El último informe de la unidad de investigación CaixaBank Research, confirma lo que ya se empezaba a vislumbrar y que se expone en este artículo. ... Esto es que el sector agroalimentario español se reactiva y comienza a ver la luz después de años difíciles, marcados por varios factores no previstos y una producción limitada. El alivio de la prolongada sequía que golpeó extensas áreas del campo español, así como una cierta reducción en los costes de producción, están generando expectativas más favorables para la campaña 2024-2025. Los cereales también muestran signos de recuperación, después de una caída del 35% en 2023. La campaña actual ha sido positiva en línea con el promedio de los últimos cinco años. Paralelamente, el aceite de oliva, cuya producción se desplomó casi un 60% en 2023 con la consecuente alza de precios, muestra buenos pronósticos para la nueva temporada, lo que ya se refleja en una moderación de sus cotizaciones tanto en almazara como para el consumidor final. En el caso del vino, por poner otro ejemplo, tras la caída del 21% del último ejercicio, también se empieza a recuperar, aunque sin alcanzar las cuotas de producción de los últimos años. Sin embargo, no todos los cultivos evolucionan en el mismo sentido; las desfavorables condiciones hidrológicas todavía lastran a muchos de ellos, con más del 12% del territorio español en situación de sequía prolongada.
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Aunque los costes de producción han descendido significativamente desde los picos posteriores al conflicto en Ucrania, se mantienen en niveles mucho más altos que los previos a la pandemia. A esto se suman retos estructurales como la falta de mano de obra, el impacto del cambio climático y la adaptación a nuevas regulaciones, que continúan limitando el crecimiento del sector de manera más profunda.
La formación de los precios al consumo es un aspecto clave para la economía familiar y la nacional. La situación actual está marcada por el considerable aumento del valor de los alimentos en España, que acumulan una inflación de más del 30% desde diciembre de 2019, superando en casi 13 puntos la media del IPC. Dada la relevancia de los alimentos en el consumo de los hogares y en el sector agroalimentario español, esto ha marcado la evolución de la economía y ha condicionado la composición de la cesta de la compra, que aún está por ver si volverá a ser similar a la de hace un quinquenio o habrá generado nuevos hábitos. La realidad es que los precios siguen aumentando, aunque de forma mucho más moderada. Mirando hacia adelante, se prevé que la disminución en los precios de las materias primas agrícolas y de la energía en los mercados internacionales contribuya a contener los costes de producción agrarios, lo que aliviaría en los próximos trimestres la presión inflacionista.
En este contexto, España sigue destacando como una potencia exportadora de productos agroalimentarios, ocupando el octavo lugar mundial en exportaciones agrícolas con una cuota del 3,2%. Dentro de la Unión Europea, España se sitúa en la cuarta posición en valor de exportación, solo por detrás de Países Bajos, Alemania y Francia. La mejora en la producción agraria durante el primer semestre de 2024 ha permitido un crecimiento en el volumen de exportaciones agroalimentarias del 3% interanual, tras dos años consecutivos de descensos. En términos de valor, el incremento es aún más significativo, con un 5,9% en el primer semestre de 2024, impulsado por el aumento de los precios en los mercados internacionales. Por otro lado, la creciente diversificación de los mercados de destino refuerza la capacidad de adaptación del sector ante eventuales crisis coyunturales.
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Desde la Federación Española de Industrias de la Alimentación y Bebidas (FIAB) afirman que la contención de costos y la adaptación a los cambios en los mercados internacionales serán claves para mantener el crecimiento de 2024 en adelante.
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