Huevos camperos al ritmo de Spotify
Pequeña explotación. En Herreruela, un municipio cacereño de 300 habitantes, se encuentra la granja Con un par, dedicada al cuidado de gallinas en libertad
Itziar Amor es de Vitoria. Se casó con Ramón González, también vasco, si bien su madre era de Herreruela, un pueblo de 300 habitantes de ... Cáceres. Por eso, todos los años bajaban a la pequeña localidad a pasar las vacaciones. El tiempo, el estilo de vida y el carácter hicieron que cada vez les costara más regresar al norte. Y en 2019, tanto Itziar como Ramón, con dos trabajos fijos, decidieron dejar todo y asentarse en Herreruela. Mil formas de negocio pasaron por sus cabezas y al final se decantaron por una: se dedicarían a vender huevos camperos.
Publicidad
Eso hacen en la granja Con un par, una empresa que se ha convertido en algo más para ellos. La misma Itziar Amor, ahora granjera, antes esteticista, cuenta que la vida en Vitoria era muy «alemana». «Tengo dos hijas pequeñas y prefería criarlas aquí, con otros valores, otra forma de vida. A los niños se les enseña robótica, programación y chino, les enseñamos de todo, pero luego no saben de dónde sale un huevo».
Los huevos de Con un par salen de las 2.740 gallinas de la raza Isa Brown que campan a sus anchas por la granja. Sus hijas, que prefieren el verde cacereño al ruido de la urbe, ya saben de dónde vienen.
En esta granja de gallinas Isa Brown pueden llegar a producir hasta 6.000 docenas cada mes
La granja
En realidad, una granja es muy sencilla de explicar. Gestionarla es otro cantar. «En 2019 arrancamos con el proyecto, aunque la administración tardó un poco más en dar los permisos. De hecho, las gallinas no llegaron a la granja hasta 2021, cuando dos años antes ya estaba constituida la empresa», recuerda.
Publicidad
«Pero bueno —continúa—, hacemos honor a nuestro nombre. Qué hay mejor que un par de huevos fritos. Y que hay que tener un par para dejarlo y emprender desde cero esta aventura».
La granja está dividida en dos gallineros: 1.370 gallinas por un lado y 1.370 gallinas por otro. En una pared del gallinero están las ponederas. Ahí es donde dejan los huevos, en una especie de cinta que, de manera automatizada, pasa a una habitación central, donde la granjera o su marido, manualmente, los van guardando y sellando en las hueveras para su posterior venta.
Esas ponederas están en una plataforma elevada que ocupa casi todo el gallinero. Hecha de rejillas, las gallinas tienen ahí sus comederos —conectados a los silos, situados fuera, y desde donde el pienso cae en las tolvas que se activan de forma automática cada cierto tiempo— y sus bebederos: en definitiva, duermen, comen y beben y también excretan. Sus deposiciones, señala Amor, pueden utilizarse luego como fertilizantes.
Publicidad
«La verdad es que nuestra granja es autosuficiente, seguimos el concepto de la economía verde y circular. No sólo reutilizamos los excrementos como fertilizante, sino que también contamos con placas solares de energía renovable y nuestra agua es de pozo por sondeo», especifica.
Volviendo al gallinero: si en una pared están las ponederas, en la otra hay unas trampillas con puertas abiertas al campo. Y es que los huevos no serían camperos si las gallinas no fueran completamente libres. En los gallineros, de hecho, sólo están para refugiarse o cuando quieren comer y beber. El resto del tiempo, aprovechan las horas de sol.
Publicidad
Suelen salir a las doce de la mañana, después de poner los huevos, y allí se pasan el día hasta que cae la noche. Como no es un animal depredador, ellas mismas se recogen cuando se siente inseguras.
Cualquiera podría pensar que, si todo está automatizado, no hace falta que los granjeros vayan todos los días. Y caería en un error: «Venimos todas las mañanas y todas las tardes, 365 días al año sin descanso. Además, yo les pongo música. Nada en especial, listas tranquilas de Spotify. Probé con la música clásica… pero era a mí a quien no le gustaba del todo», bromea la granjera.
