La cantidad de producción, los efectos de la sequía y las olas de calor, la situación de los mercados... Son los factores que vienen condicionando ... año tras año el desarrollo de la campaña de la vendimia en Extremadura. Este año debemos añadir uno más: la electricidad.
Publicidad
Los precios a los que están actualmente el combustible y los insumos están elevando los costes de producción de nuestros viticultores, que no tienen más remedio que afrontarlos. Ahora, cuando la uva llega a la bodega, los costes del producto se encarecen aún más, porque en industria estamos afrontando una verdadera ruina con el incremento tan enorme que se está produciendo en la factura de la electricidad.
Desde que entró en vigor el tope del gas, todos los consumidores recibimos en nuestra factura un nuevo concepto por el que las compañías eléctricas nos cobran un concepto adicional, recogido en el Real Decreto Ley 10/22 que establece con carácter temporal un mecanismo de ajuste de costes. El truco del almendruco no podría ser mayor y estamos pagando más de 0,12 euros por kilovatio, que multiplicado por la electricidad que normalmente se consume en una bodega, que es el caso que nos atañe, para la producción del vino resulta una factura final desorbitada que muchos no podrán asumir siquiera.
Y además da igual que se haya invertido en autoconsumo a través de energías verdes, como sucede en muchas bodegas cooperativas extremeñas que han apostado así por el cuidado del medio ambiente con inversiones millonarias. También nos afecta. A todos.
Publicidad
Esta endiablada trampa va a condicionar, y mucho, el desarrollo de esta campaña de vinos en un momento en el que el mercado está en una buena situación, por la recuperación del canal horeca (hostelería, restauración y catering) y el auge del turismo.
Es cierto que aún es prematuro marcar una tendencia consolidada en los precios, pero los mercados sí son conocedores de los elevados costes de producción que se han afrontado y los bajos niveles productivos. En el caso de los blancos, los precios son estables y la tendencia va al alza; para los vinos tintos aún es pronto para aventurarse y habrá que confiar en que el consumo se recupere después del verano para que suban los precios.
Publicidad
Ojo, precios del vino. En las cooperativas no hablamos de precio de uva, porque no compramos uva. Vendemos vino, de una excelente calidad, con la uva que aportan nuestros agricultores socios, dándoles así mayor valor añadido.
Precisamente en el campo, la vendimia se está desarrollándose bien desde el punto de vista sanitario, porque la calidad de la uva es buena al no tener enfermedades. Desde el punto de vista productivo ya es otra cosa. La ausencia de lluvias ha hecho que la vid no esté en su mejor momento y estamos teniendo grandes mermas de uva. Si a esto añadimos los efectos de las olas de calor que hemos tenido, la incertidumbre es aún mayor, porque se está notando en el rendimiento de la producción.
Publicidad
Los datos que tenemos en Cooperativas Agro-Alimentarias Extremadura apuntan que esta vendimia va a ser escasa de producción, parecida a la que tuvimos hace tres años, la campaña 2019-20, en la que se produjeron 3,1 millones de hectolitros entre vino y mosto. No es para tirar cohetes, pero al menos será mejor que la de la campaña pasada, que fue la más baja de los últimos 15 años.
Ya la anterior campaña (2020/21) la producción fue muy baja por la falta de lluvias y las altas temperaturas, que afectaron de manera relevante al viñedo de secano. Ahora, la historia se repite y la importante sequía junto a las altas temperaturas durante la vendimia están reduciendo la producción, acumulándose los años en los que hablamos de sequía en este sector, que lo que hace es provocar un importante estrés hídrico en las vides de forma que tenemos rendimientos muy bajos y una uva con menos grados.
Primer mes sólo 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión