Sánchez anuncia el pasado lunes las medidas contra Israel. Efe

Sánchez se abona a la política de gestos para soslayar el bloqueo de su agenda parlamentaria

El pacto climático, el choque con Netanyahu e incluso los Presupuestos, que planea presentar antes de noviembre, sirven al Gobierno para marcar agenda

Domingo, 14 de septiembre 2025, 00:07

No es casual que Pedro Sánchez abriera el nuevo curso político, el pasado día 1, con un acto para apuntalar su propuesta de un pacto de Estado contra la emergencia climática ... , tras la desazón generada por los incendios que este verano arrasaron 330.000 hectáreas en España. Tampoco que, solo una semana después, de nuevo en lunes, anunciara en una declaración urgente en el Palacio de la Moncloa un paquete de medidas destinadas a frenar el «genocidio» perpetrado por Israel en Gaza. A falta de una mayoría parlamentaria para impulsar buena parte de sus reformas y con una oposición empeñada en demostrar que ha entrado en colapso, el Gobierno ha optado por fórmulas alternativas para marcar la agenda, ganar tiempo y reactivar al desmotivado electorado progresista. Y eso incluye la presentación de unos Presupuestos con escasas posibilidades de salir adelante.

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El pacto climático tampoco tiene muchos visos de prosperar, vista la respuesta de socios y oposición. Y la urgencia de la declaración con la que el presidente escenificó su presión al Ejecutivo de Benjamín Netanyahu no se ha visto correspondida por los hechos. El Consejo de Ministros se limitó al día siguiente a consignar que está de acuerdo en implementar las medidas anunciadas, pero no pudo aprobar varias de ellas porque requerían de los ministerios implicados un trabajo previo que no se había hecho, lo que evidencia hasta qué punto el presidente buscaba más un golpe de efecto que un impacto real.

Medidas populares

El Ejecutivo recurre a asuntos que aglutinan a la izquierda pero que también tienen apoyo transversal

La comparecencia de Sánchez y su insistencia en hablar, ya sin matices, de genocidio en la Franja, provocó una inmediata reacción airada del Gobierno de Israel, que lo acusó de dejarse arrastrar por el «antisemitismo» de Sumar. Y, sin embargo, el real decreto ley que consolida el embargo de armas sigue en fase de redacción; en Transportes no se aventuran a poner fecha al cierre al tránsito de buques con combustible para las Fuerzas Armadas israelíes por su «complejidad» y tampoco en Economía avanzan cuándo entrará en vigor la prohibición de importar productos que provengan de asentamientos ilegales en Gaza y Cisjordania. Eso, sin contar que el Gobierno ya ha dejado claro que no va a alterar el Convenio de Cooperación para la Defensa con Estados Unidos que permite a la Administración norteamericana no informar del destino final del armamento que transporte a través de las bases de Rota (Cádiz) y Morón (Sevilla).

Pero, al margen de cómo se materialicen, el gesto de alzar la voz contra los desmanes de Netanyahu y frente a la pobre reacción de la comunidad internacional o el mensaje de inquietud ante el cambio climático tienen valor en sí mismos para un Ejecutivo que llegó a las vacaciones de verano como un náufrago a la orilla, boqueando para cobrar oxígeno tras el descrédito que supuso el 'caso Cerdán' y que aún tendrá que lidiar con el desgaste de los casos judiciales que lo salpican. No solo aglutinan a la izquierda, sitúan también al PP en un escenario incómodo.

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Anuncio en diferido

Buena parte de las iniciativas anunciadas contra el «genonocidio»en Gaza están pendientes

Según el CIS del socialista José Félix Tezanos –que aunque nunca consideró oportuno, por ejemplo, testar la opinión de los españoles sobre la amnistía al 'procés' sí incluyó en su último barómetro una pregunta sobre esta otra cuestión–, el 75% de los españoles es partidario del pacto en materia climática. Y, conforme a los datos obtenidos por el Real Instituto Elcano en su barómetro de junio, el 71% comparte que lo que está cometiendo Israel en Gaza es un genocidio.

Necesidades ministeriales

La estrategia es la misma que la adoptada, haciendo de la necesidad virtud, con la reducción de la jornada laboral esta semana. Pese a saber que perdería la votación, el Gobierno prefirió mantenerla y utilizarla como reclamo y muestra de lo que la derecha obstaculiza. Las Cuentas públicas, si de verdad llegan, se elaborarán con un criterio similar; como una suerte de declaración de intenciones, salgan o no. La orden, por ahora, es agilizar las cosas. Los ministros deberían entregar ya este martes un esbozo de sus necesidades de gasto y María Jesús Montero –candidata a la Junta de Andalucía, además de vicepresidenta y ministra de Hacienda– trabaja, según dicen en el Ejecutivo, con la idea de presentar el proyecto antes de noviembre.

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Expectativas electorales

El problema del PSOE es hoy la división y debilidad de Sumar y Podemos más que su propio desgaste

A pesar de que todas las encuestas indican que, en caso de elecciones, Pedro Sánchez tendría imposible gobernar –fundamentalmente porque la división y debilidad de Sumar y Podemos les impediría transformar en escaños buena parte del voto–, el jefe del Ejecutivo sigue confiando en el rechazo a Vox como su mejor baza para evitar que la pérdida del voto receloso por la amnistía, la corrupción o el choque con la justicia se consolide y para llegar a una eventual cita con las urnas en las mejores condiciones Oficialmente, el presidente insiste en su intención de agotar la legislatura, pero algunos socios creen que solo espera su ventana de oportunidad.

El CIS de esta semana, cocina de Tezanos al margen, contiene datos positivos para la estrategia socialista. El trasvase del PP a Vox ha pasado de un 7% antes del verano a un 13%, en torno a un millón de votos y el del PSOE al PP se ha reducido del 5% a menos del 3%. Su problema sería, así, más de desmovilización (el 13%) que de fuga de voto.

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