Una mano amiga cuando más se necesita
Raquel Cano Sánchez, coordinadora de trabajo social y voluntariado de la Asociación Oncológica
Raquel Cano Sánchez (Madrid, 1977) siempre supo que dedicaría su vida a personas que necesitan apoyo. Para eso estudió Trabajo Social, y más tarde Sociología, en la Universidad Complutense de Madrid. Pero fue el destino quien la llevó a la Asociación Oncológica Extremeña (AOEx), una organización en la que ha podido descubrir que cuando todo se hace cuesta arriba «hay personas que mantienen unas ganas enormes de vivir».
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«Muchos pacientes superan el cáncer, cada vez más, pero incluso cuando saben que no se van a curar tratan de disfrutar cada día», afirma esta profesional, casada y madre de dos hijos, que desde hace 13 años ejerce como trabajadora social de la AOEx en Badajoz.
ALGUNOS DATOS
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Académicos Estudió Trabajo Social en la Universidad Complutense de Madrid. Posteriormente cursó Sociología en esta misma universidad.
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Profesionales Cuando estudiaba Sociología trabajó en un 'call center' de Movistar. Posteriormente entró en el departamento de recursos humanos de Aló Comunicaciones y más tarde en Fotex formación. Desde hace 13 años es trabajadora social de la AOEx. Es coordinadora de voluntariado y trabajo social.
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Familiares Sus padres son naturales de Talarrubias pero emigraron a Madrid. Raquel creció en Móstoles y ahora vive en Badajoz. Está casada y es madre de dos hijos.
Raquel Cano creció en Móstoles, como tantos hijos de extremeños. Pero sus padres procedían de Talarrubias (Badajoz), una localidad a la que siempre terminaban volviendo para reencontrarse con la familia. «Cuando terminé Trabajo Social era como si me faltara algo, yo sentía que necesitaba seguir formándome».
«Es emocionante cada vez que llama una persona para decir que quiere colaborar; los voluntarios son fundamentales»
Inició entonces Sociología, compaginando esos estudios con un trabajo como teleoperadora de Movistar en un 'call center'.
Ya titulada, se incorporó con una beca a Aló Comunicaciones, que la fichó para su departamento de recursos humanos. Le iba bien y era valorada en su trabajo, pero el amor se había cruzado en su camino varios años antes. «Mi novio era de Talarrubias, él prefería quedarse en Extremadura y yo decidí trasladarme. Realmente me vine por amor».
Cuando tomó esa decisión, sus compañeras no lo entendían, pero ahora que el tiempo ha pasado han comprendido su elección. «Me vine sin nada pero pronto comencé a trabajar en Fotex como coordinadora de cursos de formación ocupacional para chavales en riesgo de exclusión social. Esos chicos vivían en la barriada del PERI de Mérida, en Suerte de Saavedra y en los centros de menores de Badajoz y Cáceres... Necesitaban una oportunidad».
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En el año 2007 inició una nueva etapa. «Fue casual. Estaba inscrita en el Sexpe y me llamaron para una entrevista de trabajo en la Asociación Oncológica Extremeña. La entrevista me la hizo la presidenta, Isabel Rolán, y decidieron seleccionarme como trabajadora social».
Nunca antes había tenido contacto con la realidad de los pacientes oncológicos, pero 13 años después se muestra satisfecha con la tarea que desempeña. «Hasta ese momento no había visto la realidad de esta enfermedad de cerca, tuve que empezar a conocer al paciente con cáncer, los tratamientos, los efectos secundarios, los recursos que hay para estas personas... Mi esfuerzo se centra en conseguir para ellos todos los recursos que necesitan y cada vez que se logra el objetivo siento que somos útiles».
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Esa satisfacción personal no le impide reconocer que en ocasiones se enfrenta a situaciones duras, sobre todo cuando se produce la pérdida de algún paciente. «Es verdad que te duele, pero en ese momento pienso que todos los recursos que hemos podido ofrecer les han hecho más fácil esa última etapa de la vida».
En ocasiones también debe ayudar a los familiares a solicitar la pensión de viudedad o de orfandad, o a gestionar otro tipo de ayudas «en un momento en el que a ellos les resulta imposible encargase de esas cuestiones».
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Pero las funciones de esta trabajadora social no se limitan a esos casos. Buena parte de su tarea está relacionada con la atención a pacientes que terminarán superando la enfermedad y logran rehacer sus vidas.
«Es verdad que cuando alguien recibe un diagnóstico de este tipo entra en situación de shock, pero muchos tumores se curan, cada vez más. En el caso de las mujeres en un primer momento necesitan mucho asesoramiento para cuidar su estética cuando comienzan a perder el cabello o necesitan una prótesis tras una operación de mama. Pero después de esa etapa lo que buscan es una actividad que les permita entrar en contacto con personas que están pasando por la misma situación».
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Para este tipo de pacientes la Asociación Oncológica ofrece clases de yoga y meditación, o cursos de cocina y baile. «El desahogo emocional es más fácil cuando se hace en grupo», reconoce Raquel, que también deriva a los psicólogos de la AOEx a los pacientes que lo precisan.
En estos últimos meses ha emprendido el reto de crear la 'Guía covid-19 para personas en tratamiento oncológico y familiares'. «Si todos tenemos dudas con este virus, imagina a estas personas. Era fundamental transmitirles una información básica sobre el uso de mascarillas y las normas de autoprotección. Lo están agradeciendo».
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Ahora que la desescalada avanza, Raquel vuelve a trabajar en la sede de la AOEx en Badajoz, un lugar desde el que sigue transmitiendo esperanza a quienes necesitan ayuda. «Momentos felices hay muchos. Es emocionante cada vez que llama una persona para decir que quiere colaborar. Hay mucho trabajo por hacer y los voluntarios de nuestras 22 delegaciones son fundamentales para llegar a todas partes».
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