Algo está cambiando

Ahora, ese cambio está adoptando otra tendencia. La reducción del consumo de vino, la influencia de los movimientos antialcohol en las políticas públicas y el impacto del cambio climático están dibujando un panorama al que el sector está adaptándose a marchas forzadas en nuestra región.

El estancamiento en el consumo de vino está llevando a muchos viticultores extremeños a arrancar viñas y cambiar el cultivo a otros de tipo leñoso, fundamentalmente al olivo.

Es algo que duele siquiera decirlo. Pero es absolutamente necesario que vuelva la rentabilidad a las bodegas a los viticultores. Y si esta situación se está dando ya, habría que empezar a plantearse abrir el debate del arranque para dar una salida digna a los agricultores y volver a la senda de la rentabilidad. De lo contrario, en unos años estaremos hablando del abandono de actividad en el sector vitivinícola.

A todos esos factores se unen las constantes exigencias normativas. Y los vinos no están ahora para tantas. Es lo que está pasando con la nueva norma europea sobre el etiquetado de vinos para su venta en la Unión Europea (UE), por la que ahora hay que detallar la lista de ingredientes y datos nutricionales. Ahora habrá que insertar un código QR en la etiqueta de la botella para que los consumidores puedan acceder a todos los datos. Un objetivo más que loable y que tampoco nos viene mal, porque cuantos más controles mejor nos irá a los que hacemos las cosas bien, dando mayor transparencia al sector y transmitiendo más confianza a los consumidores en nuestro compromiso con ellos.

La calidad de los vinos extremeños es indiscutible. Y esta vendimia será un nuevo ejemplo de ello. La previsión que tenemos es que la calidad de los vinos de este año sea ideal. Las viñas están muy sanas y las lluvias que tuvimos durante la primavera han permitido que se recuperen ligeramente, agotadas por la sequía de años anteriores. De este modo, la situación en campo es buena ye so nos permitirá conseguir unos vinos muy equilibrados y de calidad.

Las altas temperaturas que hemos tenido durante las primeras semanas de agosto lo que han provocado ha sido un menor rendimiento de la uva que está entrando en bodega. El calor registrado fundamentalmente durante las noches, que no dieron tregua a las viñas, aceleró la maduración de la uva, obligando además a aumentar el ritmo de entrada de la producción en las bodegas cooperativas, donde campaña a campaña vemos cómo se adelanta la vendimia.

Todo ello ha llevado a reducir la previsión de producción en esta vendimia en la región respecto a la primera que realizamos. Desde Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura estimamos que la producción estará en torno a los 3,1 millones de hectolitros, lo que supone una merma respecto a la previsión inicial de 3,4 millones de hectolitros. Una situación que se repite en prácticamente todas las comunidades autónomas productoras.

Esta cifra estaría un 8% por debajo de la media de producción de las últimas doce campañas, que se sitúan en 3,37 millones de hectolitros y un 22% por encima de la campaña del año pasado. Una buena noticia para el sector, aunque también es verdad que la cosecha del año pasado no fue tampoco para tirar cohetes.

De momento llevamos ya varias semanas de vendimia, que se está desarrollando sin ningún incidente relevante, escalonándose además la entrada de uva en las cooperativas, lo que es de gran interés para agricultores y bodega.

En cualquier caso, este año presenta todos los factores para ser bueno para la uva y para los vinos en Extremadura, lo que nos permitirá continuar compitiendo en un exigente mercado.

Sólo queda esperar que los vinos blancos mantengan la tendencia al alza de los precios de la última campaña y que la excelente calidad de los tintos permita su reposicionamiento de precios y en el mercado.