Silo de Mérida, símbolo de la historia agrícola de Extremadura. HOY

Un país que nunca se acaba

Patrimonio agrario: el silo de Mérida o la dejadez política

Ningún gobierno regional lo ha protegido y Vox y PSOE quieren salvarlo

Jueves, 17 de julio 2025, 08:12

Los silos del trigo son esos edificios mastodónticos con una gran torre que se pueden ver a lo lejos cuando llegas a algunos pueblos extremeños. ... El silo y la iglesia son en muchas localidades los elementos que avisan al viajero de la proximidad de un lugar habitado. En Extremadura, llegó a haber 70 entre silos y graneros o almacenes y en España se construyeron 627 silos y 277 graneros. En ellos se recogía el cereal de los contornos, que luego se vendía a ganaderos, fábricas de harina, molinos de pienso, etcétera.

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Los silos dependían del Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA), un monopolio cuyo fin era que no hubiera serias oscilaciones de precios y evitar en los años de carestía la falta de cereal. Era una manera de controlar el mercado que, en 1984, despareció pues los monopolios no tenían cabida en la Unión Europea. El mercado del trigo se liberalizó y los silos dejaron de tener sentido.

El primer almacén de trigo que hubo en Extremadura se levantó en 1939, estaba en Aldea del Cano y recogía el cereal de los pueblos de la comarca: Arroyomolinos de Montánchez, Valdefuentes, Albalá y Alcuéscar. Curiosamente, el jefe de ese almacén (así se llamaban, jefes) era Juan Delgado, el padre de mi suegra. Y también mi suegro fue jefe de silo, así que se podría decir que si Pedro Sánchez, a título lucrativo, ha vivido de las saunas, servidor ha vivido de algo más prosaico: el trigo.

El primer almacén de trigo de los 70 que hubo en Extremadura se levantó en 1939 y estaba en Aldea del Cano

Pero no nos desviemos de la cuestión… Al acabar el monopolio del trigo, los 627 silos españoles se convirtieron en arqueología agrícola. ¿Qué hacer con ellos? Los usos a lo largo de los últimos 40 años han sido de lo más variado. El de Pozoblanco es un teatro donde Manolo García o Amaral han ensayado sus giras con tranquilidad absoluta. También tiene un uso cultural el silo madrileño del barrio de Hortaleza. Otros se han convertido en ludotecas, centros deportivos, spas, parques de bomberos, restaurantes, hoteles… El de Trujillo fue centro de negocios y el de Brozas, donde, por cierto, pedí la mano de mi mujer (sí, yo también hice esas cosas tan raras), es ahora oficina veterinaria. El de Aldea del Cano es albergue de peregrinos y casa cultura, el de Cabeza del Buey es un contenedor de arte y el de La Albuera, sede del ayuntamiento.

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Hay un silo en Extremadura que se ha convertido en referencia y símbolo: es el silo de Mérida, una mezcla de rascacielos rural y fortaleza agrícola semejante al silo de Córdoba, que el 4 de enero de 2015 fue declarado monumento a proteger y es un museo. Sin embargo, la Junta de Extremadura, en 2018, se negó a convertir el silo de Mérida en Bien de Interés Cultural (BIC), una declaración que, como recogía Juan Soriano en una información de HOY, «garantizaría su conservación y complicaría cualquier uso de carácter privado».

Son muchas las voces emeritenses que abogan por convertir el silo en BIC desde hace años. Esta declaración cuenta con informes positivos de los cronistas de la ciudad, de la Universidad de Extremadura, de la Real Academia de las Artes y las Letras de Extremadura y de la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico, pero no hay manera.

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Al estar en una zona céntrica y contar con 12.000 metros cuadrados alrededor, es una perita en dulce para la codicia urbanística. Días atrás, un movimiento en la Asamblea de Extremadura ha recuperado el tema del silo de Mérida y lo ha devuelto a la actualidad. PSOE y Vox han unido sus votos para pedir que sea declarado Bien de Interés Cultural y se ha abierto de nuevo la posibilidad de que, 40 años después, esta catedral agraria de Extremadura sea protegida y tenga un uso ciudadano.

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