El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) ha publicado hace unos días en el Boletín Oficial del Estado (BOE) una resolución en la que ... informa de los índices de precios en origen percibidos por los productores en 2022, que sirven de base para la actualización de las rentas de los arrendamientos rústicos.
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De acuerdo con esos indicadores, el índice de precios de los productos agrícolas y ganaderos en 2022 fue un 24,5% más elevado que en 2021. En el caso de los productos agrícolas el crecimiento fue un poco menor, del 23,7%. De los productos analizados, los índices que más repuntaron fueron cultivos forrajeros, que creció el 55,4%, las leguminosas de grano con un 44,7% de alza, los tubérculos con el 42,3%, cereales el 39,4%, aceite el 34,9% y cultivos industriales el 29,3%. Por debajo de la media las hortalizas que aumentaron el 21,5%, frutas el 11,8% y vino el 10,6%. Los únicos que vieron reducido su precio fueron los cítricos, cuyo valor cayó el 8%
Por su parte, el índice de productos ganaderos experimentó un crecimiento medio más elevado que el agrícola, superando el 25,5%. Sobre este indicador tuvieron especial incidencia los huevos cuyo precio se elevó un 57,8% anual, la leche el 29,3% y el vacuno de abasto con un incremento del 29%, mientras que en otros productos de origen animal el aumento fue algo menor, como es el caso del porcino que creció el 22,1%, el 20,8% el conejo, el 19,7% las aves, el 9,6% el caprino, el 9,3% el ovino y la lana el 9%
Este hecho aumentará el valor de las tierras de uso agrícola, lo que hará crecer el patrimonio de sus propietarios
Hay que entender que son índices de precios medios, calculados con 2015 como año base, por lo que sobre todo sirven como referencia para evaluar el crecimiento con respecto a años anteriores, donde se ve que han aumentado de forma sustancial si se comparan con 2021. Este hecho tendrá como consecuencia el incremento del valor de las tierras de uso agrícola, lo que hará crecer el patrimonio de sus propietarios. Por otro lado y aunque estos datos puedan resultar llamativos, no compensan el elevado ascenso de los principales costes de producción, que ha llevado a que en muchas zonas el margen de las explotaciones agrarias se haya reducido de forma notable. Por otro lado, también muestra el esfuerzo que ha hecho el resto de la cadena alimentaria, en particular el gran y pequeño comercio, en absorber parte del encarecimiento del producto base, cuyo aumento de precio, en caso de haber sido trasladado íntegramente al consumidor, habría supuesto un incremento mucho mayor de la inflación, ya de por sí disparada. De hecho los alimentos se han encarecido al consumo un 16,5% en un año, y un 12% solo en este primer trimestre de 2023, de acuerdo con los datos del Instituto Nacional de Estadística; un porcentaje bastante inferior a la subida de los precios en origen
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Por otro lado se ha producido una preocupante caída del volumen de ventas en supermercados y grandes superficies. Los consumidores han reducido sus compras en un 4%, de manera más intensa en grupos alimentarios como los productos frescos, que son los más sensibles, por ser altamente perecederos. Es debido a la todavía constante subida de precios, a pesar de la bajada del IVA en algunos productos básicos, que no en todos, ya que carnes y pescados entre otros, quedaron fuera. En todo caso, no indica que la medida haya sido ineficaz, sino que, con casi total seguridad, la subida de precios al consumo habría sido todavía mayor en caso de no haberse aplicado. Hay que recordar que no se trataba de una medida curativa, sino meramente paliativa.
Lo menos malo es que las previsiones apuntan a que a partir del segundo trimestre la tensión inflacionista se relajará un poco. Veremos en qué queda.
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