Otras posibles vidas para la planta de tabaco
Genética. El proyecto Newcotiana de la UPV y el centro extremeño Ctaex busca modificar este cultivo para darle otros usos
JOSÉ TOMÁS PALACÍN
Viernes, 5 de marzo 2021, 09:52
La planta de tabaco es mucho más que cigarrillos con alta concentración de nicotina que crea adictos y enemigos. Varias de las vacunas más prometedoras ... frente a la covid-19 utilizan los genes de esta planta para intentar salvar a un mundo en cuarentena intermitente, lo que muestra a su vez que la agricultura moderna no va de prohibir o eliminar plantaciones, sino de encontrar nuevos usos, posibles vidas para la supervivencia de estos cultivos.
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Un proyecto de la Universidad de Valencia y el centro de investigación extremeño Ctaex busca precisamente nuevos usos para el cultivo de tabaco.
Sus nuevos usos podrán aprovecharse en la industria cosmética. Y también en la farmacéutica. Medicago, una de las entidades referencia en la creación de medicamentos, reconocida por su trabajo contra la gripe, ya se encuentra en la fase 3 del desarrollo de una vacuna para la covid-19. Más de allá de AstraZeneca, Pfizer o Moderna, la compañía canadiense cuenta con la planta de tabaco como una aliada mejorar estos tratamientos.
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El proyecto Newcotiana es la confluencia de una necesidad y de una solución. Y han aprendido a utilizar la tecnología para aplicarla a las plantas de tabaco. El doctor Diego Orzáez, científico titular del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas del CSIC-UPV (Universidad Politécnica de Valencia) y coordinador del proyecto, explica que el genoma de las plantas es el conjunto de las instrucciones genéticas que muestran cómo son. «Imagina una pared llena de libros. Pues con todas esas letras podemos codificar la información del tabaco». En total, serían como unas cuatro mil millones de letras, de bases genéticas. Bastantes enciclopedias británicas. Hasta ahora, no tenían la capacidad de ir –haciendo un símil– al tomo concreto, la página precisa, el renglón exacto que querían y hacer el cambio que necesitaban.
«Hasta ahora». Esta tecnología, esencial para este proyecto, funciona como un corta y pega de material genético. Utiliza una proteína para ir directamente a los genomas que desea y editarlos a voluntad. Con ello, consiguen que la secuencia del ADN pueda modificarse para mejorar aplicaciones cosméticas y farmacéuticas, las más destacadas por Newcotiana Es como el Google de la genética. Un buscador molecular capaz de viajar por esos bloques de información, localizarlos, e introducir cambios. «Eso permite, por primera vez, ser rigurosos en las intervenciones que hagamos en el genoma y, de esa forma, cambiar las instrucciones. Antes se podía modificar genéticamente, pero de forma muy burda», admite.
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La legislación
Así, si todo va según lo previsto, en dos años deberían tener las variedades para empezar con los cultivos comerciales. Pero, tanto en el presente como en el futuro, se vislumbra un problema tan antiguo como la misma Europa: las leyes. «La legislación es el principal problema que nos encontramos. Ahora mismo, en Europa, está planteada como los organismos modificados genéticamente, lo que conocemos comúnmente como plantas transgénicas. Y esta es muy restrictiva», asegura. «Los requisitos que piden son tan altos y tan difíciles de conseguir que hace que económicamente sea muy poco viable».
Todo hacía suponer que la mejora genética no se iba a incluir en el campo de regulación que tienen los organismos transgénicos. Los cambios tan precisos que hacen –de todos esos miles de millones de letras pueden modificar hasta solo una– también son considerados transgénicos. En otros países se legisla por el producto, no por el proceso. «No sé si es porque somos más moralistas, pero tenemos dos productos exactamente iguales y se tienen que regular de forma diferente en función de cómo se han hecho». En un momento de crisis de sostenibilidad en el planeta, el no disponer de esa tecnología es un serio hándicap para el desarrollo de todas las herramientas que permitan mantener la agricultura sostenible del futuro.
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Según el líder de Newcotina, Europa no debe, no puede, perder estas tecnologías.
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