Líderes, carisma y cambio social
Propósito de enmienda ·
En Extremadura, en España, en la UE y en el mundo se reclaman líderes con carisma. Líderes que marquen el camino que hemos de seguir. Que tengan la clarividencia suficiente para definir situaciones, explicar lo que está ocurriendoÉpoca de profunda renovación de liderazgos. Desde los más domésticos hasta aquellos que tienen alcance universal. Los tiempos parecen imponer lideres carismáticos que conecten con ... un auditorio necesitado de confianza y certezas. Líderes que marquen el camino que hemos de seguir. Que tengan la clarividencia suficiente para definir situaciones, explicar lo que está ocurriendo. En Extremadura, en España, en la UE y en el mundo se reclaman líderes con carisma. El PSOE, aquí, añora a los Rodríguez Ibarra o Fernández Vara, quienes con su impulso la región alcanzó cotas de desarrollo y bienestar que no eran conocidos.
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Sin embargo, en Europa y en América, personajes disruptivos hacen que nos planteamos las formas en que se ejerce la autoridad. La religión, los sistemas de comunicación y el liderazgo son los componentes de la cultura que inducen el cambio social, dice Anthony Giddens. La religión puede ser una fuerza conservadora o innovadora; pero las convicciones religiosas tienen frecuentemente un papel movilizador a favor del cambio. Los sistemas de comunicación determinan la trayectoria que toman las sociedades. Se pone como ejemplo el caso de la escritura que hizo posible mantener en archivos los conocimientos ancestrales. Permitió organizar la sociedad a gran escala. La escritura favorece la percepción de las personas en relación con su pasado, presente y futuro. Internet hace que las comunicaciones sean mucho más rápidas y las distancias dejen de ser un obstáculo. Si bien nos genera sentimientos contrapuestos sobre eso que llamamos globalización. Además, contemplando la evolución de las redes sociales (Facebook, X, Instagram, Tik Tok…), algunos planteamientos en relación con estos medios de comunicación deben revisarse, aunque nadie duda de que están en la base del gran cambio social al que asistimos, entre sobrecogidos y perplejos.
Sin embargo, el factor más relevante en este tiempo es el de los liderazgos. En la historia hay figuras que han sido enormemente significativas y su influencia ha sido trascendente. Giddens pone el ejemplo de Jesús de Nazaret, o el de Julio César. Filósofos, innovadores o científicos como Isaac Newton. Son líderes capaces de modificar dinámicas sociales, hacerse con el apoyo masivo, cambiar radicalmente la forma de pensar preexistente; incluso, derribar el poder establecido. Son líderes carismáticos.
Alcanzar posiciones de liderazgo y ser eficaces solo es posible si existen condiciones sociales favorables. El ejemplo es el de Adolf Hitler. Logró tomar el poder de Alemania en 1933 gracias a una conjunción de factores, entre ellos las tensiones y la crisis que asolaban el país en ese momento, tras la Gran Guerra. Sin esas circunstancias no se hubiera dado, probablemente, el surgimiento de esta oscura figura. De igual modo puede ponerse el caso de Mahatma Gandhi. El líder pacifista logró la independencia de la India después de la Segunda Guerra Mundial, porque la guerra y los acontecimientos posteriores que habían sacudido a las instituciones coloniales favorecieron un eficaz liderazgo carismático.
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El carisma es un rasgo de la personalidad que solamente tienen algunos individuos ejemplares, pero con capacidad de alterar las cosas de forma sustancial, si se dan las circunstancias. Si es necesario, el líder carismático puede a trastocar la autoridad tradicional, y salta por encima de los sistema normativos y burocráticos, dice Max Weber. En el pasado, las sociedades se caracterizaban por autoridades tradicionales, que eran periódicamente modificadas, si no reemplazadas, por personas con un carisma especial. En la época moderna, que alumbra el siglo XX, la autoridad en las sociedades más avanzadas se ejerce desde la racionalidad-legal. Así ha sido al menos hasta ahora. Una autoridad y un poder legitimado mediante reglas y normas legalmente promulgadas. Al menos hasta ahora, que nos preguntamos que nos espera con los Musk, Trump, Orban, Le Pen, Abascal, Millei, Melloni, Herbert Kickl, etc.
Hay esperanza. El ejercicio del poder no es monopolio de determinadas élites. Michel Foucault explicó que el poder, en realidad, reside en toda la sociedad, en los ámbitos de interacción entre personas. Además, el poder y el conocimiento están esencialmente unidos. Se refuerzan mutuamente. Él puso como ejemplo a los médicos; yo, a los ecologistas. Los médicos disponen de los conocimientos suficientes para ejercer un poder determinado. Su mayor conocimiento sobre la salud y la enfermedad otorga a los médicos poder para reivindicar su autoridad sobre los pacientes y los gestores. Lo que les proporciona los medios para negociar es el poder que les da su ciencia. El conocimiento científico sobre la naturaleza da a los ecologistas poder de negociación frente a quienes tienen el dinero, y la determinación de seguir poniendo en riesgo la supervivencia del planeta. Tienen poder para tratar de imponer las condiciones que deben regir la transición energética, por ejemplo. La ciencia y el conocimiento, cada vez más democratizados, son el poder de la gente frente a lideres tóxicos. Es lo que nos queda y no es poco. Ejerzámoslo.
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