La semana pasada profundizamos en la relevancia del sector ecológico en función de la superficie ocupada y del número de explotaciones, pero dejamos pendiente un ... aspecto clave como es el consumo. Nos centramos hoy en este asunto, tomando como referencia el informe anual sobre la producción y el consumo ecológico en España, referido a cifras de 2021, y elaborado por la Asociación Profesional Española de la Producción Ecológica (Ecovalia).
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La media de consumo de productos ecológicos subió en España por encima del 3% en el último año. En total rondaron los 2.850 millones de euros, de los que solo el 12% fue restauración, frente al 88% doméstico. A pesar de ser España uno de los grandes productores, tal como apuntábamos la pasada semana, en consumo solo representamos el 2% del mercado mundial.
Esto supone que el ciudadano español solo gasta de media 53 euros al año en este tipo de alimentos, muy alejados de los 425 de los suizos, e incluso por debajo de los 83 de los noruegos, que se sitúan en décima posición. Llama la atención que ocho de los diez mayores consumidores per cápita mundiales son europeos, y solo Estados Unidos y Canadá se sitúan dentro de este selecto grupo, pero en la séptima y octava posición respectivamente.
Sobre las preferencias del consumidor, el 64% son productos de origen vegetal, un 27% carne y el 9% restante otros productos de origen animal. Una diferencia en la que probablemente influya que hay más proporción de consumidores vegetarianos o veganos que optan por un consumo regular de productos ecológicos, frente a los que mantienen una dieta omnívora. También puede influir que el precio medio de un alimento ecológico vegetal es de 2,5 euros el kilo, bastante menos que los 6,5 en el caso de que sea animal. De todas maneras, uno de los mayores limitantes para la compra de estos productos con respecto a los convencionales es su precio; si bien es cierto que en 2022, con una inflación disparada, los productos ecológicos se han encarecido menos, un 7,3% frente al 8,8% en la cesta convencional.
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Uno de los productos con mayor crecimiento en ecológico es el olivar, que aumentó la superficie un 15% el pasado año, solo superado por cítricos, plataneras y frutos secos, siendo el segundo cultivo con mayor terreno cultivado, por detrás de los propios frutos secos. Buen parte de la producción orientada a aceite, pero también a aceituna de mesa. Este último, un sector que ha visto reducida la producción en un 36% como consecuencia de la sequía y, como el resto de los sectores, con márgenes muy constreñidos debido a la guerra de Ucrania y la crisis energética y de costes. Sin olvidar que todavía está sufriendo la política ultra proteccionista del mercado de Estados Unidos para la aceituna de mesa, con los aranceles impuesto por el gobierno estadounidense en 2017 y, por tanto, en pleno reto de recuperar, si no todo, al menos parte del mercado perdido. Por supuesto, la apertura de nuevos mercados exteriores como el chino y el de otros países orientales, es una apuesta que puede compensar la caída de este potente mercado norteamericano, y que requiere de una alianza estratégica entre el sector y las diferentes administraciones.
En este contexto, a través de Cooperativas Agroalimentarias de España, el sector está presionando al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para que defina conjuntamente con ellos un plan de sostenibilidad para la aceituna de mesa. En particular demanda un plan hídrico que le permita afrontar la escasez de agua, garantizando la disponibilidad de agua para riego y favoreciendo las inversiones para la modernización de regadíos.
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Por otro lado, el sector industrial representado en este caso por las entamadoras, también ha manifestado su malestar por la falta de incentivos fiscales para el hueso de aceituna, como materia prima de energía alternativa, mientras que otras fuentes como la biomasa sí han sido beneficiarias de rebajas fiscales.
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