Vendedor de Salvatierra, la pasada semana en O Grove. HOY
Un país que nunca se acaba

La rica sandía de Salvatierra

Puestos de fruta. Los vendedores ambulantes se trasladan en verano a las playas

Lunes, 21 de julio 2025, 08:36

El aeropuerto de Badajoz debe de ser el único de España donde, justo cuando empieza la terminal, se instala un puesto ambulante anunciando la venta ... de sandías, melones, tomates y otros productos de la huerta. Ese comercio de carretera le da un aire de aeropuerto tropical que a los extremeños no nos llama la atención, pero que sorprende a los turistas y viajeros de negocios.

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Sucede algo parecido en Cáceres con los vendedores ambulantes de cerezas, melones, tomates, higos y ajos de Aceuchal y con el puesto de Domingo Pizarro El Garrovillano, que resume en su instalación ambulante la esencia de la tierra extremeña: criadillas, espárragos silvestres, aceitunas 'machacás', higos de la huerta, almendras naturales, té de los canchales, manzanilla sembrada, orégano natural, tomillo de la orilla del Tajo y algo exclusivo y fundamental: poleo para hacer el gazpacho más cacereño, el blanco y verde. Domingo tiene 84 años y viene desde que tenía nueve a vender desde Garrovillas. Entonces llegaba en burro, vendía piñones y se hospedaba en una pensión de la plaza Mayor. Este invierno, lo multaron con 2.000 euros y Cáceres se escandalizó porque El Garrovillano es una institución en la ciudad.

A los cacereños, la venta ambulante de frutos nos parece algo normal, lógico, habitual porque lo llevamos viendo desde niños y es consustancial con la ciudad, pero los turistas alucinan al encontrarse con los puestos callejeros, una especie de rastro frutero heterodoxo y lleno de tipismo.

Manuel y Julián son dos vendedores ambulantes de fruta que cada verano se van desde Salvatierra hasta las Rías Baixas

En estos días, se acaba la época de la cereza y empieza la temporada alta de los melones y las sandías. En 2023, cada español consumió consumió casi 19 kilos de naranjas, mandarinas y limones. Tras estas tres frutas, comimos plátanos, 13 kilos por cabeza. Siguen las manzanas (8,2 kilos per cápita). Y a continuación, las dos frutas que más nos refrescan el verano desde tiempos inmemoriales: la sandía y el melón. Cada español comió 7,1 kilos, mientras que de melón tomamos un poquito menos: 6,3 kilos.

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La fama de buenos melones se la lleva Villaconejos (Madrid), que tiene incluso Museo del Melón y leyenda melonera: las primeras semillas de melones las trajo al pueblo un soldado desde África envueltas en una tela. Pero en Extremadura sabemos que a melones no nos gana nadie. Tampoco hay mejores sandías que las nuestras. Yo compro melones y sandías a un frutero que trae el producto de Aceuchal. Pero qué decir de los melones de los Guadalperales, de Villalba, de Salvatierra, de Miajadas…

Fue muy comentado e incluso despertó debate el regalo que hace años le hizo la infanta Elena a su padre hospitalizado: un melón extremeño. Según unos, la infanta lo compró, junto con cuatro kilos de tomates, en un parador de Miajadas a una señora llamada Cándida. Según otros, se hizo con el melón en una frutería muy fina de Badajoz y hasta se hizo fotos con el sobrino de una clienta. Sea como fuere, la infanta supo dónde estaban los mejores melones… y tomates.

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En estos días de verano, las playas y mercados de las Rías Baixas son destino de nuestros meloneros ambulantes. En el mercadillo de Vilagarcía de Arousa conocí a Manuel Leva, extremeño de Salvatierra, que seguía una tradición iniciada por sus abuelos y en verano se trasladaba a la ría de Arousa con sus peladillos de Valdivia, sus cerezas del Jerte, sus sandías de Salvatierra y sus ajos de Aceuchal. Y la semana pasada, un amigo gallego me mandó una foto del puesto de Julián, otro vendedor de Salvatierra, que se instala cada viernes en el mercadillo de O Grove. La venta ambulante de fruta forma parte de nuestra idiosincrasia y en el resto de España lo agradecen.

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