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CELESTINO J. VINAGRE
Domingo, 22 de mayo 2022, 07:45
La campaña agraria más dura en las últimas décadas. No hay dudas. El campo se dispone a vivir un año prácticamente de supervivencia, de intentar salir adelante con los menores costes posibles porque los posibles beneficios que se pudieran obtener en algunos cultivos van a ser absorbidos por una situación difícil de empeorar. De un lado, la falta de agua va a suponer por primera vez desde 1995 que no se va a poder regar con normalidad. Eso va a llevar al ostracismo a cultivos señeros en Extremadura como el arroz o el maíz. Muchas tierras se han quedado en barbecho. De otro lado, los disparados costes energéticos (gas, luz) y de producción (nitratos, fertilizantes, gasóleo) no bajan y absorben buena parte de los ingresos.
Este panorama tiene sus efectos directos no solo en los profesionales del campo. También en las industrias vinculadas al sector y en la mano de obra que se mueve durante las diferentes campañas. Un cóctel de malas noticias difícilmente superable.
José Ramón Jiménez Terrón tiene 37 años. Es de Palazuelo. Este año no va a recibir ni un solo ingreso por su actividad como agricultor. Es arrocero. Cultiva habitualmente 73 hectáreas en esa entidad local menor dependiente de Villar de Rena. El arroz es el cultivo de regadío que más necesidades de agua tiene a pesar de que en los últimos años se ha recortado ese gasto con la siembra en seco y más tardía.
En esta campaña, José Ramón no ha podido sembrar ninguna porque no tiene dotación de agua de la comunidad de regantes del canal de Orellana. Es la comunidad mayor de Extremadura. Representa a casi 56.000 hectáreas regables y a 6.000 agricultores. Supone el 40% de la superficie regable del territorio extremeño.
«Sabíamos que venían mal dadas desde el invierno pero siempre confías en que acabe lloviendo y se recuperen los embalses para salvar la campaña, como ha venido sucediendo en los últimos años. Al final no ha sido así y en el reparto del agua disponible se decidió también que no habría agua para las 16.600 hectáreas de arroz que se abastecen del canal», relata Jiménez mientras camina por una parcela que ha dejado en barbecho.
«La conclusión es que no podemos sembrar nada ni nos han dejado», agrega el arrocero de Palazuelo, subrayando la sobresaliente caída de renta que van a padecer en esta campaña.
«Los únicos ingresos que vamos a recibir este año serán los de la ayuda de 400-500 euros que nos ha prometido la Junta, y solo para los agricultores a título principal, y la ayuda del pago único de la PAC. Estamos hablando de pasar de unos ingresos por ventas de 240.000, a los que les tienes que quitar los costes para que, por ejemplo, se queden en limpio en 20.000 o 25.000 euros, a casi nada por lo que nos llegue de esas ayudas», concluye.
La realidad de José Ramón Jiménez es la misma que la de los otros 149 socios que componen la cooperativa de Palazuelo, un pueblo de unos 400 habitantes. El 97% de la actividad de la misma lo supone el cultivo del arroz. «Estamos hablando de familias que van a perder mucho dinero y eso repercute no solo en ellos sino en todo el pueblo, en los negocios locales y en el gasto que se puede hacer en Don Benito o en Villanueva», indica a HOY.
El agricultor de Palazuelo señala además que no se trata solo de que no puedan sembrar nada y, por tanto, no puedan recibir nada este año por producir. Se trata también que eso significa la imposibilidad de contar con dinero para hacer frente a gastos que deben asumir en todo caso como los de ser autónomos o los referidos a las inversiones realizadas en otros años que hay que seguir pagando.
«Va a ser un año muy difícil tanto para el agricultor como para la industria asociada al arroz. Y eso tiene un impacto muy importante en todas unas zonas, como son las Vegas Altas y La Serena y en una región como la nuestra», sentencia Félix Liviano, presidente de la Mesa del Arroz. La región es la segunda con más superficie de este cereal en España. «El problema es muy serio. Muy gordo. Y lo peor es que no sabemos si esto va a poder solucionarse el próximo año», remata el agricultor de Palazuelo.
Los productores de maíz son los siguientes grandes damnificados. Un cereal que ese está pagando a unos precios nunca vistos –380 euros la tonelada, cuando hace dos campañas apenas se rondaban los 180–, pero que tampoco se ha podido sembrar en esta campaña por falta de agua. Se ha perdido un 53% de la superficie habitual.
«Yo sembraba casi más maíz que tomate pero este año la parte de maíz va toda a barbecho. Había que optimizar el agua disponible y se ha optado por el tomate», reflexiona Domingo Fernández, agricultor y presidente del grupo cooperativo Acopaex.
Algunos cuantifican este problema. Así, UPA-UCE cifraba en 180 millones de euros las pérdidas de los agricultores y ganaderos por la sequía.
