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Gaspar Meana

La revolución de los moderados

EL ZURDO ·

Antonio Chacón

Badajoz

Domingo, 29 de octubre 2023, 08:16

O de Israel o de Hamás, o de izquierda o de derecha... Vivimos en un mundo cada vez más polarizado. Todo se mira a través ... de un prisma en blanco y negro. No caben medias tintas, ni matices, ni grises, ni mucho menos los colores del arcoíris. Nuestra identidad no se define por lo que somos, sino por lo que no somos. Si no estás conmigo, estás contra mí. Quien no se alinea con un bando, quien critica lo bueno y lo malo de tirios y troyanos, quien intenta ver los pros y contras de una posición y su contraria... es silenciado o arrastrado a un extremo del ring contra su voluntad. Si, por ejemplo, condenas el terrorismo de Hamás contra los israelíes y el totalitarismo al que somete a los gazatíes, te identifican como projudío y antiárabe. Pero si también condenas el terrorismo de Estado y el 'apartheid' que Israel practica contra los palestinos y sus bombardeos indiscriminados sobre la población civil de Gaza, incluidos niños, te catalogan de antisemita y pro-Hamás.

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No hay paz ni lugar para los moderados de una y otra parte en conflictos tan enconados como el palestino-israelí. Como explica Luis Moreno Ocampo, primer fiscal del Tribunal Penal Internacional, en una entrevista con El País publicada el 23 de octubre, «el problema es que los moderados israelíes no hablan con los moderados palestinos. Y cuando eso ocurre, se impone la narrativa extremista».

Esto es extrapolable hoy a toda la comunidad internacional en general y la sociedad española en particular. La moderación es un valor a la baja aquí y acullá. Se confunde con el conservadurismo, pero este es una ideología y aquella es un talante. El antónimo de moderado no es progresista, sino exaltado o fanático. Se puede ser progresista y moderado, y conservador y fanático –Netanyahu, Trump, Vox y los de su ralea ultraderechista son la prueba–. La palabra es un arma en boca de un fanático y una herramienta para el diálogo en la de un moderado. El fanático cava trincheras, el moderado construye puentes. El fanático tiene visión frontal; el moderado, panorámica. El fanático busca diferencias y disensos; el moderado, similitudes y consensos. El fanático trata a los otros como diferentes; el moderado, como semejantes. El fanático es apático con el dolor de quien no considera de los suyos; el moderado es empático con todo sufrimiento ajeno.

Como dice Amos Oz en 'Contra los fanatismos', «la semilla del fanatismo siempre brota al adoptar una actitud de superioridad moral que impide llegar a un acuerdo». «Traidor, a ojos del fanático –incide el escritor israelí–, es cualquiera que cambia», es decir, que cede para llegar a un acuerdo. Aunque Oz aclara que acuerdo no quiere decir capitulación, poner la otra mejilla al rival o a un enemigo, sino tratar de encontrarse con el otro en algún punto a mitad de camino.

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El problema es que los fanáticos de uno y otro lado se retroalimentan, se necesitan para justificarse. Así, como explica Moreno Ocampo, la estrategia de Netanyahu es ocupar e ignorar cualquier esfuerzo de pacificación, con lo cual destruye la moderación de los palestinos y fomenta a Hamás, porque le permite ser duro. Y viceversa: Netanyahu permite a Hamás justificar su yihadismo. Como arguye el abogado argentino, Israel y Gaza son el ejemplo de que urge «una revolución de los moderados» y «no es un tema de izquierdas o derechas, sino de supervivencia».

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