Sobre el lenguaje de los delincuentes
El tráfico de estupefacientes y el blanqueo de capitales siempre ha generado un léxico particular creado para eludir la acción de la autoridad
Uno, que ha dedicado más de cuarenta años de su vida a luchar contra la delincuencia, dispone de un amplio vocabulario con palabras dimanantes de ... su jerga, su argot o el caliente carcelario, muchas de las cuales nos recuerdan a la de germanía, usada especialmente por los pícaros y maleantes, rinconetes y cortadillos de pasados siglos. Habría tema para escribir un libro (diccionario) así de gordo, que el que esto firma tiene ya en proyecto.
Publicidad
El drogata, sin ir más lejos, es una jerga que, desgraciadamente, está de rabiosa actualidad. Es el léxico particular que se establece entre traficantes y consumidores de estupefacientes. Quién no ha oído, por ejemplo, hablar de banderilla o arpón referido a jeringuillas o piconas; de canuto, porro, petardo o trompeta, referido al cigarrillo de cannabis; de china, piedra o caramelo aludiendo a un pequeño trozo de hachís o de rama o hierba, si se trata de marihuana pura, por citar solo los referidos a la droga más común.
Referido al tráfico de estupefacientes, al hablar entre proveedores, distribuidores y consumidores, a fin de equivocar a los investigadores, que tal vez tengan intervenidos sus teléfonos, estos utilizan para sus encargos términos previamente convenidos. De esta manera, entre otros muchos préstamos lingüísticos, llaman duros y pesetas, o euros y céntimos, a la coca y al hachís; nieve o talco a la cocaína, caballo o jaco a la heroína y spid o rápida a la mezcla de ambas. Un kilo de hachís sería un cassette y un estéreo serían dos kilos.
A los aceitunos de la UCO o los de la Brígida ni se les jujana ni se les tanga así como así…
El que suscribe recuerda cierta ocasión en que fueron intervenidos los teléfonos de dos familias dedicadas, además de al tráfico, a la venta en mercadillos. Al efectuar sus tratos, hablaban entre ellos de calcetines, pestosos o gayumbos blancos y de color, según se referían a una u otra clase de droga, para burlar a los posibles tarugos o picos escuchantes. La cosa se les complicó cuando, cansados ya de calcetines y calzoncillos, los cambiaron por sábanas blancas y por mantas marrones. La excesiva cantidad de pedidos de estas últimas –porque «se estaban vendiendo muy bien»– no pasó desapercibida a los chapas de estupas ni al propio usía o corroy. Teniendo en cuenta que los encargos se realizaban en pleno agosto, a más de cuarenta grados, temperatura algo excesiva para el uso de cobertores, la cosa quedaba meridianamente clara…
Publicidad
En los tiempos que corren, acaban de aparecer –estos chorizos no paran– nuevos términos que vienen a engrosar las ya nutridas páginas del diccionario en proyecto. Habrá que ir pensando en una adenda, porque el asunto promete.
Al parecer, ahora los choros con jetra y estiray llaman folios al dinero en general (si fueran mogollón, serán cajas de folios, faltaría más), mientras que chistorras serían los billetes de 500; soles, los de 200 y lechugas, los de 100 euros, que por lo visto también existen. No hay nada nuevo bajo el sol; en mis tiempos, referido a los jurdeles o pápiros, un fajo de billetes sería un moño; un millón era un kilo, los billetes de 1.000 pesetas eran un saco, un costal o un talego y a los de 100 les llamaban libras.
Publicidad
Ojito, señores manguis actuales: como en el ejemplo anterior referido a las sábanas y mantas, podría ocurrir que un día enviaran cientos de folios a quien no sabe escribir ni hacer la o con un canuto; que las chistorras fueran para satisfacer las demandas de un vegano, o que las lechugas fueran remitidas a alguien que aborrezca las verduras. Chungo el cubata.
Lo que les digo, lipendis de tres al cuarto: tanto a los aceitunos de la UCO o los de la Brígida, como los chapas de Estupa o los pasmutis de la Pringosa, que aparte de chachis, son dabuti y chanan bien del tema, ni se les guinda, ni se les jujana ni se les tanga así como así…
Publicidad
Y, por favor, aprended a chamullar más en consonancia con vuestros tejemanejes. Es curioso, paradójico y significativo que un chorizo chamulle de chistorras. Procurad tener un léxico más original y depurado, ignorantes, que sois tós unos mangutas ignorantes. Que hasta para ser delincuente hay que tener categoría.
Primer mes sólo 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión