España cuenta con una larga tradición en el uso del regadío, aprovechando los recursos hídricos disponibles para garantizar la producción agrícola. A pesar de las ... dudas que algunos partidos políticos han generado sobre este modelo de cultivo en nuestro país, este sistema desempeña un papel fundamental, permitiendo el cultivo de una amplia variedad de productos y contribuyendo al desarrollo económico español. Las limitaciones en las disponibilidades de agua como factor crítico, no es un argumento sólido, ya que el regadío no es necesario en zonas de abundantes lluvias, sino precisamente en aquellas en que el agua es escasa. En nuestro país el agua es un recurso que hay que gestionar eficientemente y, sobre todo, redistribuir.
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No olvidemos que entre otras muchas ventajas el regadío permite aumentar la productividad, la producción y la diversidad de cultivos, lo que evita tener una alta dependencia alimentaria; genera empleo y favorece el desarrollo rural, al crear puestos de trabajo en el sector agrícola e impulsando la creación de industrias relacionadas, como la agroindustria, la logística y el turismo rural.
A pesar de que el regadío consume grandes cantidades de agua, se han implementado avances tecnológicos y técnicas de gestión que mejoran su eficiencia. La adopción de sistemas de riego por goteo, aspersión y otras técnicas de riego eficientes permite reducir las pérdidas de agua y optimizar su distribución. Además, ya se aplican prácticas de riego precisas y tecnologías para monitorizar las necesidades hídricas de los cultivos, evitando el riego excesivo y el desperdicio de este recurso.
Pero yendo a los datos, el regadío se alimenta sobre todo de agua superficial, que representa el 74%, seguido del agua subterránea (24%), en este último caso con una gran cantidad de recursos hídricos todavía sin explotar. En España, cada vez más, y como consecuencia de su escasez, agravada por el cambio climático, se están usando otras fuentes de agua no convencional, como son las aguas residuales (0,4%) o las desalinizadas (1,6%). Todavía poca cantidad pero con un gran potencial de crecimiento, a pesar de sus altos costes de obtención.
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En 2022 y de acuerdo con los últimos datos publicados por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la superficie de cultivada en regadío ascendió a más de 3.771.000 hectáreas, el 22,4% del total. Sin embargo, se ha reducido en un 2,75% con respecto al año anterior, a pesar de que el riego localizado ha incorporado 439.681 nuevas hectáreas en el mismo año. Esto se ha debido a que parte de las tierras de cultivo en regadío están ubicadas en cuencas hidrográficas con escasa disponibilidad de agua. Pero un dato todavía más relevante es que casi el 56% del total del regadío en nuestro país es riego localizado por goteo, lo que confirma la alta eficiencia del regadío español y su óptimo aprovechamiento del agua. En todo caso no solo es el riego localizado el que se clasifica como modelo eficiente, hay otros utilizados en cultivos en extensivo, como el de aspersión y el automotriz, y que representan el 23% del total del regadío. Además, los llamados riegos eficientes, que ahora representan el 79%, han crecido un 19% solo en los últimos diez años. Por otro lado, el riego por gravedad, el más ineficiente de todos ellos con diferencia, se ha visto reducido en un 16% en la última década. Una tendencia de reconversión que confirma la cada vez mayor profesionalización y mejor aprovechamiento de los recursos escasos que realizan nuestro profesionales del campo.
En el caso de Extremadura, en 2022 se cultivaron 258.473 hectáreas en regadío, el 6,8% nacional, de las que el 79% fueron sistemas de riego eficientes, en línea con la media del país. En particular el localizado fue el dominante, ocupando el 65% de la superficie irrigada.
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