Recogida de castañas en un monte. HOY

El castaño se reconvierte para sobrevivir

Declive. Extremadura cuenta con 10.000 hectáreas de castaños, de las que 3.300 son de fruto y el resto maderables, todas afectadas por las plagas y el cambio climático

Eloy García

Navalmoral de la Mata

Martes, 23 de enero 2024, 14:18

El cultivo de castaño tradicional tal y como lo conocemos hasta ahora está en declive. Enfermedades y cambio climático diezman la superficie de este cultivo, ... en torno a 10.000 hectáreas, de los que de una u otra forma dependen más de un millar de productores.

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La voz de alarma la da Efrén Martín, técnico de la Asociación de Productores de Castañas de Villuercas, colectivo compuesto por una cooperativa y numerosas explotaciones que aglutina a 250 productores. Este experto alerta del «retroceso» que este cultivo está experimentando en la región.

Martín, que ya ha formado parte de varios grupos de trabajo para el estudio científico de estos problemas y posibles soluciones, señala que la incidencia de enfermedades como la tinta (un hongo del suelo que afecta al árbol como hace la seca a las encinas) y el chancro (que reseca las ramas) hace necesario que se lleven a cabo cambios a la mayor brevedad posible.

«El castañar tradicional se está viniendo abajo y se hace necesario intervenir para poder mantener la superficie y la producción», insiste. Apunta a la conveniencia de llevar a cabo una reconversión, tal y como se hizo años atrás con las vides.

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Este proceso pasaría por utilizar híbridos resistentes a estas enfermedades, a plagas, y que se adapten también al cambio climático, otro de los problemas a os que se enfrentan. «Las precipitaciones son cada vez más irregulares y las temperaturas más altas, por lo que se hace difícil sacar adelante castaños por debajo de los 700 metros de altitud», argumenta.

Así lo reflejan en el proyecto de innovación 'Manual de buenas prácticas en el cultivo del castaño en Extremadura', que ha contado con la participación de expertos en el control biológico de plagas, uso eficiente de agua, sistemas agroforestales y sostenibilidad de cultivos, entre otras áreas.

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«El objetivo general de este proyecto de innovación es fomentar la revalorización de los castañares de Extremadura, mejorando la gestión de las explotaciones y el estado fitosanitario del castaño, a través de la recuperación y mantenimiento de la superficie tradicional, dada su importancia en las economías familiares de montaña y por tratarse de un hábitat natural de interés comunitario», explican.

Agricultor haciendo un tratamiento contra el chancro. E. M.

Importancia social

Entre las medidas a tomar (o a conservar y potenciar, según el caso) se encuentran el binomio castañar/ganado, para controlar las cubiertas vegetales y la regeneración de matorrales; o la plantación de portainjertos híbridos con variedades resistentes a enfermedades. Ya han experimentado con la Bouche de Betizac, de Manolo y la Judía, Calvotera, Famosa, Martainha.... También están trabajando en la instalación de sistemas de riego localizados, tales como goteo o microaspersión.

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Además, se da la circunstancia de que se trata de un cultivo de gran importancia social, «estratégico en las zonas de montaña», por obtener similar o incluso mayor rendimiento que otros típicos de estas áreas (como el cerezo). De hecho, se configura como un significativo complemento a la economía de muchas familias.

De ahí que el citado proyecto, en el que se apuntan una serie de medidas a llevar a cabo, también pretenda contribuir a la lucha contra el despoblamiento de las zonas rurales de Extremadura, «así como a la mejora el estado de las masas forestales y el valor medioambiental del territorio, la prevención de incendios forestales, y la revalorización el sector de la castañicultura y comercialización de sus productos, tales como madera, frutos y setas».

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A falta de un censo exhaustivo (el castaño se considera tanto una especial forestal, para extraer madera, como agrícola, por los frutos, por lo que se hace más difícil cuantificar este subsector), Martín pone como ejemplo el caso de Villuercas, comarca en las que hay 1.800 hectáreas de castaños, de las que se benefician en torno a medio millar de familias. «Es la zona que más árboles de esta especie hay, pero no la más productiva», aclara.

Los problemas que han detectado en esta zona se pueden extrapolar al resto de la región. En la zona de Guadalupe, por ejemplo, han descubierto parajes en los que el censo de castaños se ha visto mermado en un 70%. «Es una tónica que ya está pasando», concluye.

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