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Luisa Gavasa: «Nadie que viene a Madrigal se va de vacío porque invita a volver»

La Extremadura de... Luisa Gavasa ·

Enamorada de esta tierra. «Formo ya parte de La Vera. Plantar árboles y verlos crecer en mi finca, que es un paraíso absoluto en el que hemos trabajado mucho, es un regalo que me ha dado la vida», afirma la actriz

Marisa García

Badajoz

Jueves, 6 de agosto 2020, 08:55

Luisa Gavasa nació en Zaragoza en 1951, en 1990 llegó a Madrigal de la Vera, donde reside, aunque su profesión de actriz la obliga a estar yendo y viniendo a Madrid. Ha vivido en Zaragoza, en Barcelona, Valencia y Madrid.

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–¿Por qué vino a Extremadura?

–Vine de una manera casual. Yo era muy ignorante con relación a Extremadura, pero mi marido, alemán, un 'alemeño' como dice él, conocía Madrigal, estaba enamorado de La Vera y me trajo afortunadamente a Extremadura.

«Extremadura es hermosa, acogedora y recia, como sus gentes. Es una región dura y fuerte»

«Siempre que se ha dado oferta cultural, el pueblo en masa ha reaccionado muy bien, y es halagador»

–¿Qué impresión tuvo cuando llegó?

–La primera vez que vine a La Vera me enamoré de la vegetación, del agua, de las gargantas, de Gredos, de La Galana, de todo lo que se respiraba alrededor de este pueblo en el que fijamos nuestra residencia.

–¿Cuál es la mayor diferencia que ha encontrado entre el modo de vida de aquí y el de Zaragoza?

–Soy 'extremaña', venía de un mundo urbanita, y aterrizar en un mundo rural fue una diferencia tremenda. Yo no estaba acostumbrada a vivir en un pueblo ni a andar por caminos y trochas, y todo me parecía nuevo y maravilloso.

–¿Cómo la recibieron aquí?

–En Madrigal de la Vera, que es donde tenemos la finca, me encontré una gente superacogedora, que nos recibió con los brazos abiertos. La gente desde el primer momento nos trató como una pareja que se incorporaba a un entorno y fuimos unos vecinos más.

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–¿Tardó en acostumbrarse a vivir aquí o se adaptó enseguida al ritmo de vida?

–Me adapté enseguida a la vida de Madrigal. Es curioso, mi abuela era la única persona de mi familia que era de un pueblo de Zaragoza, y creo que las raíces aparecieron de pronto y todo se hizo fácil y pude disfrutar de plantar árboles, hacer una huerta, de sentir que pertenecía a la tierra de una manera no se me había pasado ni por la cabeza.

–¿Podría definir Extremadura con tres palabras?

–Hermosa, acogedora y recia, como sus gentes. Una región dura, fuerte.

– ¿Qué es lo que más le conquistó de esta tierra?

–Me conquistó todo enseguida, sus gentes, su paisaje, su gastronomía, su modo de entender la fiesta, de cómo recibían a los de fuera, esa sensación de calidez, nos hicieron sentir como en casa. Enseguida te daban, te ofrecían, te abrían su casa, te traían un vino de pitarra o un chorizo de jabalí o los huevos de sus gallinas. Esa cordialidad y esa generosidad es algo que me atrapó.

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–¿Y lo que menos?

–Nada. No puedo tener una mirada crítica porque llevo aquí muchos años y formo parte de esta tierra.

–¿Qué destacaría de los extremeños?

–De la gente de La Vera, que es la que conozco, destaco la generosidad, el cariño y la alegría.

–¿Qué cree que necesita Extremadura para su desarrollo?

–Creo que le vendrían muy bien unas infraestructuras nuevas de ferrocarril. Las comunicaciones son muy flojas. Yo ya he hecho algún vídeo apoyando y pidiendo ayuda para la red vial, que es antigua y eso tiene que cambiar para beneficio de todos. Y también el sistema sanitario. No hablo de los sanitarios, que son intocables, sino del sistema.

