Dos piscinas naturales en una
Un Rincón Con encanto ·
Cabezuela del Valle tiene tres zonas de baño en el Jerte, dos de ellas separadas solo por un chiringuito con vistas al río«Papá, vamos a pescar renacuajos», grita a pulmón lleno el niño feliz, y la frase y la escena parecen de otra época, de otras ... infancias, pero son de ahora. Esto es Extremadura en verano. En concreto, el Valle del Jerte, que no solo tiene cerezos que blanquean la montaña y que luego dan cerezas por las que se pirran en medio mundo. Tiene también mucha agua.
Publicidad
Este año alguna menos, que lleva más de tres meses sin llover como Dios manda y eso se nota en el paisaje. Hay, sin embargo, el líquido suficiente como para abastecer a La pesquerona, que es el fabuloso nombre –¿quién sería la primera persona en llamarla así?– dado a esta piscina natural, quizás menos conocida que otras de la comarca y no se sabe muy bien por qué, pues motivos para ser la más popular tiene de sobra.
Quien venga de Plasencia llegará a ella tras desviarse a la derecha al poco de cruzar el famoso puente de Cabezuela del Valle, que es romano aunque no lo parezca –de esa época es su estructura pero está revestido de hormigón– y que lleva 25 años, que se dice pronto pero pasan lentos, esperando a que la burocracia, o sea, las administraciones, se decida a hacer uno nuevo por el que puedan cruzar coches en los dos sentidos y que permita al histórico empezar a descansar.
Al poco de tomar ese desvío a la derecha, empiezan a surgir los coches aparcados a uno y otro lado. Hay que estacionar ahí y seguir andando. Al minuto, aparecen dos caballos en una parcela, y detrás de ellos ya se ven las sombrillas de esta piscina natural con cierto aire de playa en miniatura.
Publicidad
Porque el suelo es de arena, y hay sombrillas y gente tumbada en sus toallas, leyendo, durmiendo, hablando, mirando a ningún sitio, haciendo nada. Desde esa arena que recuerda a las de la costa se accede a la lámina de agua, ancha y larga, donde se bañan adultos y niños. Por debajo de la coronación, es decir, allí donde el agua es frenada por unos tablones, está el cauce, ahora sin agua. Por ahí se puede llegar a la otra orilla, donde también hay una pequeña playa fluvial con árboles que dan sombra.
Noticia Relacionada
Dos piscinas naturales en una
Se cruza al otro lado pisando «piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos», como las del Macondo de García Márquez. En esa otra margen del río hay un chiringuito a pie de río con una terraza enorme. Y desde él se accede a otra piscina natural, que unos llaman 'Simón' o 'El simón' y otros 'la del puente azul', por el color del viaducto peatonal que la cruza. Y en el pueblo hay una tercera piscina natural, la del Vao. Pero esa la guardamos para otro verano.
Primer mes sólo 1€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión