EFE
Midiendo las palabras

Ojalá solo imaginarlo

Ana Zafra

Lunes, 24 de noviembre 2025, 01:00

Imagínense, ojalá solo tuvieran que imaginárselo, que son parte de un mundo dividido en dos mitades donde una ha pasado la historia acostumbrada a recelar, ... incluso a defenderse, de la otra mitad. Asusta, ¿verdad?

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Imagínense, aunque desde aquí es difícil, que el destino les hizo nacer detrás de una frontera que les limita el derecho a pensar, hablar, cantar y ni siquiera su pelo puede ser libre. Donde un aleteo de melena puede significar azotes o salir a la calle sin varón podría devenir en ajusticiamiento. Duele, ¿cierto?

Imagínense, aunque muchas no necesitamos imaginárnoslo, que cada mañana han de coger un transporte público para ir a estudiar o trabajar y que, a poco que esté lleno, buscan un lugar donde resguardarse de aquellos que, con el bamboleo del vehículo, aprovechan para restregar su deseo contra la primera que logran apresar. Repugna, ¿no?

Imagínense, si acaso nunca lo han experimentado, que vinieron al mundo dotados de la capacidad de procrear y que ese don, divino y maravilloso, termina relegándoles a ser solo una máquina de parir cuyo cuerpo no importa y cuyos sueños son supeditados al azar de un gameto. Injusto, ¿no creen?

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Imagínense que su vida está arrullada por canciones románticas. Que a fuerza de 'No puedo vivir sin ti' o 'Sin ti no soy nada' aspiran a un compañero que todo lo llene porque sin su complemento son solo una mitad de la inexistencia. Y conocen al príncipe azul que aparecía en los cuentos. Y le entregan su corazón y la clave del móvil. Y para cuando notan que el azul celeste va tornando marino, intentan justificarlo. Y hasta en los grises nubarrones de los celos encuentran un rastro de amor. Estúpido, ¿no es así?

Imagínate, lo verás a poco que mires, que en el reparto de inteligencia y porvenir tuviste bastante suerte. Incluso en el amor fuiste parte de esa pareja preciosa que coronó la dulzura de la tarta. Y todo iba bien. Hasta que empezó a fallar. Y tú, la empoderada y triunfadora, aguantaste, por perfeccionismo o auto-exigencia. Y que, a veces, al maquillarte, tienes que poner más color sobre tu cara, esa que te empeñas en mostrar bella ante los demás. Y que el mundo es un lugar acogedor excepto en el rincón que construiste para refugiarte, porque los golpes que la vida nunca te dio los reservó para tu alcoba. Increíble, ¿no les parece?

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Querría imaginarme, pero me duele no poderlo hacer, que habíamos aprendido a creer que todo lo anterior son solo imaginaciones. Que eran cosas del pasado y no de un presente en el que todos repudiásemos la violencia de género. Pero sigo encontrando ciberacoso, maltrato y la lista de asesinadas a manos de quienes amaron no para de crecer.

Y, más que imaginar, tiemblo comprobando que seguimos padeciendo a personajes, incluso con poder de gobernarnos, dispuestos a justificar o negar la evidencia. Y pienso: ¿De verdad los queremos en nuestro futuro?

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