Asunción Amalia Leitón, pionera en la formación de sordociegos
EXTREMADURA EN FEMeNINO ·
Presidenta de la Asociación de Alumnos de la Universidad de MayoresJOSÉ M. MARTÍN
Lunes, 22 de octubre 2018, 10:34
No ha perdido el acento inglés y, pese a que han transcurrido cinco años desde su vuelta a Badajoz, cuando la conversación se prolonga aparecen en su discurso algunas coletillas propias de su prolongada estancia en Inglaterra. Asunción Amalia Leitón (Olivenza, 1954) residió durante 23 años en el Reino Unido, donde trabajó para Sense, una organización que se dedica a prestar apoyo a las personas con dificultades para la comunicación, incluidas las que presentan alguna discapacidad auditiva o visual.
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Su experiencia en este campo ya era amplia antes de instalarse en Birmingham, la primera ciudad inglesa en la que residió. En España había estado siete años en la Organización Nacional de Ciegos Española (ONCE). Hasta esta entidad llegó por inquietud profesional, pero también por amor. Su pareja era sorda y comenzó a perder la visión, por lo que se acercaron a la ONCE en busca de ayuda y referencias para afrontar su situación. «La noticia de la enfermedad fue un impacto para dos personas jóvenes como nosotros», reconoce Leitón.
ALGUNOS DATOS
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Trayectoria profesional Ha trabajado en la ONCE y Sense, organización británica de apoyo a personas con dificultades para la comunicación.
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Vida personal Ha residido durante 23 años en el Reino Unido y está casada con un inglés con el que ahora vive en Badajoz.
Ella conoció al que sería su marido en Barcelona, ciudad a la que se desplazó desde Badajoz al acabar el COU, con 19 años. En la capital catalana cursó Magisterio y se especializó en Educación Especial. Dos años después comenzó a trabajar con personas con problemas auditivos y visuales, porque también se formó en Audición y Lenguaje. Estos fueron sus primeros contactos con un ámbito al que dedicaría el resto de su trayectoria profesional: la formación.
«Lo importante era dar un sistema de comunicación a personas con problemas de visión y audición; creamos la profesión de guía intérprete»
Como en España no existía ningún tipo de ayuda específica para las personas sordociegas. Leitón y su marido solicitaron a la ONCE colaboración para elaborar una estadística y conocer cuánta gente había en el país con dificultades de visión y audición. «Nos enteramos de que había un congreso europeo en Suecia y nos fuimos sin saber inglés, pero aprovechando que ya conocíamos el lenguaje de signos», detalla Leitón, que añade que ese evento le descubrió una realidad muy diferente a la que conocía.
Su tarea en la elaboración de las estadísticas la completó sin abandonar su trabajo docente. Al presentar el informe a la ONCE, la entidad le pidió que se incorporara a su equipo en Madrid. Aceptó y volvió a cambiar su residencia. En esta ocasión acompañada de su marido. «Depositaron una confianza completa en nosotros, abrieron un departamento y nos enviaron a Estados Unidos para formarnos en programas y servicios y que tuviéramos capacidad para preparar un proyecto que se pudiera desarrollar en España», dice.
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Esta posibilidad significó el punto de partida de muchos viajes relacionados con el trabajo. Más de la mitad del año 1989 estuvo en Boston, en la misma institución en la que comenzó su formación Helen Keller, la primera sordociega en obtener un título universitario. «La experiencia allí fue fantástica», afirma Leitón, que ejercía como intérprete de su marido en todas estas acciones.
Su labor al volver a nuestro país fue la de abrir servicios destinados al colectivo de personas sordociegas, sobre todo en el ámbito formativo. La idea era crear un proyecto a nivel nacional, que llegara a todos los profesores de educación especial. La iniciativa duró cinco años y una de las tareas más destacadas fue la evaluación de miembros de este colectivo para detectar sus necesidades. «Lo importante era darle un sistema de comunicación a las personas con problemas de visión y audición», según esta docente. Aunque una de las tareas que ha perdurado en el tiempo fue la de formar a guías intérpretes. «Formamos a mucha gente; realmente creamos esta profesión», comenta Leitón orgullosa de que esa labor mantiene vigencia y ha servido para mejorar la vida de las personas.
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A Inglaterra
Tras siete años en la ONCE, un nuevo cambio en su vida sentimental influyó en su faceta profesional. «Me separé de mi marido y decidí cambiar de vida». Como conocía a gente en Inglaterra, ya que había representado a la organización de ciegos española en foros internacionales, optó por este país para iniciar una nueva etapa.
La intención de Leitón era cambiar su ámbito laboral y comenzó a dar clases de español. Apenas pasaron tres meses antes de darse cuenta de que deseaba volver al campo de la sordoceguera. «Solicité trabajo en Sense y me ofrecieron un puesto en el departamento internacional», apunta. Este servicio estaba destinado a la ayuda a países emergentes o en vías de desarrollo con programa y sistemas de atención a personas sordociegas. Al ser española, le encargaron la sección de América latina, lo que le dio la opción de viajar a por varios países del continente americano.
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Un par de años estuvo en esta labor, pero cuando la organización trasladó a Londres el departamento, ella optó por quedarse en Birmingham. «Me enamoré de un inglés, nos casamos y nos trasladamos al norte de Inglaterra, donde comencé a supervisar centros de educación y de residencia», relata Leitón.
Este periodo, en el que siguió trabajando para Sense, duró una veintena de años y supuo un cese en su labor de investigación. Con una compañera «hicimos un estudio de las clases prácticas para mejorar la docencia y desarrollamos un sistema que se sigue utilizando», detalla. Mostrando este método viajaron por Europa y el último lugar en el que lo presentaron, antes de que Leitón regresara a Badajoz, fue en Australia.
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«Tenía hablado con mi marido que al llegar la hora de jubilarnos, vendríamos a Badajoz», indica Leitón, que también estaba convencida de que esta etapa no iba a significar llenar su tiempo con actividades, si no que quería seguir sintiéndose realizada. Eso lo ha conseguido desde la Universidad de Mayores, en la que se matriculó y de la que ahora preside su asociación de alumnos y exalumnos. «Somos un grupo fantástico y formamos un gran equipo», concluye.
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