Mary Herrojo, que vive en las Barracas de Catarroja, junto a su hermano Julián (a la ziquierda), ambos de origen extremeño, y un vecino. Hoy

Extremeños en las Barracas de Catarroja: «Ha pasado una semana de la DANA y aquí no ha venido nadie»

Mary Herrojo pone voz a cientos de afectados por la DANA que emigraron de Extremadura a Valencia y han estado a punto de perder su vida

Álvaro Rubio

Cáceres

Martes, 5 de noviembre 2024

La imagen que Mary Herrojo ve desde la ventana de su casa es la del caos. Barro, muebles inservibles en la calle, coches amontonados unos ... encima de otros y basura entre el lodo. «Estamos con mascarillas porque ya es imposible el olor que hay. Es horrible», cuenta desde Las Barracas, un barrio humilde de casas bajas en Catarroja, una de las localidades que se han visto más afectadas por la DANA.

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Aunque nació en Valencia se considera extremeña. Su familia es de la localidad pacense de Trasierra y suele pasar allí muchas temporadas. «En mi calle, en la de al lado, en la otra... Hay muchos extremeños en esta zona y en estos pueblos. En Catarroja, Albal, Benetússer, Massanassa o Alfafar», comenta, aún nerviosa, antes de poner voz a cientos de afectados por la DANA que emigraron de Extremadura a Valencia en los años sesenta y, en apenas en 15 minutos, han estado a punto de perder su vida.

«Ha pasado una semana y aquí no ha venido nadie. Ni la Guardia Civil, ni lo militares, ni la Policía. Aquí todo son vecinos y lo que estamos intentando es apartar los trastos en el lateral de las calles para poder andar», decía enfadada en la mañana de este martes.

«Hemos estado sin comida y cinco días sin luz; el olor es horrible», cuenta Mary, que tiene a gran parte de su familia en Extremadura

En las últimas horas, según algunos vecinos, los efectivos han empezado a llegar al municipio de Catarroja, pero aún no a todos los puntos de este barrio.

Herrojo lanza un grito desesperado de ayuda. «Hemos estado sin comida y cinco días sin luz y agua», dice mientras llaman a la puerta y es un voluntario para ofrecerle alimentos.

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«Aquí quienes han llegado son particulares que muestran su solidaridad. De Madrid, de Algeciras o de Badajoz», cuenta antes de relatar que un grupo de amigos pacenses viajaron hasta Catarroja para traer productos de primera necesidad a este pueblo devastado que cambió hace siete días.

«Todo empezó muy rápido. La gente gritaba y aún no había agua, pero la situación ya era tensa. Empecé a caminar y me mojé hasta las rodillas, pero seguí buscando mi coche, que estaba en otra calle. A medida que iba andando ya me empecé a dar cuenta de que iba a ser imposible porque el agua cada vez subía más. Gire otra esquina, pero ya vi que me iba a llegar a la cintura», recuerda Mary. «Fue en ese momento cuando un vecino me dijo que no siguiera y me gritó que corriera. Empecé a correr hasta el patio de mi casa y aquello ya estaba inundado. Pude entrar, pero otros no llegaron a sus pisos».

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«Mis vecinos se ahogaban»

Su vivienda está en una segunda planta. «La gente pedía auxilio desde dentro de los coches mientras el agua entraba en su interior y la gente estaba atrapada gritando. Mis vecinos de abajo tuvimos que sacarlos porque se ahogaban y aquí no había nadie. Todo a oscuras. Fue horrible», explica antes de comentar que tiene familiares que lo han perdido todo.

Estado de una calle de Catarroja tras el paso de la DANA. hoy

«Gracias a Dios estamos vivos», cuenta emocionada antes de recordar lo peor. «En mi calle ha habido cuatro fallecidos», lamenta Mary mientras intenta asimilar lo ocurrido. Su hermano Julián, que hasta hace poco vivía en Badajoz y ahora reside en Valencia, está durante estos días en Catarroja echando una mano en lo que puede en calles totalmente llenas de barro.

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A muchos extremeños en la zona cero de la DANA les sucede lo mismo. A Valencia emigraron desde localidades como Malcocinado o Jerez de los Caballeros en la década de los sesenta buscando un futuro más esperanzador. Hoy, algunos de ellos han perdido todo lo que han trabajado durante décadas.

«Mi suegros, que tienen 80 años, vivían en una casa baja y lo han perdido todo», relata Luis, extremeño que vive en Albal

«Esta mañana he estado en Catarroja y eso era un caos. Ahora está empezando a entrar el ejército, pero no a todos los barrios como el de las Barracas. Ahí casi no se puede entrar ni andando, al igual que en la zona de la Rambleta. Son los vecinos y los voluntarios los que lo han estado haciendo todo», cuenta Luis Herrojo, natural de Trasierra que de lleva 60 años en Albal, un municipio que linda con Catarroja y que también se ha visto afectado por la DANA.

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«La alerta llegó aquí cuando ya teníamos el agua encima. Mis hijos han perdido los coches y la moto, pero es que mis suegros lo han perdido todo. Vivían en una casa baja y ya no quedan muebles, cocina, nevera, lavadora, mesas ni televisión. El agua entró y tenía una altura de un metro y medio», cuenta Luis.

Sus suegros estuvieron a punto de morir, según relata. «La casa empezó a inundarse y subieron al altillo, pero veían que el agua no paraba de subir. Tienen 80 años y nos llamaron para que fuera alguien a por ellos. A las cinco de la mañana mi mujer y mi hijo fueron. Llegar hasta allí era un infierno. Todo estaba lleno de fango y coches», explica.

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«Mi hermana, que vive en Las Barracas y también es extremeña, lo ha perdido casi todo. El agua le reventó la puerta y en este tiempo han sido sus nietos los que han estado ayudándole. Hasta hace nada no se veía ni a un efectivo», comenta Luis, con la esperanza de recuperar la normalidad cuanto antes, aunque sabe que aún queda mucho trabajo por hacer.

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