Cómo son estos huevos
El huevo es como la menstruación de una mujer. No dejan de ser un óvulo, aunque una mujer menstrúa cada 28 días y la gallina cada 21 horas. Y eso si cuenta con 16 horas de luz al día, como pueden tener las gallinas camperas de Con un par. «Andamos siempre con un 85% o 90% de puesta al mes»; esto es, la granja produce alrededor de 6.000 docenas de huevos mensuales .
Publicidad
«Además de las horas de luz, nuestras gallinas comen pienso natural a base de maíz, agua y cereales, aunque no tiene la certificación ecológica. Además, comen la hierba o los bichitos que pillen al aire libre», explica. Es por eso que los huevos camperos tienen mayor consistencia, la clara es más compacta y su yema es mucho más amarilla. Y, cómo no, están muchos más buenos.
Pero ¿cuál es la diferencia entre un huevo campero y uno ecológico? ¿Y qué es eso de huevos de suelo y de jaula? «Es muy sencillo. La diferencia principal entre el campero o el ecológico es que el pienso tenga la certificación o no. Los dos son naturales a base de cereales, nos exigen el mismo espacio y demás».
Noticia Patrocinada
Asimismo, cabe recordar que un huevo campero, por esa certificación, no tiene el mismo precio que uno ecológico. Ni el mismo mercado. En Madrid, por ejemplo, podría venderse bien un huevo ecológico. En Extremadura es diferente.
«Además, hay una cosa que la gente no suele saber y que crea mucha confusión y es la cuestión de la gallina en suelo. Muchas personas compran huevos de gallina en sueño pensando que es esto, que están en el campo a sus anchas y haciendo lo que quieren y no tiene nada que ver», razona Amor.
Publicidad
La granjera señala que tanto de suelo como en jaula suelen ser megaexplotaciones donde hay decenas, centenas de miles o incluso millones de gallinas. «Son baterías de jaulas, completamente hacinadas. Las de suelo, aun enjauladas, no tienen nada arriba digamos, pero las de jaula… Es una fila, otra y otra con miles de gallinas que no se mueven en su vida, donde la de arriba excreta a la de abajo y así sucesivamente. Comen un pienso hecho para que pongan más huevos y con muchos antibióticos, porque al estar muchas en un espacio muy reducido son más propensas a las enfermedades», asegura.
Sabor
Del mismo modo, señala que esos huevos, los típicos que se podrían reconocer 'del súper', saben peor por el cortisol, una hormona generada por el estrés al que están sometidas las gallinas de estas granjas intensivas.
Publicidad
«Debemos tener claro que la gallina es un animal de producción. Pero parte de la importancia del huevo campero no es sólo que está más bueno o no, sino también la concienciación con el bienestar animal», apunta.
Al ser más natural, hay menos camperos que huevos de granjas intensivas. Las gallinas hacinadas ponen del orden de dos huevos al día. Las camperas no; por ejemplo, en invierno, al tener menos horas de luz, ponen menos. Pero no es un problema para la granja Con un par, porque la calidad de sus huevos es lo que les diferencia de las demás.
Publicidad
Los huevos camperos tienen una mayor consistencia: su yema es más compacta y su clara más amarilla
Esta granja debería vender a varias de las localidades cercanas a Herreruela, aunque en los últimos años ha surgido un problema: el huevo de estraperlo. En muchos campos tienen sus propias gallinas, cuyos huevos se venden a los vecinos, bares e incluso a las propias tiendas. La única manera de luchar contra ello, según Itziar Amor, es que quien tenga más de siete gallinas, pague la cuota de autónomos. «O que deban tener los mismos metros de espacio que nosotros, con las mismas condiciones, con sus guías de entrada, de salida…»,
Sin embargo, no les hacen tanto daño. Con un par no sólo vende a comercios de Extremadura, sino que también lo hace para algunas de las principales referencias de la gastronomía regional. La Bistrológica, Dromo, alBalat, Oquendo o Luzia son algunos de los restaurantes que cuentan con sus huevos camperos. «Cada día estoy más feliz de haber venido a Extremadura. Su luz, su gente, su calidad de vida. Mis hijas están mejor y mi marido y yo, también. ¿Volver a Vitoria? Imposible. Mejor en Herreruela, con nuestras gallinas».
Primer mes sólo 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión