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EL PAÍS QUE NUNCA SE ACABA PORJ. R. ALONSO DE LA TORRE

Monsanto, 'petiscos' y granitos

En 1938, la República de Porugal convocó un concurso para elegir la 'Aldeia mais portuguesa de Portugal'

PPLL

Domingo, 1 de noviembre 2009, 11:25

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Los españoles destruyeron Monfortinho en 1640 y los españoles llenan hoy el pueblo de vida. Entramos desde Zarza la Mayor en Portugal y lo hacemos cruzando el río Erjas para llegar a las Termas de Monfortinho. Debe quedar claro que una cosa son las termas y otra el pueblo. Y también debe quedar claro que ambos enclaves pertenecen a la Cámara Municipal de Idanha-a-Nova, en la Beira Interior, distrito Castelo Branco.

Y es que El País que Nunca se Acaba no llega solo hasta el Alentejo, también abarca estos 'concelhos' más norteños que limitan con la zona de Gata y con las tierras del Alagón. Sabugal, Penamacor, Idanha-a-Nova. Por este último va a discurrir nuestro viaje de hoy. Intentaremos descubrirles restaurantes interesantes y lugares que merece la pena visitar.

Vaya por delante que Idanha-a-Nova es un ayuntamiento que presume de fronterizo, hasta el punto de que acoge el Centro Cultural de la Raya y en él se celebra regularmente la Feira Raiana. Aunque su mayor encanto es que alberga en su territorio tres 'aldeias históricas': Penha Garcia, Monsanto e Idanha-a-Velha.

De Penha Garcia no vamos a contar hoy nada pues ya la visitamos en otro viaje por El País que Nunca se Acaba y ya les descubrimos los encantos de su ruta de petroglifos y molinos, de su panadería medieval o de su restaurante Raiano. Sin embargo, sería imperdonable que les escondiéramos un descubrimiento de última hora: un restaurante entrañable y típico situado en la carretera, en uno de los cruces de entrada al pueblo.

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Se trata de O Freixo, una casa de comidas barata (11 euros precio medio) donde en un comedor sencillo sin aire acondicionado o bajo un toldo y una parra, se come un bacalao riquísimo. La ración cuesta 8'50 y lo preparan 'ó lagareiro' o al estilo minhoto. Ambos llevan cebolla, pimiento y ajo. El minhoto es acompañado por patatas fritas, mientras que el lagareiro tiene una guarnición doble: a un lado judías pintas, al otro, patatas ó Murro.

Lo de las patatas ó Murro hay que explicarlo porque son muy típicas en la Beira. Algunos las llaman patatas al puñetazo y consisten en patatas asadas con su piel a las que, cuando ya están casi en su punto, se les da un golpe para que se abran. ¿Cuál de los dos bacalaos está mejor? A nosotros nos gustó más el lagareiro, pero.

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De todas maneras, hemos ido demasiado deprisa. Habíamos llegado a las Termas de Monfortinho y hemos saltado a Penha Garcia al olor del bacalao. Demorémonos en el balneario porque hay novedades. Hasta hace poco, para tomar las aguas en Monfortinho había que pasar por el médico, escoger un programa de varias sesiones. En fin, demasiado medicinal. Ahora ya ofrecen programas más modernos y sencillos.

Desde 39'60 euros y sin necesidad de consulta médica, se puede disfrutar de un programa de bienestar con hidromasaje, ducha Vichy con masaje y ducha escocesa y vaporización general. Las termas han recuperado su esplendor de antaño o casi. Funcionan dos hoteles de categoría, un enclave rural, nueve pensiones, dos residenciales y 11 restaurantes.

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Bufé libre

¿Dónde comer? Un sitio glamuroso y entretenido para el fin de semana es el Club de Pesca e Tiro. Tras entrar desde la frontera, se sigue hasta la primera rotonda, allí se coge la dirección de Castelo Branco y a 4 kilómetros se encontrarán un seto lujoso y un cartel que anuncia el club. El restaurante es espectacular, con una gran cristalera que da al césped del campo de tiro. Los domingos y algunos sábados ofrecen un bufé libre por 15 euros. No es una exquisitez, pero resulta divertido, sobre todo si se va con niños.

Dejamos ya Monfortinho y Penha Garcia, seguimos carretera adelante y en un cruce encontramos la indicación de Monsanto. Vamos por ahí. Empezamos a ascender, y a ascender, y a ascender. La carretera es cómoda, aunque zigzagueante. Por fin llegamos a la entrada del pueblo, en lo alto. Hay un aparcamiento en la última curva desde el que se ve gran parte de la Beira.

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Monsanto es como era, ha cambiado muy poco, y ostenta con orgullo y razones el título de 'Aldeia mais portuguesa de Portugal'. El premio consistió en un gallo de plata cuya réplica corona la torre más alta del pueblo, la de Lucano o del Reloj, como puede verse en la fotografía (más imágenes del viaje, como siempre, en hoy.es).

Monsanto es un mito en Portugal, donde se dice que quien conquiste Monsanto, conquistará el mundo. Su leyenda, como siempre en la Raya, se ha fraguado contra España, o mejor, como dicen ellos, contra Castilla. En 1658, un ejército castellano sitió el castillo, pero la plaza no se rindió. No se sabe si en ese sitio o en otro, nació la leyenda más famosa del pueblo, la de la vaca despeñada.

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Resulta que Monsanto llevaba sitiado largo tiempo y casi se habían acabado los víveres. Solo quedaba una becerra y un saco de trigo. La fortaleza estaba a punto de rendirse ante la inminencia del hambre, pero una vecina tuvo la feliz idea de darle el trigo a la becerra y después, lanzarla desde la muralla. Al reventar contra el suelo, la ternera dejó ver el trigo de su estómago, los sitiadores creyeron que en el castillo sobraba comida y se fueron.

Por las calles de Monsanto aparecen señoras mayores que te ofrecen unas muñequitas sin cara vestidas con trajes de trapo de colores. Son las marafonas. Piden por ellas 5-6 euros y son muñecas legendarias de mucha utilidad: son diosas de fecundidad, representan a las mujeres de Monsanto bailando felices cuando se levantó el sitio tras el episodio de la becerra y se meten debajo de la almohada para ahuyentar las tormentas.

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Esta última virtud parece importante pues Monsanto es como una antena de granito en medio de la llanura y las tormentas se regodean en el pueblo. La aldea, en efecto, es una mole granítica imponente y sus casas aprovechan las rocas como cimientos y como paredes. Así sucede con la 'Taverna Lusitana', cuya terraza está enclavada en lo alto de un canchal, o con el restaurante más interesante de esta aldea histórica: 'Petisco e Granitos', el primer geo-restaurante de Portugal.

Este título oficial le viene del hecho de que sus cimientos son una roca de granito, que hace de pared en la sala interior y en la terraza y se comparte con la casa vecina. El comedor exterior es un mirador espectacular orientado al Oeste. Hay que tener cuidado al levantarse de las sillas para no darse un coscorrón granítico.

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En Monsanto, hay que pasear sin rumbo por las calles. Subir hasta el castillo del siglo XII, detenerse ante su iglesia de raíz románica, extasiarse ante la Torre de Lucano o del Reloj y, en cada esquina, en cada rincón, otear el horizonte antes de disfrutar tomándose, rodeados de granito, un petisco apetitoso de ensalada de pulpo (8'50 euros), de jurelitos en escabeche (5), de vieiras gratinadas (8'50), de morcilla con naranja (5), de chorizo al ajo (5). En este restaurante cuyo nombre da sentido al viaje: 'Petiscos e Granitos'.

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