La organización agraria estima que los cultivos de tomate, maíz y arroz generarán unas pérdidas de renta para los productores extremeños de 112 millones. Además calcula un sobrecoste de 68 millones de euros en el ovino, vacuno y caprino porque los ganaderos han tenido que alimentar a sus animales con piensos y forrajes a unos «precios disparados» por la guerra de Ucrania.
Ignacio Huertas, secretario general de UPA-UCE, incidió ya entonces de conocer la dotación final con la que iban a poder contar los regantes que muchos agricultores de la cuenca del Guadiana solo iban a tener agua para sembrar un 20% de la superficie de su explotación y, «en el mejor de los casos, algunos dispondrán de agua suficiente para sembrar el 40%». Su previsión ha empeorado en el caso de los arroceros y maiceros del canal del Orellana.
Mientras, desde Apag Extremadura Asaja se ha incidido en la petición de ayudas por valor de 15 millones de euros para compensar a toda la superficie regable que no se ha podido sembrar por falta de agua.
7% d
hectáreas menos de plantas de tomate. A pesar de ser considerado un cultivo prioritario, los recortes de agua para el regadío dejarán sin sembrar una parte apreciable de hectáreas de este cultivo, vinculado a una potente agroindustria
menos de maíz se ha sembrado este año. Es el otro gran cultivo de regadío con un recorte considerable de superficie: de 42.700 a unas 20.000 hectáreas. Más de la mitad menos de superficie
Así el panorama por sectores:
Tomate
5.000 hectáreas menos
Es el cultivo estrella del regadío extremeño. No por número de hectáreas –se planta siempre más maíz– pero sí por la rentabilidad y la mano de obra que moviliza. Este año, a falta de cerrar datos definitivos tras el cierre de la campaña de la PAC, la previsión es que se han plantado 5.000 hectáreas menos que el año pasado. Casi todas, de nuevo, por regantes de Orellana. Esto es, no serán más de 18.000 las hectáreas puestas de tomate para industria en Extremadura. El dato bueno es que los tomateros cobrarán por encima de los 100 euros por hectárea (102 es el precio general pactado, 24 más que hace un año). Lo malo, que los costes han aumentado entre un 30 y un 100%, en algunos casos.
Maíz
A la mitad
Es el cultivo de regadío que más hectáreas se siembra. No tanto por su rentabilidad sino porque sirve para cumplir con la rotación de cultivos. La pasada campaña fue espectacular en cuanto a precios y esta apunta a mejorarla..., pero no hay agua suficiente y eso supone un tijeretazo notable de sus hectáreas. Las previsiones de Cooperativas Agro-alimentarias es que de las 42.700 hectáreas de maíz de la pasada campaña se bajen a poco más de 20.000. Es decir, un 53% menos. El maíz se concentra en las Vegas Altas.
Arroz
Casi residual
De 21.300 hectáreas hace un año a, como mucho, 1.400 en esta, a expensas de que se confirmen los datos vía declaraciones de la PAC. Casi todo el descenso se explica por las 16.600 hectáreas que desaparecen de arroz esta campaña en los regantes del canal de Orellana, pero en las comunidades del Zújar y del Canal de las Dehesas, que podrían sembrar, también se ha visto reducida su superficie significativamente. Va a ser un año parecido al de 1992 «aunque entonces fue peor. Había una sequía tremenda y no se puso ni una sola hectárea de arroz», dice Félix Liviano.
Girasol
Bastante menos de lo ideado
Hasta mitad de junio, aproximadamente, no se conocerá de forma concreta si la llamada a plantar girasol en esta campaña ha tenido resultados. Todo apunta a que no. Es un cultivo muy demandado ahora por la guerra de Putin y con bastante menos consumo de agua, pero, de un lado, no todas las tierras son aptas para plantarlo (menos aún las históricamente de regadío) y, en la que se podía, el plazo para hacerlo se ha pasado. El año pasado se pusieron 8.300 hectáreas en Extremadura.
Frutales
Normalidad
Sobre el papel, el cultivo de regadío que menos sobresaltos presenta. La superficie sigue prácticamente igual a la del año pasado, unas 22.500 hectáreas, y lo más novedoso han sido la reconversión varietal de árboles, no su arranque para poner otro cultivo. La producción se atisba normal –a expensas del daño que sufra la maduración por el calor prematuro– y con buen precio. El problema, como es general, es el incremento de los costes.
Ganadería
Se acabaron los pastos
Complicada situación en todos los sectores ganaderos por la combinación de pocos pastos y la necesidad de alimentar antes a los animales con piensos, que también están muy altos. La escasez de agua es otro problema añadido al desaparecer muchas charcas o quedarse a estas alturas del año en la mínima expresión. El paro de los transportistas de marzo fue otro golpe.
Cereales de invierno
Cosecha adelantada
Meses de sobresalto en el sector de los cereales de invierno. Comenzó la campaña bien, climatológicamente hablando, por lluvias otoñales pero ha acabado de la peor manera por no continuar en invierno y el calor de mayo. Se han adelantado las cosechas de trigo, cebada y avena.
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