La contratación de médicos de familia sin especialidad MIR
Si recién terminado, tras seis años, puedo trabajar y ganar (según el SES) hasta 5.000 euros mensuales, ¿tendrá sentido para los egresados dedicar un año a preparar el MIR y cuatro más de formación para trabajar en el mismo centro de salud y ganar menos de 2.000 euros al mes esos cuatro años de formación añadida?
El pasado 29 de mayo HOY publicaba una amplia información bajo el título «El SES tiene contratados a 212 médicos en Atención Primaria sin la ... especialidad», señalando que suponen el 16% del total, y que este número de contratos aumenta cada año, especialmente en centros de salud, consultorios y puntos de atención continuada. Se recoge que la falta de médicos con la especialidad en medicina familiar y comunitaria (MFyC) es un problema endémico del Sistema Sanitario Público a nivel nacional y que ha ido en aumento en las últimas décadas.
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La especialidad de MFyC se creó en 1978, hace ya por lo tanto 45 años. La Directiva 457/1986 de la Comunidad Económica Europea obligaba a una formación mínima de dos años de formación de posgrado para poder ejercer, a partir de 1995, la medicina general en las instituciones públicas de los países de la Unión Europea. España aportó el título de MFyC, una formación vía MIR que entonces duraba tres años. Posteriormente, la Directiva 19/2001 del Parlamento y Consejo Europeo amplió el periodo de formación a un mínimo de tres años, formación que en nuestro país es actualmente de cuatro años. De manera que, salvo en situaciones especiales, no puede trabajarse como médico de familia en los servicios sanitarios públicos de ningún país de la Unión Europea sin la correspondiente formación y titulación en MFyC. La carencia de médicos de familia justifica para la Junta la contratación de médicos no especialistas, y también la anuencia de los sindicatos y del Consejo de Atención primaria, que verían peligrar las legítimas vacaciones anuales de los médicos.
El reportaje de HOY da para unas reflexiones sobre un problema crónico, la falta de vocaciones para formarse y trabajar como médicos de familia, y para el que nuestros políticos y gobernantes no encuentran o no han querido encontrar soluciones. Y esto a pesar de que en la última década consejeros de varias comunidades autónomas, entre ellas la nuestra, gerentes de los servicios regionales de salud, entre ellos los del SES, presidentes de colegios provinciales de médicos, entre ellos los de Cáceres y Badajoz, directores y gerentes de áreas sanitarias y varios diputados nacionales han sido médicos de familia, con lo que las posibilidades de revertir la situación desde la gestión y el ámbito político han sido muchas.
El problema es complejo y también sus soluciones, por lo que sería pretencioso decir que aquí las tienen. Pero, independientemente de otras reflexiones, ¿ustedes creen que sería aceptable que ante una falta de especialistas en cuidados intensivos o en cirugía cardiovascular se contratase a un médico sin la titulación, o a un anestesista, o a otros especialistas que han precisado 4 o 5 años de formación?
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Las vocaciones para ser médico de familia comienzan o se afianzan en la formación universitaria. Sin embargo, los baremos de investigación utilizados por la Aneca (Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad) para optar a plazas docentes de profesores titulares y catedráticos de medicina de familia y contribuir a crear vocaciones en los alumnos del grado de medicina son los mismos que los utilizados para otras especialidades médicas. ¿Creen ustedes que tiene las mismas posibilidades de investigar y generar publicaciones en revistas de alto factor de impacto un médico de familia en un centro de salud que un cardiólogo, un neurólogo o un nefrólogo que trabajan en un hospital universitario? Evidentemente no, lo que explica, entre otras razones, que entre los más de 36.000 médicos de familia de España puedan contarse con los dedos de las dos manos los médicos generales con plaza de profesor titular universitario y sobran dedos de una mano para nombrar a médicos de familia con puestos asistenciales y catedráticos universitarios, situación muy diferente a la de la mayoría de los países de Europa y América. Al no ser la Medicina de Familia área de conocimiento universitario (solicitud que realizó hace 20 años junto a Urología y Traumatología, y para la que no recibió respuesta favorable) no está plenamente integrada en la Universidad.
Pero esta falta de compromiso político real con la Medicina de Familia, a pesar de proclamar su bondad («el médico de familia constituye la figura fundamental del sistema sanitario», se recoge en el RD 3303 de 1978) puede conllevar en unos años una situación no imposible por inesperada. Si continúa habiendo falta de especialistas y se contrata a médicos sin la especialidad, se puede estimular a que recién graduados en nuestras facultades opten por no hacer la formación MIR de cuatro años. Si recién terminado, tras seis años, puedo trabajar y empezar a ganar (según el SES) hasta 5.000 euros mensuales, ¿tendrá sentido para todos los egresados dedicar un año a preparar el MIR y cuatro años más de formación para trabajar finalmente en el mismo centro de salud o consultorio, y estar ganando menos de 2.000 euros cada mes durante esos cuatro años de formación añadida? Puede parecer disparatado, pero si la sociedad en su conjunto y los políticos en particular no toman medidas para solucionar la falta de vocaciones, lo que en el HOY (4-06-2022) publicaba como agonía de la Atención Primaria de Salud puede convertirse en la crónica de una muerte anticipada.
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