El Gobierno tiene diez organismos nacionales descentralizados en Extremadura

Si un investigador en historia romana quisiera ampliar sus conocimientos debería viajar a Mérida; si un biólogo necesitara información concreta sobre el lince ibérico su sitio es Granadilla; o si un piloto tuviera que especializarse en aviones de caza y ataque solo podría hacerlo en Talavera la Real. Son solo tres ejemplos de descentralización que pasan por Extremadura. Pero hay muchos más.

En los casos anteriores hay que señalar que el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) cuenta con 120 institutos de investigación distribuidos por todo el territorio nacional y el IAM (Instituto Arqueológico de Mérida) es uno de ellos. Tiene su sede en la Plaza de España y están adscritos a él ocho investigadores. Con mucha más proyección trabaja, desde 1986, el Museo Nacional de Arte Romano, que depende del Ministerio de Cultura y referencia nacional.

También en Mérida la Guardia Civil tiene su Escuela de Tráfico. La Benemérita tiene once centros docentes diseminados por España pero el único de Tráfico está en la capital emeritense. Por las instalaciones de la avenida Duque de Ahumada, inauguradas en 1996, han pasado ya sobre 20.000 alumnos de toda España y se han celebrado en torno a 300 cursos relacionados con tráfico, transporte y seguridad vial.

El pueblo de Granadilla (Cáceres) fue expropiado por el Gobierno en 1955 por estar en zona inundable cuando se creó el embalse Gabriel y Galán. No se llegó a inundar y la villa fue declarada Conjunto histórico-artístico. En 1984 fue elegida para su inclusión en el Programa de Recuperación de Pueblos Abandonados, razón por la que pasan cada año por allí cientos de estudiantes en actividades gestionadas por el Ministerio de Educación. Pero es que al lado, en Zarza de Granadilla y dado que esta parcela pertenece al Estado, se decidió que se ubicara en 2011 uno de los dos centros de cría en cautividad del lince ibérico que dependen del Ministerio para la Transición Ecológica. El otro están en Matalascañas (Huelva).

Por Madrid pasa el río Manzanares, afluente del Tajo cuyo órgano gestor se ubica en la capital. En total hay nueve confederaciones hidrográficas en España y cada sede está en una ciudad de la cuenca. El Guadiana pasa por tres comunidades y se decidió que su sede central se construyera en Badajoz.

La lista de organismos descentralizados que han llegado a Extremadura no acaba aquí. Algunas son oficinas con muy poco personal y una actividad complicada de identificar para la población. Otras son seña de identidad y confieren una personalidad especial a los municipios donde se ubican, como las adscritas al Ministerio de Defensa.

En este ámbito destacan el Cefot 2 de Cáceres y el Ala-23 en Talavera la Real (Badajoz). El primero es Centro de Enseñanza del Ejército de Tierra, que tiene como principales misiones formar a los aspirantes tanto a soldado profesional como a reservistas voluntarios. Solo hay dos, el otro está en San Fernando (Cádiz).

Y si determinados militares tienen que pasar Cáceres obligatoriamente, lo mismo le ocurre a los pilotos que salen de la Academia del Aire y no quieren ser ni pilotos de transporte ni de helicópteros sino de combate. Desde 1953 el Ala-23 cumple esta misión formativa en Talavera la Real, que acoge la escuela de reactores del ejército español y cuenta con una plantilla estable de medio millar de militares más unos cincuenta civiles. Allí aprenden volando en los reactores F-5 (paso previo a los F-18 y Eurofighter) unos 12 alumnos cada curso, considerados los más hábiles y capacitados. Además, la instalación pacense fue elegida hace dos años para albergar los dos primeros drones militares adquiridos por el Ministerio de Defensa, los Predator que entre el año pasado y este ya han visitado el Rey Felipe VI, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez y la ministra de Defensa, Margarita Robles.

Por contra, otras oficinas mucho más pequeñas y con menos personal que casi pasan desapercibidas se ubican en localidades como Almendralejo (Cenatic), Plasencia (Inia) o Trujillo (Ciemat).

En la capital de Tierra de Barros está el Centro Nacional de Referencia de Aplicación de las Tecnologías de la Información y Comunicación (Cenatic) desde 2006 (su sede definitiva no se hizo hasta 2010 y en origen ocupó una planta del edificio de Servicios Sociales).

Fue un compromiso de Zapatero dentro del Plan Extremadura y en sus quince años de vida ha atraveasdo todo tipo de vicisitudes. Lo empezó gestionando una fundación con participación del Estado y su objetivo inicial era promover el conocimiento y el software libre. Arrancó con 16 empleados y la idea era llegar a ochenta, pero en la actualidad cuenta con menos de 15. Y es que desde 2012 se integró en la empresa pública estatal Red.es, lo que hizo peligrar su ubicación en Almendralejo, además de decaer su actividad, ya que en 2013 debido a la crisis se barajó su mudanza e incluso su desaparición durante la reforma que se acometió de las administraciones públicas.

En Plasencia el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) ubicó en 2009 Centro de Agricultura Ecológica y de Montaña (CAEM), pero en 2015 la Junta de Extremadura, a través de Cicytex, asumió la gestión del CAEM, puesto en marcha por el INIA estatal, al que aún le queda una oficina en la región, la de Zafra.

Desde 2009 el INIA cuenta con una unidad en esta población pacense, la del Centro de I+D en Cerdo Ibérico, si bien en 2018 la Junta de Extremadura se desvinculó del convenio que tenía con el Ministerio de Ciencia e Innovación. En origen, la idea era que Zafra fuera referencia nacional en investigación aplicada y coordinara la labor de otros que operan en España para crear una red de conocimiento en esta materia, según dijo hace doce años el director general del INIA.

El Ciemat (Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas) tiene su sede central en Madrid y centros territoriales en Almería, Soria, y Trujillo (Cáceres), donde se ubica desde 2007 el Centro Extremeño de Tecnologías Avanzadas (CETA) en el Conventual de San Francisco. Es conocido por albergar el supercomputador Turgallium, que según afirman aporta 11,2 millones de horas de cálculo anuales a la ciencia española, que como se puede ver también se alimenta desde la periferia.