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–¿Cuáles son sus sitios favoritos de la región?

–El lugar en el que me gusta perderme es mi finca, es un paraíso absoluto en el que hemos trabajado mucho tanto mi marido como yo, sobre todo él. Plantar árboles aquí y verlos crecer en mi finca es uno de los regalos que me ha dado la vida y este es mi paraíso, pasear por aquí sola, con mi perra o mi marido.

–¿Qué rincones recomendaría visitar de Madrigal?

–Las gargantas, que son una fuente inagotable de belleza, el recuéncano, las fuentes naturales... Es naturaleza en vivo. Estamos rodeados de naturaleza, de belleza, árboles que yo no conocía, pájaros que ni sabía que existían...

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–¿Los servicios públicos con los que cuenta son suficientes? ¿Y las propuestas culturales y el comercio?

–Son suficientes en la medida que es un pueblo pequeño. Madrigal tiene 1.700 habitantes y no le falta de nada. Evidentemente los comercios son muy pocos y están enfocados a la alimentación. Para otros comercios tienes que irte a Candeleda (Ávila) o Talavera de la Reina (Toledo). Propuestas culturales no hay muchas. Uno de los empeños que hemos tenido tanto mi marido como yo es colaborar con el Ayuntamiento para que haya cine fórum o un festival de cortos, se celebre el Día del Libro o apoyar todo lo que tiene que ver con tertulias, lecturas. No es fácil, pero siempre que se ha dado oferta cultural, el pueblo en masa ha reaccionado muy bien, y eso es halagador.

–¿A qué dedica su ocio?

–A pasear, mirar mis rosales, podarlos, sentarme en el porche, ver cómo laten los robles, cuando los mece el viento siempre me hacen sonreír.

–¿La cercanía con Portugal es un aliciente? ¿Suele viajar con frecuencia al país vecino? ¿Dónde va?

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–A pesar de la cercanía, no voy a Portugal, y no es porque no me guste, me parece un país maravilloso.

–¿Suele recomendar a sus familiares y amigos que vengan de vacaciones o a vivir a Extremadura?

–Toda mi familia y amistades han pasado por aquí. Madrigal se ha convertido en un lugar de encuentro con mi familia, mi nieto Samuel, que no tiene ni tres años juega con nuestra perra Cora. Tenemos algún amigo que se ha comprado casa después de conocer la nuestra, y nadie que viene a Madrigal se va de vacío, porque es una tierra y una casa que invita a eso, a volver.

–¿Hay algunas costumbres o tradiciones que le hayan llamado especialmente la atención?

–La música, el folclore, las jotas y esas rondas de noche tan emocionantes y bonitas, con el sonido de los calderos. Esos mantones tan hermosos que llevan las señoras, esa fiesta de la luminaria en la plaza del pueblo...

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–¿Suele acudir a fiestas de interés turístico o a acontecimientos culturales?

–Siempre que podemos mi marido y yo participamos en las fiestas, en Villanueva, a veces me llaman de Jarandilla para ser jurado de algo de teatro, en Piornal me dieron un premio... En la medida de nuestras posibilidades sí que procuramos ir a los sitios y conocemos bastante de la cultura de esta zona.

–¿Qué es lo que más le gusta de la gastronomía extremeña?

–Me encanta comer, pero tengo que cuidarme por mi profesión. Aquí es una perdición, desde el cuchifrito a las patatas revolconas, el chorizo de jabalí, los pimientos secos fritos... y el pimentón de La Vera hasta en el desayuno: tostada con aceite, sal y pimentón. También en los huevos fritos y las judías verdes.

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–¿Dónde ha viajado o va a viajar este verano?

–Teniendo en cuenta la situación tan tremenda que estamos viviendo, mis vacaciones van a ser quedarme tranquilita en la finca, en mi alberca, mirando a Gredos. Viajaré a ver amigas a Barcelona y Valencia, y quizá vaya a Granada a ver a mis músicos, porque canto.

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