De piso de estudiantes a piso de turistas, una tendencia que empieza a afectar a la universidad
La oferta de alojamiento en Cáceres y Badajoz se reduce para los universitarios, que cada vez pagan más y ya lo hacen por habitaciones que cuestan de 200 euros en adelante
Se insiste mucho en la igualdad de oportunidades para recibir una educación gracias a la universidad pública y al sistema de becas español, pero ... tener más o menos dinero condiciona la elección de universidad en España e incluso los estudios, siendo Medicina el grado preferido por las clases altas y Trabajo Social por las clases más bajas, según el estudio del Ministerio de Ciencia, Universidades e Innovación titulado 'El perfil socioeconómico del estudiantado universitario en España', publicado en 2024. El precio de la vivienda, cada vez más alto, es también un factor limitante para elegir universidad pública. Por eso, según el trabajo de los progenitores los hijos estudian en una comunidad u otra. A más renta el porcentaje de universitarios matriculados en comunidades como Madrid o Cataluña es mayor. En contraste, los niveles de renta más bajos de los padres -'ocupaciones' bajas, dice el informe- hace que sus hijos estudien en comunidades como Canarias, Andalucía, Castilla-La Mancha, Murcia y Extremadura.
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De los más de 20.000 alumnos de la Universidad de Extremadura (UEx), el 11,5% tienen padres con ocupaciones altas (el informe habla de dirección de empresas y administraciones públicas o técnicos científicos e intelectuales), mientras que en la Comunidad de Madrid o Cataluña ese índice es mucho mayor, del 21%. Por contra, ese mismo informe revela que el 28% de los progenitores de los estudiantes extremeños tienen ocupaciones bajas (operadores y montadores de conducciones, conductores y operadores de maquinaria móvil o trabajadores sin cualificar) cuando ese índice en Madrid o Cataluña es solo del 18%.
El acceso a la vivienda de quienes salen por primera vez del hogar para estudiar en la universidad tiene mucho que ver con los datos anteriores. Extremadura, siendo de las comunidades más asequibles desde el punto de vista inmobiliario, está empezando a notar estas dificultades para alojar a los universitarios que vienen de otra población, principalmente por escasez de oferta que termina encareciendo los precios. Según las inmobiliarias, quienes rastrean estos pisos compartidos de alquiler suelen ser estudiantes de pueblos de Extremadura que eligen estudiar en Cáceres o Badajoz, donde están la mayoría de las titulaciones de la UEx. Y cada vez les sale más caro.
María Díaz, de Campillo de Llerena, pagaba 470 euros al mes por un piso de tres habitaciones en 2019 en Badajoz y tres años después ese mismo piso les costaba 550 euros. «Del año pasado a este ha subido mucho el precio», reconocen en inmobiliaria Fernández, de Cáceres. «Nosotros -prosigue- aconsejamos por la zona de la Cruz para los estudiantes y ahí los pisos no baja ninguno ya de 600 euros, y los que valen 550 es porque tienen dos habitaciones. También hay propietarios que prefieren la opción de cobrar por habitaciones, aunque sea al mismo grupo, y suele ser de 250 euros cada una. Esto les evita tener que sacarlo por mil euros».
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La cuestión de la vivienda como factor limitante en la formación universitaria también ronda la cabeza del rector de la Universidad de Extremadura (UEx), Pedro Fernández. Según admitió a HOY, «es importante facilitar el alojamiento a los estudiantes», una cuestión que reconoce que puede ser vital para atraer alumnos hasta las universidades ahora que hay tanta competencia por el descenso de la población.
En el caso de Extremadura, Fernández reconoce que dos de los cuatro campus, el de Cáceres y el de Mérida, se ven afectados por la conversión de pisos de estudiantes en alojamientos turísticos. Esta circunstancia dio pie, «aunque de manera informal y sin que haya nada firme», recalca, a que recientemente comentara en la Consejería de Educación de la Junta de Extremadura «la posibilidad de poner en marcha un plan de alojamiento asequible, ya sea concertando plazas o facilitando pisos en condiciones muy favorables». Por otro lado, en el Grupo 9, asociación integrada por nueve comunidades donde hay una sola universidad pública, como es Extremadura, también preocupa cómo el acceso a la vivienda condiciona la elección de universidad.
