El Tribunal de Cuentas Europeo (TCE) ha emitido un informe crítico respecto a las políticas europeas en el campo de la agricultura ecológica, señalando diversas ... debilidades e incoherencias. Lo primero, hay que aclarar que no es un posicionamiento sobre el valor de la agricultura ecológica, como erróneamente se ha interpretado en algunos medios, sino una crítica a la gestión pública de este modelo de producción agraria. De hecho, se trata de un informe hace tiempo esperado por el sector, que reclama una mayor recogida de datos y que las ayudas no se vinculen solo a la superficie e incentive el consumo y el desarrollo del mercado interno.
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Según los auditores de este organismo, los fondos que los agricultores recibieron entre 2014 y 2022, que ascendieron a aproximadamente 12.000 millones de euros bajo la Política Agrícola Común (PAC), se destinaron a la expansión de la superficie de cultivo ecológico, pero sin considerar adecuadamente los objetivos medioambientales y de mercado que la política de la Unión Europea (UE) había establecido.
El TCE también destacó la carencia de métodos para medir de forma efectiva los beneficios medioambientales que se atribuyen a la agricultura ecológica. Aunque las ayudas de la PAC tenían la intención de compensar a los agricultores por los costes adicionales y las pérdidas de ingresos al cambiar de agricultura convencional a ecológica, no había exigencias para producir alimentos ecológicos específicos. Uno de los puntos más críticos del informe es que los agricultores podían recibir estas ayudas sin estar obligados a cumplir con requisitos específicos tales como la rotación de cultivos o las normas de bienestar animal. Además, se constató que era común obtener autorización para usar semillas no ecológicas en cultivos etiquetados como ecológicos, situación que cuestiona la integridad del sistema.
La proporción de tierras agrícolas dedicadas a la agricultura ecológica ha crecido de manera constante en la UE desde 2014. Sin embargo, existe una notable disparidad entre los Estados miembros, con Malta en el extremo inferior con solo un 0,6% y Austria en el superior con un 25,7% de sus tierras agrícolas bajo cultivo ecológico.
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Asimismo, las estadísticas muestran que, a pesar del aumento en la superficie, la demanda del mercado no ha crecido a un ritmo equivalente. La falta de incentivos sólidos y la ausencia de una estrategia coherente y bien implementada podrían ser factores que contribuyen a este desajuste. Como resultado, la producción ecológica sigue representando menos del 4% del mercado alimentario total de la UE.
La Comisión Europea considera la agricultura ecológica esencial para aumentar la sostenibilidad agrícola, con la meta de que ocupe el 25% de las tierras agrícolas en 2030. Sin embargo, según el informe del TCE, este objetivo es inalcanzable, ya que se necesitaría duplicar la tasa actual de adopción de prácticas ecológicas para cumplirlo; y aunque están ganando terreno, no es suficiente enfocarse solo en aumentar la superficie cultivada. Es necesario apoyar más al sector desarrollando el mercado e impulsando la producción. De lo contrario, se corre el riesgo de crear un sistema desequilibrado que dependa totalmente de los fondos de la UE en lugar de un sector dinámico impulsado por el consumo.
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La agricultura ecológica requiere una regulación más estricta y coherente para cumplir con sus objetivos, y no solo lo dice el TCE, según un estudio del Instituto de Investigación en Agricultura Ecológica, la adopción de prácticas ecológicas puede reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y aumentar la biodiversidad, pero es crucial que las políticas de apoyo se alineen con estos objetivos para maximizar los beneficios. La transparencia y una evaluación rigurosa de los impactos ambientales reales son esenciales para garantizar su credibilidad y eficacia en la UE.
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