Luciano Pérez de Acevedo, un intelectual de talla

De carácter sosegado, aspecto serio, acusada personalidad, ademanes comedidos, presencia impecable y reputado bon vivant muy mundeado, su figura era inconfundible. Nacido en 1943 y abogado en ejercicio desde 1965 como titular de uno de los bufetes de mayor prestigio de Extremadura en materia mercantil; intelectual de talla; apasionado por la historia de España, de la que resultaba profundo conocedor; lector empedernido de muy selecto criterio y amplia cultura humanística; formidable conversador de discurso claro y ponderado; interesado y comprometido por la cuestión regional, su figura de jurisconsulto resulta inseparable del devenir en Extremadura durante el último medio siglo.

Presidente de la Confederación Hidrográfica del Guadiana, Presidente de la Diputación en la primera legislatura democrática, miembro del equipo que redactó el Estatuto de Autonomía de la Región, impulsor de fecundas iniciativas, y modelo del espíritu conciliador de la transición fue, junto con Enrique Sánchez de León, Adolfo Díaz Ambrona, Vicente Sánchez Cuadrado, Antonio Uríbarri, Jesus Pina y otros muchos nombres reseñables, pieza fundamental en la creación y funcionamiento de UCD en aquellos ilusionantes años iniciáticos de la nueva situación, como parte de un conjunto humano y político cuya calidad y altura no ha vuelto a repetirse.

En otro orden de cosas participó igualmente de manera muy activa en empresas y empeños industriales, entre ellos los más potentes de nuestra región en el campo agroalimentario, y fue miembro de la tertulia a la que también tengo la fortuna de pertenecer en la que, junto con otros entrañable amigos, se debate de historia, literatura o personajes, con la altura del más cualificado foro académico, y en la que su juicio y su palabra, siempre incontestables, siempre eran autoridad.

Como colaborador de HOY, sus magníficos artículos de opinión, bien razonados, rotundos y definitivos, ofrecían el mejor análisis de la situación política en cada momento de los últimos tiempos.

Además de sus allegados, la abogacía, sus colegas, la empresa, el periódico HOY, sus amigos, su tertulia y buena parte de Extremadura, vamos a echarlo de menos. Y los libreros, pues quizá era la persona de Badajoz que más libros compraba.

Descanse en Paz.