El bienestar de los animales es un valor comunitario recogido en el artículo 13 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. Asimismo, a nivel ... nacional, la Ley 17/2021 los define como seres vivos dotados de sensibilidad. En este contexto y en el marco de la mejora del bienestar en todo el ciclo de vida de los animales en explotaciones ganaderas, también en la fase de sacrificio, en 2020 el Ministerio de Consumo realizó una consulta pública sobre la posible instalación de sistemas de videovigilancia en los mataderos. A partir de ahí comenzó un proceso legislativo que culminó hace un año con la aprobación del Real Decreto 695/2022, por el que desde finales del pasado mes de agosto es obligatorio instalar cámaras de videovigilancia, al menos en las grandes salas de sacrificio, porque las pequeñas, disponen todavía de un año más de margen. En este sentido se consideran pequeños a aquellos mataderos peninsulares que no sacrifiquen más de cuarenta unidades de ganado mayor por semana, con un máximo de dos mil al año. En el caso de los insulares, su límite será de cincuenta animales por semana, con un máximo de dos mil quinientos por año.
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Por supuesto, las cámaras solo pueden estar instaladas en las zonas donde se encuentran los animales vivos, respetando así la privacidad de los trabajadores y trabajadoras. Por tanto, nunca podrán estar en zonas de descanso, vestuarios, aseos, comedores, etc., y serán solo de imagen no pudiendo grabar sonidos. Imágenes que deben quedar a disposición de los organismos competentes de inspección y control.
Se trata de una medida pionera, lo que en sí mismo no es ni bueno ni malo. Se podría considerar como un gran avance o como un exceso de celo. La realidad es que desde que comenzó el proceso regulatorio y de consulta pública, el sector cárnico y ganadero no han tenido especial problema con esta norma, considerándola quizás una medida redundante y de escasa utilidad, dados los estrictos controles que ya existen sobre esta cuestión. El sacrificio y las operaciones conexas, como el manejo, estabulación, sujeción, aturdimiento y el sangrado, pueden provocar dolor, angustia, miedo y otros sufrimiento a los animales, incluso realizándolas en las mejores condiciones y con las más avanzadas técnicas disponibles. En este sentido la propia industria es consciente de que, entre otras consecuencias positivas, la mejora del bienestar de las reses en el momento del sacrificio contribuye a mejorar la calidad de la carne y, por tanto, también favorece su actividad empresarial.
La realidad es que esta medida parece que va a aportar poco, y es una más de tantas otras que este ministerio ha estado promoviendo, con frecuencia intentando desacreditar al sector ganadero español, tanto a nivel nacional como internacional, como muchos de ustedes recordarán; aunque este no es el caso.
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Pero al margen de los sinsentidos político-económicos en este campo, lo importante es que la función de estas cámaras va a ser confirmar lo sabido, que es la pulcritud del sector en el cumplimiento de las estrictas normas ya establecidas. Por otro lado, el coste de este tipo de instalaciones es alto, pero no tanto como para desequilibrar el balance de las empresas gestoras.
La realidad, tal como recuerda este mismo real decreto, es que el bienestar de los animales es una cuestión de creciente interés público que influye cada vez más en las decisiones de consumo alimentario de los ciudadanos, por lo que cualquier medida que muestre la excelencia del sector en este campo, nunca resta, aunque su utilidad sea limitada.
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