Pobre Navidad

EL ZURDO ·

Antonio Chacón

Badajoz

Domingo, 31 de diciembre 2023, 08:06

Antes de que Karl Marx acuñara el término, Jesús de Nazaret, del que estos días celebramos su nacimiento, tenía conciencia de clase. Nació y se ... crio en una familia humilde, se mezcló con los últimos de la fila y en diversos pasajes de los Evangelios deja clara su opción preferencial por los pobres y marginados. Los más célebres son el Sermón de la Montaña (Mt 5, 3-11) y la parábola de las ovejas y las cabras (Mt, 31-46).

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Sin embargo, esa opción preferencial por los pobres parece que se les ha olvidado a no pocos de esos biempensantes que se persignan con la mano derecha mientras esconden la izquierda cerrada en un puño dentro de un bolsillo lleno; esos cruzados que reivindican los orígenes cristianos de Europa y alertan de la amenaza islámica mientras hacen negocios con jeques y sultanes; esos fariseos que niegan el pan, el agua y la sal al samaritano, al forastero que llega ante su puerta con las manos vacías, al que desprecian y utilizan de chivo expiatorio; esos meapilas que apoquinan religiosamente su limosna dominical en el cepillo de su iglesia mientras se cambian de acera cuando atisban un indigente; esos mezquinos que tratan de eludir el pago del IVA y otros impuestos porque ellos lo valen mientras claman contra las 'paguitas' que se dan a los que no tienen su fortuna.

Esos hipócritas solo se acuerdan del pobre en fiestas como estas, en las que lavan su conciencia mojigata con alguna exigua donación a una subasta, rifa, campaña o evento con fines benéficos. Se comportan así como ese grupo de beatas de la película 'Plácido' que hacen ostentación de su caridad organizando una campaña navideña bajo el lema 'Siente un pobre a su mesa'. El coordinador de la campaña es Gabino Quintanilla, «un malvado al que los pobres le importan un pimiento», según el actor que lo interpreta, el genial José Luis López Vázquez, quien acertó al diagnosticar que «las películas de Berlanga son esperpentos no de la España de la época (la franquista), sino de la España eterna».

Sí, porque como dice la filósofa Adela Cortina en una entrevista con eldiario.es, «cuando se trata de los pobres, molestan hasta los de la familia». Cortina puso el nombre de aporofobia al temor y el rechazo al pobre para visibilizar esta realidad que no vemos ni queremos ver porque nos incomoda, pero que es como el dinosaurio del breve cuento de Augusto Monterroso: cuando despertemos, todavía estará allí.

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Hay muchos índices para medir la pobreza. Cortina destaca la definición del economista indio Amartya Sen: el pobre no tiene las capacidades y condiciones básicas para llevar adelante sus planes de vida. La catedrática de Ética la complementa con esta: el pobre parece que sea el que no tiene nada que darnos a cambio en nuestra sociedad de mercado. Y no solo se refiere al intercambio de dinero, también de favores o votos. «El problema fundamental es la exclusión de aquel que consideramos que no tiene nada que dar», concluye.

Pero si toda pobreza es preocupante, aún más es la infantil. Según un informe de Unicef, en España hay 2,6 millones de menores pobres, un 28%, la tasa más alta de la UE y la número 36 de entre 39 países analizados de Europa y de la OCDE.

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Lamentablemente, parece que hay cosas que poco han mejorado desde los tiempos en blanco y negro de 'Plácido', que acaba con el siguiente villancico: «Madre en la puerta hay un niño y gritando está de frío, ande dile que entre y así se calentará, porque en esta tierra ya no hay caridad, ni nunca la ha habido ni nunca la habrá».

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