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En ese Grupo 9 hay universidades como las de Oviedo, Cantabria, País Vasco, La Rioja, la Pública de Navarra y Zaragoza, donde el precio del alquiler está muy por encima de la media nacional y los apartamentos turísticos también han modificado el escenario inmobiliario. Y se ha llegado a barajar en el seno de esta asociación-reconoce el rector de la UEx- la posibilidad de un plan para ver si habría suelo disponible para facilitar la construcción de pisos o alojamientos en los campus. «Sería disponer de suelo y capacidad para generar ese alojamiento, pero lo normal es que las parcelas que nos quedan libres sean para fines educativos, por lo que no sé realmente si cabría posibilidad», indica el máximo responsable de la universidad extremeña.
Se alquila todo
Ahora mismo, en Extremadura, se alquila todo lo que sale para estudiantes, añaden desde la Inmobiliaria cacereña Manuela Pérez. Allí han observado que la oferta se ha reducido considerablemente en los últimos años en la ciudad, «bien porque los propietarios son ya mayores y deciden cerrarlos o porque esos pisos se han convertido en apartamentos turísticos. El caso es que cada vez hay menos para elegir y un piso para estudiantes que enseñes se alquila prácticamente en el mismo día», señalan en esta inmobiliaria. En este caso habla de que prácticamente a cada estudiante le sale la habitación por 200 euros. En Badajoz, desde la inmobiliaria Acticasa también hablan ya de precios por habitación, no por pisos, que oscilan entre los 200 y los 225 euros.
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Pero hay más opciones para esquivar el ascendente precio de la vivienda. En la comunidad autónoma hay algo más de 1.300 plazas de alojamiento en 15 residencias universitarias entre públicas y privadas. Y hace décadas que no se ha construido nada nuevo que incremente la oferta. En estos casos, la mensualidad suele bajar de los 500 euros pero el precio incluye el desayuno, la comida y la cena. La distribución de estas habitaciones es similar al reparto de alumnos de la Universidad de Extremadura en sus cuatro campus. Así, Badajoz tiene 600 plazas, Cáceres 611, Mérida 33 y Plasencia 60. Lo habitual es que se ocupen todas las plazas por sus precios. Varios ejemplos: en la residencia municipal Julio Cienfuegos, en pleno Casco Antiguo, las habitaciones oscilan entre 205 y 411 euros, consumo eléctrico aparte. Otra pública, como las de la Junta de Extremadura, que en Badajoz tiene la Residencia universitaria Juan XXIII con 85 plazas, y en Cáceres la Muñoz Torrero, con 176 plazas, allí los precios son públicos y van de 460 euros al mes (habitación individual) a 425 euros (doble), incluyendo estancia y alimentación y siempre tras superar un cribado que contempla renta y calificaciones del posible inquilino.
Las privadas, para no perder mercado, no se alejan mucho de estos precios, como la femenina Residencia Virgen de Belén, 11 plazas también en Cáceres y con un precio medio mensual de 450 euros con pensión completa. «Se suele llenar siempre, principalmente con alumnas que vienen de la provincia de Badajoz», explica su responsable, Mari Ángeles Iglesias. Con todo, se puede llegar casi al doble en este tipo de gasto mensual si se elige lo que se denomina 'suite' grande en el Colegio Mayor San José de Cáceres, que tiene wifi, instalaciones deportivas. Con pensión completa alojarse allí durante curso universitario cuesta 800 euros al mes, según detalla su web.
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Pero en estas residencias existen limitaciones de horarios y un régimen interno, por eso la opción preferida por muchos alumnos, sobre todo a partir del segundo año de estudios, es la del piso compartido, una elección que ha empezado a sufrir los rigores del mercado de la vivienda. La propia ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant, se ha referido recientemente a este asunto. «La crisis de la vivienda está afectando también al derecho a estudiar una carrera universitaria, un paso clave para el progreso individual y colectivo», admitió la ministra en 2024 en un acto en el que firmó un protocolo con los ministerios de Vivienda y Economía para promocionar los alquileres bajos para estudiantes, el cual aún no se ha traducido en nada.
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