Casi todos los asistentes a la conferencia 'Emocionarte. La doble vida de los cuadros', que el pasado sábado pronunció Carlos del Amor en la Feria ... del Libro de Badajoz, eran mujeres. La carpa de conferencias estaba llena, pero apenas había caballeros. El periodista y escritor cuenta con muchas seguidoras, pero lo que ocurre con él no es un caso aislado, como puede comprobar todo aquel que se de una vuelta por la feria del libro pacense que está a punto de terminar o por la de Cáceres que comenzó ayer, ya que principalmente acuden a ellas mujeres. Es lo que reflejan también las encuestas sobre hábitos de lectura, que coinciden en que las mujeres leen más libros que los hombres.
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Si frecuentase ahora estas ferias, las librerías o las bibliotecas y viese que hay una mayoría de lectoras, el humanista español Juan Luis Vives se echaría las manos a la cabeza porque en 1523 aconsejaba a los padres y maridos que no permitieran a sus hijas y esposas leer libremente porque «las mujeres no deben seguir su propio juicio, dado que tienen tan poco». Ahí queda eso. Como si las mujeres de aquella época no supieran elegir lo que querían leer o no fueran capaces de entender los libros. O tal vez durante siglos algunos tuvieran miedo de que las mujeres accedieran al conocimiento e interpretaran el contenido de los libros demasiado bien, algo que a ellos no les interesaba.
De la importancia que tiene el acceso al conocimiento para la sociedad era consciente Inés Suárez, la inteligente y aguerrida placentina que tuvo un destacado papel en la conquista de Chile. Isabel Allende puso en su boca en la novela 'Inés del alma mía': «González de Marmolejo y yo luchamos por años para crear escuelas, pero nadie se interesó en el proyecto. ¡Qué gente tan bruta! Temen que si el pueblo aprende a leer, caerá en el vicio del pensamiento y de allí a rebelarse contra la Corona no hay sino un suspiro».
En el prólogo del libro 'Las mujeres, que leen, son peligrosas', de Stefan Bollmann, Esther Tusquets escribe: «Durante siglos han sido muchos los hombres a los cuales las mujeres que leen les han parecido sospechosas, tal vez porque la lectura podría minar en ellas una de las cualidades que, abiertamente o en secreto, a veces sin ni confesárselo a sí mismos, más valoran: la sumisión». Tenía razón esta intelectual que durante 40 años dirigió la editorial Lumen, el acceso a la lectura fue un gran avance para las mujeres, porque los libros nos enseñan y nos ayudan a ser más independientes, nos estimulan, son como la ventana por la que la cultura y el conocimiento entran en nuestra vida y la enriquecen. Fomentan nuestra imaginación, alimentan nuestra inquietud intelectual. La literatura nos ayuda a entender, hace que nos planteemos preguntas y a la vez hace que pensemos para tratar de responderlas. Comenzar un libro es como emprender un viaje que nos ayuda a ser más libres, como si embarcáramos en 'Un velero llamado libertad', la canción de José Luis Perales: «Ayer se fue, tomó sus cosas y se puso a navegar...».
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Y para terminar, un par de preguntas: ¿Creéis que la lectura ha contribuido a la emancipación de las mujeres? ¿Veis más peligrosas a las mujeres que leen o a las que no lo hacen?
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