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Diego Muñoz-Torrero nació en Cabeza del Buey. HOY

El Navalni extremeño

Se presenta en Badajoz. Un libro demuestra que agentes secretos envenenaron a Muñoz-Torrero

Martes, 7 de febrero 2023, 07:44

Navalni, Litvinenko... Opositores rusos envenenados por agentes del Kremlin. En Extremadura tenemos un caso parecido del que en 2029 se cumplirán 200 años. La víctima ... fue uno de los extremeños más ilustres que han protagonizado la historia de España. Hablamos de Diego Muñoz-Torrero (Cabeza del Buey, 1761-Oeiras e São Julião da Barra, 1829).

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La biografía de Muñoz-Torrero nos lo muestra como un personaje trascendental en la modernización de España. Su padre era boticario en Cabeza del Buey y maestro de latín. Lo educó hasta que a los 11 años ingresó en la Universidad de Salamanca. Tras licenciarse en Teología y Filosofía, su carrera fue meteórica: sacerdote, catedrático de Filosofía de la Universidad de Salamanca con 23 años y rector de dicha institución con 26.

Tras desempeñar otros cargos, llega su momento estelar cuando, tras el levantamiento contra José Bonaparte, es nombrado miembro de la Junta Suprema de Extremadura y diputado representante de la región en las Cortes de Cádiz entre 1810 y 1813. En las Cortes, Muñoz-Torrero será el primero en hablar de la separación de poderes, de que la soberanía nacional reside en las Cortes o de la inviolabilidad de los diputados. Fue uno de los presidentes de la comisión redactora de la primera constitución española y principal impulsor de la abolición de la Inquisición y de la libertad de imprenta, además de iniciar un debate, que duraría más de cien años, sobre la concesión de derechos políticos a las mujeres.

Pero tras la Constitución, vino la restauración absolutista de Fernando VII, la persecución de los liberales y el comienzo de un calvario que, con el paréntesis del Trienio Liberal del general Riego, llevó a Muñoz-Torrero a la cárcel y al exilio portugués. Tras la segunda restauración absolutista de 1823, Diego Muñoz-Torrero se refugia en Campomayor, amparado por el noble cacereño José de Carvajal y Lancaster. Pero cuando el rey Miguel de Portugal, sobrino de Fernando VII, disuelve las Cortes en 1828 y asume el absolutismo, Muñoz Torrero es detenido, encerrado primero en la Torre de Belem y después en la prisión de São Julião de Barra, donde muere en 1829.

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Según una leyenda sobre la muerte de Muñoz-Torrero, forjada por liberales y románticos, habría muerto torturado y arrastrado de pies y manos por una escalera de 30 peldaños de su prisión. Pero no, Muñoz-Torrero, el Litvinenko extremeño, murió envenenado con arsénico por esbirros de la policía secreta española recién creada por el rey Fernando VII.

En los libros de historia, biografías y webs sobre el ilustre político e intelectual extremeño, se habla de su horrible muerte por tortura, pero un reciente trabajo del profesor Rui M. Rosado Vieira, natural de Campomayor, recogido en su libro 'Muñoz Torrero en Portugal', publicado en España por el Congreso de los Diputados, demuestra su envenenamiento. El libro ha sido escrito en colaboración con el director de la Biblioteca y Archivo Histórico Municipal de Olivenza, Luis Alfonso Limpo, responsable de la presentación, traducción, notas y de la tabla cronológica comparativa del volumen de 306 páginas.

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El profesor Rosado basa su tesis en el diario inédito de Bento Pereira do Carmo, preso también en São Julião da Barra, que aporta la descripción de la agonía de Muñoz-Torrero en la enfermería de la cárcel, recogida de labios del farmacéutico madrileño Bernardino Entillae, que casualmente estaba allí ingresado aquella noche. El libro 'Muñoz Torrero en Portugal' se presentará en la Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País de Badajoz el jueves 16 de febrero a las 19.00 horas.

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