varias fotos de los Cecher redibujadas en negro. En 'Brutalismo' monta una estructura compleja con materiales de construcción comprados en los almacenes locales dispuestos como una ciudad en miniatura. Bloques para chimeneas, ladrillos o tejas sujetos con gatos y pinzas metálicas. Los huesos de Badajoz al descubierto.

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La arquitectura no es más que materia en suspensión. A estas alturas del recorrido sobra decir que se nutre de largos paseos por las calles. Hay una serie de fotografías del suelo con los discos de las alcantarillas formando un lenguaje propio o un vídeo de los rascacielos de la avenida Paulista captados mientras anda deprisa. La ciudad vibra. Como lo hace también algunos bancos, escaleras o señales de tráfico a los que coloca cinta de embalar de color.

Su particular alegoría para intentar cambiar la ciudad una vez que la conoces y la sientes. Marlon deja clara una premisa. No hay una urbe concreta. Nueva York, Madrid o Sao Paolo cabe en una misma. La pureza es un mito, concluye.

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Por eso critica los nacionalismos excluyentes. «Minimizan el mundo». Su aterrizaje en el Meiac viene bajo el proyecto expositivo 'La expresión americana' que pretende traer a España artistas contemporáneos del otro lado del Atlántico. Ya se hizo en marzo con la peruana Angie Bonino.

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