Miles de mariposas amarillas alzaron el vuelo a nuestro paso desde los surcos embarrados, donde las plántulas crecían buscando el sol y el agua. Libaban ... las mariposas las sales minerales del barro y volvían a posarse, apelotonadas, atareadas. A mí los ojos me hacían chiribitas y trataba de capturar con la cámara ese momento de belleza para no olvidarlo, para retenerlo y mirarlo siempre que quisiera. Todo lo fotografiaba en aquellos días que duró mi estancia, casi un mes disfrutando de la exuberancia de la vegetación, de las flores infinitas y diversas, de los insectos sorprendentes que después, al revelar las fotos, resultaban ser pequeños colibríes zunzuncitos.
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Se me iba la mirada a las lomas, esas elevaciones de poca altura y prolongadas del terreno, y a los valles, a los caminos imposibles, a los ojos alegres de los niños y a la tez oscurísima de los haitianos expatriados. Hace treinta años que estuve caminando entre aquellas mariposas del municipio de Vallejuelo, situado al suroeste de la República Dominicana, a 37 kilómetros de San Juan de la Maguana. Yo iba de cooperante, formando parte del equipo que cada verano envía al país la ONGD Personas, organización solidaria sin ánimo de lucro creada en Cáceres hace más de tres décadas. En Vallejuelo, las Hermanas Misioneras Dominicas del Rosario de Montiel llevan también treinta años sembrando los campos no solo de repollos, ajíes y frutales, sino también de esperanza y futuro. Gracias a su labor y a la cooperación, a través de proyectos de desarrollo, de la ONGD Personas, estas religiosas han conseguido retener a la población en Vallejuelo y evitar su desplazamiento a Santo Domingo, en busca quizás de un trabajo mejor remunerado, pero a cambio de unas condiciones de vida menos dignas que entre las lomas siempre verdes. La hermana María Marciano, ingeniera agrícola, asesora y forma a los agricultores de este valle fértil, cuyas principales limitaciones son la obtención y canalización del agua para el riego de los cultivos y la deforestación que produce, a la larga, la pérdida del suelo. La ONGD Personas ha tramitado las ayudas para la construcción de sistemas de irrigación, para la reordenación de las cuencas de los ríos, para la capacitación y organización de la población beneficiada, que asciende a más de 60.000 personas que disponen ya de algo tan lógico y básico como el agua corriente. Con mucho trabajo, esfuerzo y perseverancia, Vallejuelo es hoy un municipio que gestiona de forma sostenible los recursos de la naturaleza, con bombas y tanques de agua, riego por goteo, paneles solares y una piscifactoría en construcción. En Vallejuelo ha habido una suerte de conjunción de personas que han unido sus fuerzas para un fin común: ahuyentar la pobreza. Los dominicanos, las hermanas Dominicas –misioneras y religiosas– y la organización Personas siguen trabajando juntos para sembrar la esperanza, regar los campos y recoger el fruto, el regalo de la tierra, la que se ama y se cuida. Como las mariposas amarillas, que liban el barro con constancia y diligencia.
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